El peor viaje de Juan Pérez Floristán... Intoxicación para burrata y orquesta
Uno de nuestros pianistas más internacionales dio un concierto que jamás olvidará por culpa de una ensalada
Un artista del siglo XXI con alma de divulgador
El pianista sevillano Juan Pérez Floristán
El sevillano Juan Pérez Floristán es uno de los intérpretes españoles más premiados y con una agenda internacional más intensa en la actualidad. En 2021 obtuvo el Premio Rubinstein, uno de los galardones más apreciados por los pianistas de todo el mundo. Siendo todavía ... más joven, se alzó con el primer premio en el Concurso Internacional de Piano Paloma O'Shea de Santander. Pero -¡hay que ver!- los virus, las bacterias y las indigestiones no respetan a nada ni a nadie, tenga uno el currículum que tenga.
El peor viaje de su vida vino a culminar una racha de anécdotas fastidiosas. «Había tenido que cancelar mi debut con la Filarmónica de Israel por un PCR positivo, aunque no tenía ningún síntoma de Covid, y también se me había cancelado un concierto con el tenor Ian Bostridge en Sevilla, por una indisposición suya», me cuenta. «Vamos, que iba muy 'cargaíto' de malas noticias», añade. Entonces le tocaba ir a Polonia a dar varios recitales.
La gira empezó mal. Tenía que volar de Sevilla a Amsterdam y de ahí a Varsovia. «Se retrasó muchísimo el primer vuelo, perdí el segundo y un viaje que habría sido de poco más de cinco horas acabó siendo de veinte. Llegué muerto, apalizado».
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Al día siguiente, se desplazó hasta la ciudad donde tenía un concierto esa misma tarde, pero la cosa se fue torciendo: «Llegamos a las tres y nos fuimos a comer. Yo escogí una ensalada con burrata. El ensayo era a las cinco y el concierto a las siete. Y a eso de las seis yo empecé a sentir que algo no iba bien. Estaba sudando, pero creí que serían gases, o los nervios previos del concierto».
Se acercaba la hora de la actuación, y aquello iba de mal en peor. «Cinco minutos antes de salir, yo ya ni me atrevía a moverme. Yo, que siempre hago mis estiramientos y mi calentamiento. Pensé: como me mueva, aquí algo va a pasar». ¿Y no se planteó cancelar? Pues sí, pero después de tantas cancelaciones ya era una cuestión de orgullo. Además, «era el concierto número 20 de Mozart, que tampoco conlleva demasiado movimiento físico. Llega a ser Rachmaninov y cancelo». Total, que dio el concierto. «No me enteré de nada de lo que hice. De lo poco que me enteraba me parecía que estaba tocando rematadamente bien, aunque pensaba que eran alucinaciones mías». Pero no: «Luego me dijeron que toqué muy fluido y relajado». «Es lo que tiene una intoxicación alimentaria, que estás blandito, blandito», se ríe, para añadir: «Esto prueba que es cierto lo que les digo a mis alumnos y a mí mismo, que es que durante un concierto no tienes que pensar, sino dejar que tu cuerpo fluya».
«Luego me dijeron que toqué muy fluido y relajado. Es lo que tiene una intoxicación alimentaria, que estás blandito, blandito»
Pero ahí no acabó la aventura. «Al terminar, hasta di una propina, ojo, y saludé como un señor mayor, bajando la cabeza pero sin moverme mucho». Su relato, hilarante, se interrumpe un momento para incluir la apostilla que no puede faltar en la narración jocosa de cualquier andaluz: «Ya sé que soy muy sevillano, pero juro que no estoy exagerando nada». Acto seguido, me cuenta que le dieron las once en el camerino esperando que se le pasaran los dolores, porque después tenía tres horas de viaje en coche hasta la ciudad donde actuaba el día después.
Pero «en una de estas perdí la consciencia y me desperté desmayado en el suelo del camerino. Pedí una ambulancia, llegaron dos enfermeros polacos que debían medir dos metros y medio de altura, parecían leñadores, y me pusieron suero fisiológico». Recordemos: él es sevillano, pero no exagera. Si dice que medían dos metros y medio es simplemente porque medían dos metros y medio.
Al final, el afinador de los pianos se ofreció para quedarse con él hasta que se pusiera bien y llevarle en su coche. «Llegué al hotel a las cuatro y media de la noche. De aquél viaje volví a Sevilla con cuatro kilos menos, y mira que yo soy delgado».
Floristán acaba de regresar de una gira por Australia y Nueva Zelanda. En las próximas semanas se le podrá escuchar -sin indigestiones, esperemos- en el Auditori de Barcelona, con la Orquesta Sinfónica de Barcelona (OBC), interpretando el Tercer concierto para piano y orquesta de Bartok. Después da un par de recitales en Londres, tiene también actuaciones previstas en Segovia, Alicante y una gira por latinoamérica (Buenos Aires, Porto Alegre, Montevideo...)*