Víctor Manuel: «Pegarse tiros en el pie forma parte de la estupidez congénita de la izquierda»

Este recorrido por lo mejor de su trayectoria ofrece además una selección de temas de grandes directos de su carrera procedentes de discos ya míticos como 'Mucho más que dos', 'El gusto es nuestro' o '50 años no es nada', y por si esto fuera poco también incluye un total de veinte colaboraciones, diecisiete de ellas atesoradas por Víctor a lo largo de su carrera (con Raphael, Ana Belén, Sabina, Miguel Ríos, Pablo Milanés, Serrat, Aute, El Gusto es nuestro o María Dolores Pradera, entre otros) y otras tres de reciente factura, 'La madre' junto a Dani Martín, 'Quiero abrazarte tanto' con Rozalén, y la versión 2022 de 'Sólo pienso en ti' que a modo de tributo, interpretaron conjuntamente Amaral, Andrés Suárez, Dani Martín, Iván Ferreiro, Jorge Drexler, Rozalén, Santi Balmes (Love of Lesbian) y Sidonie.

-Tengo entendido que la selección de los 59 temas es exclusivamente suya, ¿es así?

Sí, es la primera vez que lo hago, parece mentira después de tantos años. Siempre son las compañías las que hacen estas cosas por su cuenta, pero en esta ocasión me vi en la necesidad de intervenir porque yo no quería que estuviesen sólo los grandes éxitos, quería incluir rarezas, caras B, cosas que no se incluyen normalmente. Por eso hay unas cuantas joyitas, o como yo digo cuando las canto en directo, 'canciones desgraciadas', que no le importaron a nadie cuando salieron y me dejaron un poco frustrado.

-Le voy a hacer una pregunta, y la gracia estará en que me responda lo primero que se le ocurra, sin pensarlo mucho: ¿cuál sería el Top5 de imprescindibles de Víctor Manuel?

Yo creo que pondría 'El abuelo Víctor', 'Asturias', 'La madre', 'Sólo pienso en ti' y 'La planta 14'.

-¿Y las cinco rarezas más raras de la antología?

Me gusta mucho que estén 'Matador', 'Canción pequeña', 'Me gusta saber de ti', o 'No quiero ser militar', una canción que salió en un momento muy extremo, en 1972.

-¿Qué ocurrió cuando salió esa canción, antes de acabar la dictadura?

Esa canción fue un poco 'parteaguas' para mí, porque la mandé junto a varios otros temas a los organismos de censura, y me aplicaron un silencio administrativo durante varios años. Yo enviaba canciones y canciones, y no me contestaban. Como veía que no podía editar canciones propias, decidí sacar un disco de transición con folclore asturiano que se llamaba 'Verde'. Esa canción era brutal, muy provocadora, y la mandé a censura un poco en plan «venga, les voy a joder la mañana» (risas), y a la semana siguiente Fuerza Nueva publicó la letra. Para que veas las conexiones que había entre el Ministerio de Cultura y Blas Piñar.

-Miguel Ríos me dijo una vez, claramente hiperbolizando, que prefería la censura franquista a la actual porque estimulaba el ingenio de los letristas.

No sabe lo que dice (risas). No estoy de acuerdo para nada. Hace poco han reeditado 'Spanien', un disco que grabé en la República Democrática Alemana en el año 77, ¡crucé el Muro de Berlín para hacer un disco! En ese álbum hay letras que sólo se pueden entender si tienes un manual para descifrarlas. Lo que pasa con la censura de ahora es que es más jodida, más sibilina, y está en las redes, donde a la gente se la machaca si se atreve a salirse del tiesto. La gente ya no está por complicarse la vida, han visto cómo les han zurrado a sus mayores por opinar y prefieren cuidarse.

-Las redes han menoscabado el activismo político de los artistas, y eso es muy lamentable.

Sí. Recuerdo que hace muchos años, cuando el 'No a la Guerra', le dieron una caña tremenda a Álex Ubago por apoyar la campaña. Le dieron con una alevosía, por algo tan inocente... y eso que estaba en contra de la guerra el noventa por ciento de la población. Lo machacaron, fue una cosa increíble. En el momento que disientes, la gente está ahí como esperando para darte caña.

-¿Siente cierta incomprensión por la (sobre)dimensión que se le otorga a las declaraciones políticas de los artistas?

Parece que está prohibido tener opiniones políticas. Si las tienes, pagas un peaje. En el momento en que te muestras tal como eres, lo pagas. Pero creo que eso se ha suavizado, porque por ejemplo, ahora los partidos políticos se miran muy mucho lo de utilizar a artistas para campañas. Ven que ya no es útil. Porque además, ¿por qué hay gente que cree que si yo digo que voto a tal o a cual, mis fans van a hacer lo mismo? Eso nunca ha sido así. La gente decide por otros mecanismos, básicamente por el bolsillo, y otros por los sentimientos.

-¿Lo de Sabina se ha sobredimensionado?

Yo creo que sí. Como nunca habla ni da entrevistas, cuando lo hace son todo titulares. Le meten los dedos en la boca y él vomita.

-¿Entendió en cierta manera lo que quería decir?

Sí, pero no lo comparto. No me gusta que se generalice. Si hablas de la «izquierda latinoamericana», dime a cuál te refieres. Meter en un mismo saco a Nicaragua y a Lula no tiene sentido. Sembrar confusión no beneficia a la sociedad. Joaquín puede decir lo que se le pase por la cabeza, pero creo que ahí está desenfocado en lo que dice.

-Yo creo que se refería sobre todo a las pasadas de frenada de eso que llaman 'puritanismo de izquierdas'.

Yo mismo no entiendo algunas de esas pasadas de frenada. E igual que me pasa a mí, le pasa a mucha gente. Y los partidos y los gobiernos tienen que tener mucho cuidado con eso, porque si no se te va quedando gente atrás. Ahí hay una masa crítica muy importante.

-Volviendo al tema de las rarezas, he visto que no ha incluido su canción más rara con diferencia, 'Un gran hombre', donde rendía homenaje a Franco.

Es que no es representativa de nada. Yo creo que editaron quinientas copias, pero todavía hay gente que se enreda con estas cosas. Curiosamente, esa canción no empezó a existir cuando la publiqué en 1964, sino catorce años más tarde, cuando hice la canción de la campaña electoral del Partido Comunista en las primeras elecciones. Ahí sí se acordaron de ella. Leyendo la letra de esa canción, te das cuenta de que está escrita por un gilipollas. Porque las cosas que dice... son de auténtico gilipollas.

-¿Cree que vivimos un revival del franquismo?

No lo sé, porque a mí no se me ocurre pasarme por la Plaza de Colón a ver a una panda de cafres diciendo tonterías. Sientes que están ahí, que han crecido muchísimo, pero ese auge, esa fiebre no será perpetua. Cuando acabó el franquismo, la extrema derecha estuvo sacando cincuenta mil votos durante no sé cuánto tiempo. Después, prácticamente desaparecieron. Hasta que las circunstancias han propiciado que puedan vociferar y que haya un montón de gente que les escuche y les vote.

-¿El independentismo despertó a la bestia?

Sí, despertó a la bestia, y volvieron las dos España más antagónicas para retarse. Es un momento difícil, porque no se pueden poner puertas al aire. Yo recuerdo cuando en el País Vasco todo estaba muy esquinado, y había gente a la que le hubiese encantado que desapareciesen los trescientos mil abertzales que votaban a Herri Batasuna en las elecciones. Muchos de ellos se han reconvertido, se han dado cuenta de que lo que habían apoyado era un gilipollez, de que matar a tanta gente era una barbaridad. Han recogido velas y se han dado cuenta de que las cosas van mejor ahora que antes, cuando lo que estaban haciendo no les llevaba a ningún sitio. Yo creo que en Cataluña ocurrirá lo mismo.

-A un año y poco de elecciones generales, la izquierda a la izquierda del PSOE otra vez a la gresca.

Es el sino de los partidos de izquierda, pelearse, deshacerse, reconfigurarse... Es una estupidez congénita de la izquierda, lo de pegarse un tiro en el pie cuando tiene posibilidades de hacer cosas y mejorar la sociedad.

-¿Cómo cree que hubiera sido una pandemia con Gobierno de derechas?

A la gente le resulta difícil imaginarlo, pero yo estoy convencido de que hubiese sido terrible. Se habrían quedado muchos más millones de personas descolgadas por el camino.

-Volviendo al disco, la presencia de Pablo Milanés en la antología ha adquirido una dimensión distinta, claro.

Estoy encantado de que esté. Una de las últimas alegrías que le di fue cuando editaron en vinilo 'En blanco y negro', que sólo estaba en CD. Se la mandé y le algró muchísimo. Yo sabía que estaba muy malito estos últimos meses. La noticia de su muerte me pilló en México, donde coincidí con su hijo, y fue un palo porque confiaba en llegara tiempo para verle en persona antes de morir. Ya estaba en paliativos, y no me ha dado tiempo a darle un último abrazo.

-Pablo además había perdido a una hija recientemente...

Sí, eso es otra cosa que le machacó mucho. Fue un ictus repentino y le dejó muy dolido.

-En el libreto de la recopilación se destaca su lucha por los derechos de autor. ¿Alguna vez se sintió solo en la batalla, como le ocurrió a Ramoncín?

No, porque tampoco estaba en el frente de la batalla como estaba él. Cuando absolvieron a Teddy Bautista me acordé mucho de que en su momento yo denuncié que tras las noticias de corrupción sólo había humo. ¡Madre mía los palos que me cayeron por decir eso! Yo estaba convencido. En la Sgae hemos hecho muchas cosas mal, pero se ve que lo peor que hemos hecho ha sido recaudar dinero para repartir entre los autores.

-¿Alguna vez le han hecho una oferta por su catálogo?

Sí, me han tentado. Nunca llegué a hablar de cifras, pero cuando lo comenté con mis hijos, mi hija me dijo «te vuelo la cabeza como vendas tu repertorio» (risas). En Estados Unidos o Inglaterra, los artistas grandes que vender su repertorio no se aseguran la vida, se la aseguran a las próximas cinco generaciones de su familia. Y las cantidades que se ofrecen aquí no dan para eso ni mucho menos. No merece la pena.

-¿Hay conciertos a la vista?

Sí, estoy dando conciertos, el 21 de diciembre estaré en el WiZink Center, y seguiré hasta junio con la gira 'La vida en canciones' que dio pie a este disco.