Los Sex Pistols en Disney: ¿pero esto qué es?
La plataforma estrena este 8 de septiembre su miniserie 'biopic' sobre la banda punk con mayor alcance subversivo de la historia
Los Sex Pistols de Disney
La serie de los Sex Pistols llega a Disney+. ¿Qué será lo siguiente? ¿Una nueva atracción de Disneyland París inspirada en la epilepsia de Ian Curtis? ¿El 'biopic' de Eskorbuto producido por FAES? ¿O, quizá, una antología con las ... mejores letras de GG Allin prologado por Tamara Falcó? El mundo no es que no sea lo que era (que es lo suyo), es que es un sindiós total. Y 'Pistol' se estrena el 8 de septiembre en nuestro país.
Dirigida por Danny Boyle, el de 'Trainspotting' o 'Slumdog Millonaire', muy fan de la banda londinense, y basada en las memorias de su guitarrista Steve Jones ('Lonely Boy: Tales from a Sex Pistol'), la miniserie ha disgustado profundamente a su cantante, Johnny Rotten (Juanito Podrido), que la ha descrito como «una fantasía de clase media» aparte de rajar de todos los involucrados, incluidos sus excompañeros: «Está totalmente en contra de todo lo que alguna vez defendimos. ¿Lo único que tienes de valor en tu vida lo vas a abaratar por ganar cinco libras extra?», dijo a 'The Guardian'.
De querer derribar el 'establishment' a bailar pegado con Mickey Mouse, el vocalista que se rio de todos («¿Alguna vez os habéis sentido estafados?», dijo en su último concierto) se siente muy agraviado también porque, explica, lo armaron todo a sus espaldas hasta que su mujer estaba muy enferma: «Escogieron el momento adecuado para clavar el cuchillo. Mi punto más débil. No podía concentrarme en esta tontería». Y viendo solo el tráiler, zanjó: «Es karaoke. Las voces, la forma en que hablan... suena como un grupo de niños. Disney ha robado el pasado y ha creado un cuento de hadas que se parece poco a la verdad».
«No queremos que le guste», nos cuenta a ABC Craig Pearce, el 'showrunner'. «Nos gustaría que la viera y le gustara en secreto. Pero no que lo diga, no es lo suyo. Él brilla por su valentía y su naturaleza provocadora. Así era y así es», responde el creador casi entre risas. Por su parte, Danny Boyle concuerda: «No quiero que le guste, quiero que la ataque». Rotten le replicó en la prensa británica: «¡Oh, qué adivino! Es repugnante. ¿Cómo puedes ir de honrado cuando no involucras al líder que escribió las canciones y tuvo que esconderse, soportar las patadas y las admoniciones públicas?».
Anarquía o Mickey Mouse
Segunda mitad de los 70, época de pico de desempleo, huelgas y ausencia de futuro en el Reino Unido, 'Pistol' narra el incendio que provocó la joven banda con su incisivo nihilismo, sorna y caos. Una subida del peldaño transgresor y desesperanza autodestructiva en el que la industria y los medios de comunicación colaboraron con sus censuras amplificando un mensaje, un único disco, 'Nevermind the Bollocks' ('Nos suda los huevos'), y una reunión humana propulsada por la tensión entre el demiurgo agitador, Malcolm McLaren, y Rotten, dos ajedrecistas alfa, y con el guitarrista Steve Jones, interpretado por Toby Wallace, clavado, por cierto, a nuestro 'punki negro' Cecilio G, como bisagra macarra. «El rock and roll está terminado. Nosotros lo matamos», se jactaba Rotten.
¿No es chocante que Disney esté detrás? «Es bastante sorprendente, lo sé. Pero son una gran compañía y son FX los que la producen, pero la propia Disney, por supuesto, la apoya increíblemente. Son una iglesia muy amplia. Incluso en la forma en que tratan de estructurar su oferta, saben que la gente tiene diversos gustos. En la misma plataforma puedes ver series como 'Dopesick' (de adictos a los opiáceos) y 'Pam y Tommy' (aborda el escándalo mundial tras el vídeo sexual de Pamela Anderson y Tommy Lee). Estamos en un mundo nuevo y valiente».
Ninguna subversión sin fagocitar
Hemos querido preguntar a punks avezados como Julián Hernández (Siniestro Total), Jorge Navarro (Biznaga) y Tomás González Lezana, doctor en Física y autor de 'Punk, pero ¿qué punk?', si ven algún conflicto al 'affaire' Sex Pistols-Walt Disney. El líder de Siniestro confiesa que «los biopics de músicos me interesan poco o nada, incluso cuando el/la artista o el grupo sea la hostia, como es el caso de los Sex Pistols. Estos chicos tienen un problema: su único álbum es una obra maestra, tienen un 100% de obras maestras en su discografía, algo de lo que nadie puede presumir. Por si fuera poco, su 'Filthy Lucre Live', grabado durante su Gira del Lucro Indecente de 1996, es uno de los mejores directos de la historia del rock. Y si su gira de reunión finisecular ya se llamaba así, ¿a qué vienen ahora las acusaciones de 'vendidos' que hace Rotten a sus excompañeros? De todas formas, seguro que tiene razón en que la serie no va a molar una mierda, porque la oferta de biopics nunca va a estar a la altura de aquella genialidad imbatible».
Por su parte, el letrista y bajista de Biznaga cree que «lo que realmente molesta a Rotten (Lydon ahora) de todo este asunto, no es tanto que se mancille el legado del grupo, como que no se haya contado con él. Sospecho que es una cuestión más de ego que de otra cosa, porque este arrebato de 'autenticidad' no resulta creíble cuando la herencia de Sex Pistols esta ya más que dilapidada. No se puede ser un anticristo del pop y acabar anunciando mantequilla sin que tu 'imagen pública' (guiño guiño) se resienta». Dicho esto, opina que que la factoría Disney sea quien ponga en circulación la serie «me resulta irónico y hasta esperpéntico, pero no puedo decir que me extrañe realmente. Se trata de una producción 'mainstream', estéticamente cuidada, con un realizador de renombre y cuya aspiración es obviamente comercial, por lo que no podía suceder de otra manera que a través de una mega corporación de entretenimiento. Que sea Disney, Netflix o HBO es lo de menos».
González Lezana considera que «el sistema tiene una capacidad encomiable de fagocitar y deglutir todo aquello que pueda resultar subversivo. El punk no se libra de este proceso de asimilación. Tras la misma irrupción de los Pistols en escena, con sus provocaciones y escándalos en televisión, las estructuras se terminan reajustando y las imágenes provocadoras se adaptan e integran como moda. De ahí a la venta de camisetas de Ramones en grandes almacenes o al uso de canciones de punk en anuncios de pantalones. Lo bueno es que persiste la vena de protesta y de crítica, de cuestionamiento de todo que aún mantienen muchos grupos y colectivos. Aquello que representaron y provocaron los Pistols, los Clash, los Dead Kennedys y un larguísimo etcétera sirvió, claro que sirvió».