Rafael R. Villalobos: «La ópera hoy no puede ser un espectáculo burgués»
El director de escena ha suscitado un intenso debate en el magma cultural de Barcelona con el estreno en el Liceo de su producción de 'Tosca'
El lirio de Tosca
Barcelona
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Iniciar sesiónEl director de escena Rafael R. Villalobos (Sevilla, 1987), acaba de estrenar en el Gran Teatro del Liceo su producción de la ópera 'Tosca' de Puccini, que ha suscitado un intenso debate en el magma cultural de la ciudad. Esta coproducción ... del teatro de La Monnaie de Bruselas, Liceo, Maestranza, Salas del Arenal y Ópera de Montpellier establece un paralelismo entre la vida del protagonista masculino, Mario Cavaradossi, y el cineasta y escritor Pier Paolo Pasolini. Ambos mueren asesinados a causa de sus ideas políticas, y Villalobos pone el acento precisamente en el compromiso de los artistas con la sociedad que los ve crecer.
- ¿Qué recuerdo le queda de la noche del estreno?
- Fue una noche hermosa y emocionante. A mí me emocionan las funciones que vibran, que se convierten en una especie de hervidero de emociones. Para mí lo terrible sería un estreno donde la gente se fuera a casa al terminar la función sin hablar con el de al lado, sin comentar nada, sin expresar nada. Esa sería una idea tan burguesa de la ópera y tendría tan poco sentido la financiación pública...
- Hay quien se pregunta qué necesidad hay de hacer montajes que vayan más allá de lo que estrictamente dice el libreto. ¿Qué opina usted al respecto?
- La ópera hoy no puede ser un espectáculo burgués, pensado solo para una parte de la ciudadanía. La ópera cambió de paradigma hace unos cuarenta años, al dejar de ser un espectáculo de explotación privada a tener financiación pública. Tenemos que pensar en todos los ciudadanos, y no solo los que pagan entrada, porque todos a través de sus impuestos pagan una parte de la factura. No tiene sentido repetir producciones que no interpelan a nadie, que no aportan nada al debate social y cultural de la ciudad que está pagando ese espectáculo.
«Para mí fue muy doloroso que en Barcelona, la ciudad de Puigserver, el público no respetara a los artistas que en ese momento estaban haciendo su trabajo»
- ¿Qué aporta, pues, una 'Tosca' como la suya?
- Es una 'Tosca' absolutamente respetuosa con la partitura y el libreto. Incluso muchas de las imágenes que van apareciendo intentan reflejar los 'leitmotiv' que Puccini ha ido introduciendo en la partitura. Cuenta la historia tal como es, y juega con los 'leitmotiv'. Una nueva producción, que requiere una inversión de recursos públicos, tiene que dejarnos con más preguntas que respuestas. Estoy muy orgulloso de que esta Tosca coloque al Liceo de Barcelona en el centro de ese debate. Si el resultado de esta producción es el debate que se vive estos días en Barcelona, entonces la inversión hecha en la producción es más que válida.
- Escuché a alguien bromear, tras la función: ¿Por qué se fijó en Pasolini y no en Groucho Marx, que habría sido más divertido?
- Yo quería ahondar en la dimensión política de Tosca. Cuando empecé a fijarme en Mario Cavaradossi, vi que 'Tosca' es una obra tremendamente política. Me interesaba, pues, hablar del odio hacia los artistas que ponen en cuestión el sistema. Mario muere por una cuestión política, y me dí cuenta de que había muchos paralelismos entre la vida de Pasolini y la trama de Tosca.
- ¿Ahondar en la dimensión política tiene que ver con partidos políticos, elecciones, etcétera?
- No tiene nada que ver con partidos. Cuando me pongo a pensar en qué querían contar en la obra sus autores, y en cómo traer ese mensaje a la actualidad, me planteo qué es el Liceo, qué posición debería tener en Barcelona. Va más allá de la militancia política, no se trata de eso. Es entender que la ópera tiene que ser un espectáculo comprometido, que los artistas tienen que estar comprometidos, como los estaban Cavaradossi y Pasolini. Me gusta especialmente la cita con la que se abre el segundo acto: haga lo que haga un artista, es escandaloso para el sistema. El día del estreno esa frase fue más pertinente que nunca.
- ¿Se esperaba la reacción del público, con abucheos al final, pero también en plena función?
- Yo no había hecho cábalas. Yo solamente espero que el público respete a los artistas y la libertad creativa. Y que luego, en el momento en que el público tiene su libertad para expresarse, también la use. Cuando ensayo no tengo espacio mental para pensar en cómo reaccionará el público. Lo que sí que deseas es que el público reaccione.
- ¿En La Monnaie también abuchearon al principio del segundo acto?
- No lo hicieron, pero no me gusta comparar las ciudades, ni sus teatros ni sus públicos. En mi estudio tengo un original del cartel de Fabià Puigserver, uno de los fundadores del Teatre Lliure, a favor de la libertad de expresión. Para mí fue muy doloroso que en Barcelona, la ciudad de Puigserver, el público no respetara a los artistas que en ese momento estaban haciendo su trabajo, Germán Parreño y Hugo Bolívar. Yo defiendo la libertad del público para expresarse. ¡Por supuesto! Pero para eso tiene su momento, al final, y para eso salgo yo a dar la cara.
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