Puntas de flecha, cotas de malla o adornos de indumentaria: La historia de la batalla de las Navas de Tolosa que aún está por contar

Las prospecciones en los escenarios de la contienda han permitido recuperar 2.600 piezas que han sobrevivido al expolio y que permitirán conocer mejor cómo transcurrieron los hechos aquel julio de 1212

Tras los restos de la épica batalla de las Navas de Tolosa

Adorno de indumentaria en latón dorado que perdió un combatiente en la batalla Proyecto Navas de Tolosa

La voz del pregón resonó en el campamento de la Mesa del Rey en la noche del domingo al lunes 16 de julio de 1212 y el ejército cristiano, formado por unos 12.000 hombres, recibió los sacramentos, tomó sus armas y partió hacia la ... batalla de las Navas de Tolosa. «No solo no moriréis aquí, sino que triunfaréis sobre vuestros enemigos», le había asegurado el obispo Rodrigo Ximénez de Rada a Alfonso VIII, pese a que, frente a ellos, más de 20.000 combatientes del califa Al-Nasir aguardaban en las inmediaciones del actual pueblo jienense de Santa Elena.

Cuenta el obispo en su crónica que Diego López de Haro se hizo cargo de la vanguardia, el conde Gonzalo Nuño, con los monjes templarios, hospitalarios, de Uclés y de Calatrava, se colocó en la línea central y en la retaguardia aguardó el rey castellano. También Pedro II de Aragón distribuyó de modo semejante a sus tropas y Sancho VII el Fuerte de Navarra avanzó con sus nobles a la derecha. En la primera y la única cruzada internacional en territorio europeo, que contó con la participación de caballeros llegados de Francia, Inglaterra, Italia y Alemania, «todos a una llegaron al momento decisivo de la batalla», relata Ximénez de Rada en 'De rebus Hispaniae'.

Han pasado ya más de 800 años de ese épico enfrentamiento que se saldó con un contundente triunfo cruzado. Más de ocho siglos en los que el tiempo vivido, las remociones del terreno y el expolio sistemático y continuado en esos parajes de lo que hoy conforma el Parque Natural de Despeñaperros hacía temer que apenas quedarían evidencias de aquel choque armado que abrió el camino del ejército cristiano hacia el sur. Y sin embargo, un equipo multidisciplinar de investigadores de la Universidad de Jaén, la Complutense y la Autónoma de Madrid y Patrimonio Nacional ha empleado nuevas metodologías que han permitido recuperar 2.622 piezas de la contienda que se han sobrevivido al expolio.

Diversos tipos de punta de flecha documentados durante la prospección Proyecto Navas de Tolosa

La mayoría son clavos, clavos de herraduras y herraduras, aunque los arqueólogos han logrado reunir más de 400 puntas de flecha de distintas tipologías, así como elementos de indumentaria, arreos de caballería, monedas, objetos que parecen estar relacionados con mobiliario y alguna herramienta. Unas piezas, todas ellas, que están sirviendo ahora para arrojar luz sobre la célebre batalla.

«Pensábamos que estaba todo muy esquilmado y ha sido toda una sorpresa«, admite Irene Montilla, profesora de Historia Medieval de la Universidad de Jaén e investigadora principal de este proyecto coral en el que participan expertos como Álvaro Soler, conservador de la Real Armería, y los profesores Juan Carlos Castillo, Juan Pedro Bellón, Mercedes Navarro, Miguel Ángel Lechuga, Vicente Salvatierra y Manuel Retuerce y cuyos primeros resultados fueron presentados ayer en el Museo Arqueológico Nacional.

Siguiendo la metodología empleada por el Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén en escenarios de la Segunda Guerra Púnica, los arqueólogos han prospectado sistemáticamente el área de la Mesa del Rey y de Castro Ferral. En los alrededores de esta fortificación acamparon las tropas cristianas en su avance hacia Santa Elena y se cuenta que allí un pastor les señaló la ruta que debían seguir para burlar la emboscada almohade del desfiladero de Losa.

El arduo trabajo de examinar el terreno palmo a palmo, cuadrícula a cuadrícula, ayudados por detectores de metales -que en manos de arqueólogos ayudan al conocimiento histórico común, no como en el caso de los "llamados detectoaficionados", según explicó Miguel Ángel Lechuga-, ha permitido recuperar 5.853 elementos metálicos, de los que 3.230 eran basura. El resto recogido es "una enorme cantidad de material bélico que evidencia que allí hubo una batalla", añadió el catedrático de la universidad jienense Juan Carlos Castillo.

Variadas puntas de flecha

Cada pieza ha sido georreferenciada para estudiar ahora, a través de un sistema de información geográfica, qué camino siguieron los ejércitos, dónde tuvieron lugar los enfrentamientos previos y cómo acamparon los cruzados en la Mesa del Rey. «Tenemos por ejemplo una zona en la que se concentran muchos clavos de herradura que parece indicar dónde estaban estabulados los caballos en el campamento cristiano y otra en la que aparecen elementos más cualificados, como monedas, que quizá sea donde estaban las tiendas de los personajes más relevantes», explica Montilla.

Fragmento de cota de malla recuperado durante la prospección arqueológica Proyecto Navas de Tolosa

La historiadora detalla que las puntas de flecha recuperadas, «todas ellas compatibles con el armamento contemporáneo a la batalla», están siendo estudiadas por el conservador de la Real Armería, quien «apunta a que hay una diversidad tipológica mucho mayor que en Alarcos o en Calatrava». Soler del Campo no pudo acudir ayer a la conferencia 'Una mirada arqueológica a la batalla de las Navas de Tolosa' en el MAN, pero Manuel Retuerce señaló en su lugar que han diferenciado 13 tipos genéricos y 33 variantes en subtipos. Aunque dominan las puntas de flecha llamadas "de cubo", destaca el número "de espigas" que en Calatrava la Vieja, por ejemplo, solo suponen un 10%. "Hasta el momento no podemos decir de qué ejército son, creemos que en parte este armamento es común", comentó el profesor de la Complutense.

Retuerce mostró algunas piezas que extrañan a los expertos, quizá traídas por los ultramontanos, o dos puntas de flecha ensartadas una dentro de otra. "¿Una herramienta? ¿Un sistema de transporte?", se preguntó.

Los investigadores han hallado también un importante número de guarniciones de indumentaria. Son pequeñas placas de latón doradas con decoraciones variadas de motivos vegetales, cruces o incluso lo que parece ser un oso rampante, que se utilizaban como adorno en los ropajes. «La apariencia del ejército, que estuviera bien equipado, bien pertrechado y bien dispuesto para la batalla infundía temor en el adversario», explica la medievalista de la Universidad de Jaén, contenta de que «a pesar de todo el expolio que se ha producido a lo largo de los años, aún hemos podido encontrar esas guarniciones de indumentaria que perdieron los combatientes que participaron en la contienda».

Piezas inusuales de armadura

En las prospecciones han recuperado además unas piezas que pertenecerían al ejército almohade y que no se habían documentado hasta ahora en Occidente en ese periodo. Se trata de unos qarqal o coracinas, unas placas metálicas rectangulares con unos remaches para ser colocadas sobre prendas de cuero y que, unidas unas con otras, conformarían una especie de armadura. «Tenemos noticias de que los ejércitos turcos las usaron, pero en contextos mucho más tardíos», resalta Montilla en conversación con ABC.

Más que un puesto de control Las excavaciones en Castro Ferral han revelado que esta fortificación es un verdadero castillo Proyecto Navas de Tolosa

Descubrieron estas piezas de armadura en la zona de Castro Ferral, donde encontraron un clavo con una epigrafía en árabe en su cabeza con una alabanza a Dios, así como un sello también con epigrafía islámica y restos cerámicos almohades. Esta fortaleza situada en un cerro elevado siempre se ha tenido por un puesto de guardia que controlaba el paso entre la Meseta y Andalucía, pero las excavaciones han dado «una sorpresa mayúscula» a los arqueólogos.

«Estamos viendo que no es una pequeña fortificación, sino un verdadero castillo de una entidad muy superior, con diferentes obras de refuerzo y varias líneas de muralla con muros que conservan dos metros de altura», relata la historiadora.

Sus hallazgos les llevan a replantearse la función que cumplía este castillo. Por la cantidad de escoria de hierro que han encontrado y el propio nombre de Castro Ferral, creen que estuvo ligado a una actividad minera. Con origen romano, como otro fortín cercano situado en otro paraje del parque de Despeñaperros llamado El Castillejo, fue reutilizado en época andalusí y también tras la conquista cristiana.

Desde allí saben que las tropas cruzadas partieron hacia la Mesa del Rey, aunque todavía no han podido determinar qué ruta tomaron. «Las fuentes escritas dan noticias contradictorias o que no casan bien con la geografía del sitio», señala Montilla.

Un proyecto de toda una generación de arqueólogos

El recorrido que siguieron los ejércitos antes de la batalla es solo uno de los objetivos del proyecto 'Patrimonio Histórico, Naturaleza y Turismo en el Parque Natural de Despeñaperros: Análisis arqueológico del campo de batalla de las Navas de Tolosa: escenarios, rutas, materiales y paisaje natural'. Los investigadores también pretenden conocer dónde se produjeron los enfrentamientos previos a la 'batalla de la Cuesta' que mencionan las fuentes árabes, así como delimitar la zona donde se ubicaron los campamentos del ejército almohade. Y, por supuesto, prospectar en un futuro el espacio del propio campo de batalla.

«Tenemos objetivos para los próximos cinco años… y para los próximos diez, pero necesitamos más financiación», sostiene la investigadora principal de este estudio que respalda económicamente la Junta de Andalucía y que cuenta con la colaboración de la Diputación de Jaén, el Parque Natural de Despeñaperros y el Ayuntamiento de Santa Elena.

"Es un proyecto de toda una generación de arqueólogos. Queda mucho trabajo por hacer", subrayó en el MAN Juan Carlos Castillo, catedrático de la Universidad de Jaén.

El proyecto está concebido desde un principio con la idea de que las investigaciones arqueológicas repercutan en una mayor afluencia de turismo cultural al Parque Nacional de Despeñaperros que revitalice la economía del municipio de Santa Elena y frene la despoblación. Por el momento, los estudios sobre Castro Ferral contribuirán a la protección de este lugar aún poco conocido y con el tiempo, «terminaremos solicitando la declaración del Parque como Zona Patrimonial», promete Montilla.

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