Pulseras luminosas, tecnología punta y euforia: la fiesta global de Coldplay, desde dentro
El arma (no tan) secreta de la gira 'Music of the spheres' son las Xylobands, pulseras luminosas que convierten al público en parte del espectáculo
Crónica del concierto: Coldplay: hasta el infinito y mucho más allá
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Barcelona
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Iniciar sesiónPasan pocos minutos de las doce de la noche y en el transbordo de Diagonal todo son carreras y sprints para no perder el último metro. En el andén, una chica espera y repasa lo grabado con el móvil. No hay mucha gente, así que ... puede darle volumen. Pedazos de 'Yellow' por aquí, un trocito de 'Viva la vida' por allá. Griterío eufórico como sonido ambiente. Sonrisa de aprobación y dedazo a redes. ¿Estado? Subiendo. A la nube. O más arriba aún. A saber. Un par de horas antes, en el Estadio Olímpico de Barcelona, ese mismo gesto es moneda de cambio. Grabar, retransmitir, compartir.
El multiverso, quién sabe, quizá sea esto. Estar a los pies de Coldplay y querer estar en todas partes al mismo tiempo. «Look at the stars / Look how they shine for you», canta Martin. Pero no son estrellas. Son puntitos de luz con vida propia. Bombillas humanas que palpitan en tecnicolor y, acto seguido, forman corazones en las gradas.
lo mejor que me ha pasado en la vida #ColdplayBarcelona pic.twitter.com/G4f0cPAPGv
— ángela🤍 (@angelaturiel) May 25, 2023
Es el arma (no tan) secreta de esta gira; la guinda a un prodigioso despliegue visual y tecnológico con el que los británicos se han propuesto doblegar el pop de estadios. Se llaman Xylobands y su funcionamiento no podría ser más sencilla: a la entrada del recinto, cada asistente recibe una pulsera equipada como un receptor de radiofrecuencia y, en cuanto empieza el concierto, magia.
Suena 'Yellow', el técnico de luces pulsa un botón y, como por arte de ensalmo, todo el estadio se tiñe de amarillo. El público, de pronto, ya no es solo un ser pasivo, también forma parte activa del espectáculo. Contribuye desde dentro, se funde con las canciones y las lleva aún más arriba. Si Rosalía se sacó de la chistera un escenario que venía a ser como una pantalla de Instagram en versión colosal, Coldplay salen a tocar cada noche con una banda de apoyo de 55.000 personas. Todos a una. Sin fisuras.
Ni los vídeos hacen justicia a lo vivido ayer. Sigo sin palabras. Gracias, @coldplay 🥹✨️🪐🌌 #ColdplayBarcelona pic.twitter.com/f6bhPUp8N4
— Victoria Nadal (@v_nadal) May 25, 2023
Incluso en la zona de prensa, tradicionalmente ajena a este tipo de manifestaciones colectivas, centellean las pulseras. Resplandecen. 'Adventure in lifetime' en los altavoces y un arco iris en la pista. ¿Sería igual el efecto de 'Charlie Brown' sin decenas de miles personas brincando y cambiando de color como luciérnagas psicodélicas? Seguramente no.
Así que siempre es carnaval en un concierto de Coldplay. Fiesta grande. «Un momento», frena de pronto Martin. «¿Qué es eso? ¿Cómo lo haces?», pregunta, francamente asombrado. Primer plano del público y se desvela la incógnita: lo que tanto ha llamado la atención el cantante es una chica haciendo un pilar 'casteller' en medio de la pista. «¡Es lo mejor que hemos visto nunca en un concierto!», dice. Y es que, cuando al público le das protagonismo, es normal que se acabe viniendo arriba.
Lo MEJOR del concierto de esta noche de @coldplay en #Barcelona, es cuando #ChrisMartin, ha hecho DETER la interpretación de «#YELLOW»… ¡¡¡Porque ha FLIPADO al ver a una chica Catalana #Castellera!!! 😅🤣🥰🥰🥰🔥❤️🔥❤️🔥❤️🔥
— Leñador Films TV (@LenadorFilms) May 24, 2023
🎥 @Xavi_Lenador para @lenadorfilmstv #ColdplayBarcelona pic.twitter.com/ier3FkjMyi
Y no solo eso: la comunión retroalimenta la euforia y la gente se siente parte de algo importante durante un par de horitas. La sorpresa llega con 'A sky full of stars': brazos en alto, pulseras resplandeciendo y, de pronto, frenazo calculadísimo. Vamos a volver a empezar, dice Martin, pero esta vez sin móviles. Sólo con manos. Y con almas. El Paulo Coelho del pop pide y la audiencia obedece .Y ahí está la gran paradoja: porque todo en la gira de 'Music of the spheres', con sus llamaradas, sus cañonazos de confeti y sus barridos luminosos, parece pensado para grabar, retransmitir y compartir. Sobre todo para compartir.
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Pura fotogenia inmersiva con conciencia ecológica. Porque la tecnología punta, parecen decir Coldplay, no tiene por qué ser incompatible con el cuidado del medio ambiente. De ahí que el escenario esté construído con acero reciclado, que la electricidad del backstage se genera con aceite de cocina usado y que las Xylobands se reutilicen, una vez esterilizados, concierto tras concierto. Una manera de reciclar y, siguiendo la filosofía Coldplay, quién sabe si conectar con quienes la llevaron antes en Coimbra, Rio de Janeiro, Buenos Aires, Bogotá o Lima y formar parte de una experiencia global. La gran familia Coldplay. O algo así.
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