Mito y realidad de medio siglo de hip hop en Nueva York

Viaje al mítico Bronx en el que nació una expresión cultural que ha impregnado el mundo desde sus orígenes en 1973

¿Acaso los cómicos inventaron el rap?

Miseria, relámpagos y tocadiscos: así nació el hip hop hace 50 años

Revoluciones de pasarela, por Jesús Lillo

Una de las celebraciones del 50 aniversario del nacimiento del hip hop, 'presidido' por un mural de The Notorius Big AFP

Javier Ansorena

Corresponsal en Nueva York

Hay un Bronx señorial, de mansiones que se levantan sobre jardines cuidados. Hay un Bronx suburbano y aburrido. Hay un Bronx caótico, que parece una calle de Lagos, con miles de negocios y tenderetes a la sombra de un metro elevado. Hay un Bronx que ... es la meca del béisbol, la casa de los Yankees. Hay un Bronx de zombies por el fentanilo. Hay un Bronx que fue italiano y del que quedan letreros de restaurantes y escaparates con 'biscotti' y 'cannoli'. Hay un Bronx de torres de vivienda social que parecen cárceles. Hay un Bronx que solo habla español, 'papi'. Hay un Bronx que se gentrifica con bloques de lujo sobre su propia ruina, en el que a ratos conviven las percusiones del taladro neumático y de las pistolas. Y hay un Bronx mítico en el que nació una expresión cultural que ha impregnado y dominado al mundo en el último medio siglo: el hip hop.

Su capital es una dirección que conoce cualquier aficionado al hip hop: 1520 Sedgwick Avenue. Es una torre anodina de 18 pisos, sesentera, utilitaria, de ladrillo amarillo. Los andamios en la fachada son evidencia de una reforma parada. Apenas pasan vecinos. Una señora que se monta en un Uber, un chaval que sale del portal y prueba a abrir la puerta de un coche aparcado. Sin suerte.

En su planta baja hay una sala de actividades, donde hace hoy 50 años se alumbró el hip hop. Esa noche del 11 de agosto de 1973, Cindy Campbell organizó allí una fiesta. Pinchaba su hermano, Clive, conocido como DJ Kool Herc. Allí eclosionó el género: Herc aislaba los 'break' y las conexiones floridas de batería de una canción y las repetía, los bailadores primitivos de 'breakdance' -los 'b-boys' y las 'b-girls'- se volvían locos con ello, un 'MC' -Coke La Rock- animaba la parroquia con frases y rimas cortas que eran la semilla del rap, había grafiteros…

Aquella fiesta fue mítica, en el sentido literal de la palabra. «1520 Sedgwick Avenue es el Belén de la cultura hip hop», ha dicho Herc en alguna ocasión, pero él y muchos otros saben que quizá no hubo mula, ni buey, ni pastores. El 'flyer' o tarjeta de invitación a la fiesta, escrita a mano por Cindy, con fecha y participantes, el documento del acontecimiento histórico era falso. En algunas entrevistas, Herc colocaba la fiesta en otro año. Hubo otras fiestas, en otros edificios, en el cercano Cedar Park, en esquinas donde la chiquillería, como hoy, se refrescaba con los surtidores de agua para los bomberos. Se improvisaba ya en las canchas de baloncesto, como la legendaria de Rucker Park, patria del estilo descarado que domina ahora la NBA, donde hoy se sigue escuchando y bailando hip hop mientras juegan los chavales.

Pioneros

«La realidad es que 1520 Sedgwick sea el lugar de nacimiento del hip hop es algo que hemos acordado», dice Lawrence Parker, más conocido como KRS-One, un rapero legendario de los años ochenta. Se ha juntado con otros pioneros del género en un evento organizado por la Biblioteca Pública de Queens con motivo del aniversario. Con él está Sha-Rock, considerada la primera mujer 'MC', que protagonizó la primera aparición del hip hop en 'Saturday Night Live', en 1981. «¿Cómo sabían de ti si ni siquiera habías grabado?», le preguntan. «¡Las calles me conocían a mí!», responde sin perder chulería.

Aquellas calles eran hace medio siglo muy diferentes a las de ahora. Si al turista le da hoy respeto meterse en las zonas duras del Bronx, entonces eran un infierno. «El Bronx era cristales rotos por todas partes, autopistas destrozadas, edificios en llamas», recuerda KRS-One, que vivió de niño en Sedgwick Avenue. No exagera. En los setenta, el Bronx era un Dresden, con manzanas enteras incineradas, montañas de escombros. La violencia que vino con el 'crack' en los ochenta lo empeoró todo. «Nada de eso nos detuvo», dice.

¿Sabía El Planeta que hacía flamenco cuando cantaba por 'tonás' a principios del siglo XIX? No. ¿Sabían Kool Herc, sus amigos pinchadiscos, el 'MC' que improvisaba versos, el grafitero que empezaba a agitar sprays, que hacían hip hop? «No», responde KRS-One. «Solo éramos nosotros siendo nosotros y eso se convirtió en una cultura magnífica».

La cuna del hip hop Arriba, una de las actividades del 50 aniversario en el Bronx. Abajo a la izquierda un grupo de pioneros del hip hip, entre ellos KRS-ONe, DMC de Run-DMC y Sha-Rock. Abajo a la derecha, el 1520 de Sedgwick Ave, donde se celebró la primera fiesta hip hop, según la leyenda AFP y Javier Ansorena

De vuelta en el 1520 de Sedgwick Avenue, sorprende que el origen mítico de esa cultura no tenga una mísera placa en la fachada del edificio. El único homenaje al lugar fundacional es el letrero de la calle, que debajo lleva añadido un 'Hip Hop Boulevard'.

Es el homenaje más modesto posible -de nuevo hay que pensar en Belén- para el big bang de una cultura que ha conquistado el mundo en este medio siglo. El hip hop es hoy una industria multimillonaria, global, infiltrada en la música, el diseño, la moda, el deporte.

El hip hop es dios, pero no tiene templo. Hay un pequeño museo en el sur del Bronx, mínimo para el peso de este género

En Nueva York es ubicuo. Solo se han borrado los grafiti que tatuaban los vagones del Metro. En el resto de la ciudad, campa a sus anchas. Domina en los clubes de moda del Meatpacking District y en las fiestas en los patios de Brooklyn. Lo escupen las ventanas en todos los barrios. Los bafles en los maleteros de los coches hacen vibrar las aceras con sus bajos. Es la música del que pide un dólar a la salida de una bodega y de la pija judía que mueve los brazos mientras canta 'gangsta rap'.

El hip hop es dios, pero no tiene templo. Hay un pequeño museo en el sur del Bronx, mínimo para el peso de esta cultura. No tendrá templo, pero tiene profetas. Uno de ellos es DJ Grand Wizzard Theodore, el que inventó el 'scratching', la técnica de incorporar los sonidos de rascar el vinilo sobre la aguja, como hace ahora en este museo, delante de un grupo de 'old schoolers', gente de la vieja escuela. «Empecé en los parques, era tan pequeño que pinchaba subido a una caja de leche», recordaba antes en un evento en la Biblioteca Pública de Nueva York.

El primer gran grupo

Otro profeta es DMC, rapero de Run-DMC, el primer gran grupo que consiguió éxito más allá del público propio del hip hop, en los ochenta. Desde Queens, protesta por un hip hop actual fagocitado por el negocio, las redes sociales: «No lo quiero llamar hip hop. Lo que las discográficas han hecho es legitimar la estupidez, la falta de respeto, la violencia y la ignorancia».

Desde muy pronto, el hip hop fue mucho más allá del Bronx. Wu-Tang Clan se hicieron reyes en los noventa desde Staten Island, a golpe de ferry. Y en Brooklyn aparecieron ídolos que hoy todavía se adoran. Ninguno tanto como Notorious B.I.G., Biggie, un grandullón que cambió el menudeo de droga por el micrófono. Le asesinaron a los 24 años en medio de una guerra con otros raperos de la costa oeste y eso agrandó su leyenda.

Los turistas peregrinan a un mural enorme de un Biiggie coronado en la calle Quincy, en el barrio de Bed-Stuy. Aprovechando el flujo, un vecino que se hace llamar Bishop ha puesto un tenderete donde vende marihuana, papel de fumar, pipas, ceniceros… Él estaba ya por aquí, de adolescente, cuando el rapero daba sus primeros pasos. «En esa esquina Biggie vendía crack, para dar de comer a su hija», dice apuntando a la intersección con Bedford Ave. «Y ahí, en ese bar, hizo su primer 'freestyle' (rap improvisado)», añade sobre Do or Dive, un garito al otro lado de la avenida, que ahora es territorio 'hipster'. Lo dice mientras pasa una furgoneta con altavoces que crujen los bajos de un hip hop irreconocible. Un recordatorio de que el hip hop de Nueva York es tan leyenda como realidad.

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