Nostalgia y fiesta mediterránea en el regreso de la Compañía Nacional de Portugal a Madrid
Carlos Prado trae al conjunto a Los veranos de la villa madrileños tras más de 20 años sin pisar suelo español
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Raquel Fidalgo y Joshua Earl interpretando 'Cantata' de Mauro Bigonzetti
Madrid ha podido disfrutar de buena danza durante el curso con el New York City Ballet, el English National Ballet, la querida CND… Y ahora con la Compañía Nacional de Danza de Portugal (Companhia Nacional de Bailado), que hace 20 años que ... no pisaba suelo español. La CNB llega a los Veranos de la Villa en Madrid los días 28 y 29 de julio con un programa compuesto por dos piezas bien distintas: 'Symphony of sorrows', del coreógrafo portugués y también primer bailarín de la compañía Miguel Ramalho, y 'Cantata', del coreógrafo italiano Mauro Bigonzetti. Ambas piezas están interpretadas por un conjunto de bailarines que deben bailar bajo un ambiente sombrío y lúgubre, en el caso de la primera pieza, y cambiar a un registro más desenfadado enmarcado en una fiesta popular italiana, para la obra de Bigonzetti.
«Ambas piezas muestran dos facetas de la naturaleza humana. Una es muy nostálgica y da una gran sensación de peso, y la otra es una fiesta propia de Italia, Portugal o España, encuadrada en el mediterráneo», asegura Carlos Prado, director de la compañía. Las músicas también son radicalmente distintas. Mientras que la primera pieza cuenta con una música de Henryk Gorecki, la coreografía italiana baila al son del grupo Assurd.
Carlos Prado, además de bailar piezas de Mauro Bigonzetti, trabajó con él muy de cerca y le ayudó en la creación de algunas de sus obras como 'Luce Nascosta' para el New York City Ballet o 'Cinque', una obra creada para bailarinas como Natalia Osipova y Polina Semionova. «Bigonzetti tiene una forma de coreografiar muy humana. La relación entre la humanidad y la coreografía es muy importante. Su lenguaje es muy específico», asegura el director. 'Symphony of sorrows' es una obra que Miguel Ramalho creó durante la pandemia. «Creo que es un coreógrafo joven y talentoso. Un coreógrafo externo necesita más tiempo para conocer a los bailarines, pero Miguel los conoce artísticamente y es mucho más fácil crear algo para ellos».
Gonçalo Andrade bailando 'Symphony of sorrows' de Miguel Ramalho
La compañía de Portugal tiene varias similitudes con la de España. Ambas surgieron en la época de los 70 y muchas de las piezas de repertorio pertenecen a los mismos coreógrafos como William Forsythe, Jiri Kilian, Mats Ek… Tres creadores que marcaron un antes y un después en la danza contemporánea y tres pilares fundamentales en algunas compañías europeas como la CND y la CNB. «Son unos creadores enormes que dejan un sello en quienes los han conocido y los bailarines que han trabajado con ellos. Ellos han generado una identidad en las compañías europeas como las nuestras», añade el director.
Además, la compañía de Portugal cuenta con varios bailarines españoles como Carlos Pinillos, primer bailarín de la compañía, de modo que volver a España es estar como en casa. «El público español ama la danza, así me lo dice la experiencia como bailarín tras visitar la capital, Barcelona, Sevilla… Estamos muy contentos de estar aquí».
«Una sociedad sin danza es una sociedad menos humana»
Carlos Prado
Carlos Prado lleva toda una vida vinculado a la CNB y hasta ahora su objetivo ha sido lograr una compañía versátil que pueda ir desde lo más clásico hasta la pieza más contemporánea. «Quiero que puedan afrontar ambas disciplinas con la misma facilidad», asegura. Lo cierto es que desde sus orígenes, la compañía interpreta un repertorio de lo más variado, desde 'La Sylphide' hasta piezas de Ohad Naharin. «Esto se logra solo con trabajo. Vienen muy preparados técnicamente hablando, pero eso se consigue según se organicen el modo de trabajo», reconoce.
Tiago Amaral bailando 'Symphony of sorrows' de Miguel Ramalho
Ser director de una compañía nacional no es tarea fácil y uno establece cuáles son los puntos fundamentales que no se deben perder. «Lo más importante es que el público portugués reciba danza bella y con calidad. Es fundamental apostar por la danza clásica, contemporánea y la creación». Al mismo tiempo, reconoce que urge desarrollar al bailarín para que mejore. «Sin bailarines no se puede hacer nada. Yo, sin ser coreógrafo, debo ayudarles a desarrollarse para que al final el público pueda ver un trabajo interesante y diversificado».
La vida de Prado es una vida bailada y sin la danza no podría vivir. Tampoco podría hacerlo la sociedad: «La danza es todo. Antes de hablarnos ya bailábamos. Toda la gente que no ha visto danza en su vida, cuando la ve por primera vez, siempre siente algo por dentro. La danza es la cosa más humana que existe Moverse es bailar y bailar es moverse. Una sociedad sin danza es una sociedad menos humana, más inexistente». Por ello, desde todos los ámbitos se debe trabajar para demostrar al poder político que la danza importa y toda ayuda es buena y necesaria. «Para hacer danza, los bailarines deben tener una vida con dignidad. La danza es un trabajo, a pesar de que haya gente que no lo quiera reconocer. Es necesaria la difusión y el conocimiento», añade.
Carlos Prado, director de la Compañía Nacional de Danza de Portugal
Ya decía Víctor Ullate en numerosas ocasiones que la danza era la cenicienta de las artes y que la falta de ayudas perjudicaba enormemente la vida de los bailarines. La situación desde entonces tampoco ha cambiado mucho. «Son tiempos difíciles para la danza. Hay mucha gente que hace un trabajo muy interesante en pequeñas compañías, pero no tienen el sustento necesario para subsistir», asegura. En España no hay una cultura de que la gente a título privado financie el arte, algo que a Prado le lamenta. «Tenemos un gran camino que recorrer para que, como en EE.UU. financiamos nosotros mismos el arte. Hay muchas más personas haciendo trabajos mucho más interesantes que hace 20 años, pero hay mucha menos ayuda». Al director le sigue sorprendiendo que España solo cuente con una compañía principal como es la CND. «Con tantas ciudades como tiene y con tanta grandeza que posee, no debería existir una sola gran compañía por no tener subsidio alguno», se lamenta.
Durante los últimos 50 años, la danza ha evolucionado muchísimo. Ha avanzado la técnica, los cuerpos y las condiciones físicas de los bailarines. Sin embargo, queda camino por hacer. «Los ritmos y los tiempos de creación han cambiado y la danza siempre evolucionará. Cuanta más información tengamos, más podremos avanzar», añade. Nada tiene que ver ya el 'Romeo y Julieta' que bailaban Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev en 1966 con el que bailan Marianela Núñez y Vadim Muntagirov aunque todos ellos provengan de la misma compañía. «Hoy no se hace clásico como hace 100 años, se hace mucho mejor porque los bailarines han probado otras cosas y ese bagaje ayuda mucho. Se baila mejor porque se curiosea en otras disciplinas mucho más»
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