Los 10 mejores discos internacionales de 2023, según ABC
Entre los álbumes seleccionados este año por nuestros críticos y melómanos encontramos divas desgarradas, testamentos ilustres, pop barroco y supergrupos de folk-rock
Los mejores discos nacionales de 2023
ABC
Como es tradición, los críticos y melómanos de ABC han elegido sus diez discos favoritos internacionales de 2023. En el podio del año pasado en este mismo apartado, se situaron Angel Olsen (la triunfadora), seguida de Fontaines D.C. y Kendrick Lamar. Aquí llegan ... los alumnos distinguidos de este año, ordenados los álbumes desde número 10 al disco ganador.
Lo mejor de 2023
(En la elaboración del listado se ha contado con los votos de Fernando Rojo, David Morán, Javier Villuendas, Fernando Pérez, María Alcaraz, Jesús Lillo, Israel Viana, Nacho Serrano, Álvaro Alonso y Andrés Castaño).
10
Ryuichi Sakamoto - '12'
Milan Records
Por Jesús Lillo.
A través de los administradores únicos de su legado, Sakamoto sigue en cartel, ya sea como protagonista póstumo de las instalaciones que reciclan y retuercen su obra o de las producciones musicales que, sin apenas tocar sus partituras, la inmortalizan en los salones del clasicismo. Nunca se termina de ir Sakamoto, cuyo último trabajo, lanzado digitalmente cuando agonizaba y materializado en vinilo cuando falleció, representa una despedida no solo sentimental, sino física. Al compositor japonés, garante de la claridad y de la nitidez, se le oye jadear mientras se asfixia ante su piano, tocado con el primor y el sosiego que aprendió de los maestros que lo inspiraron –Chopin, Satie, Debussy– y apenas alterado por unos añadidos electrónicos que Sakamoto dosifica y contiene en su adiós, quizá con la intención de vindicar la pureza que a lo largo de su vida tantas veces sacrificó de la mano de los maestros de la experimentación. En '12', el autor de 'Async' se deja llevar y se deja morir con la humildad de un falso alumno. Hay que ser muy japonés para irse así.
9
Stanley Brinks - 'Good Moon'
Autoeditado
Por Israel Viana.
La incontinencia creativa de Stanley Brinks, identidad que André Herman Düne adoptó en 2008 para su proyecto en solitario, está consiguiendo que nos olvidemos de Herman Düne, la banda que formó con su hermano y un par de amigos a finales del siglo pasado y que se empeña en mantener viva él solo después de que estos le abandonaran. En 2020 dejó su París natal, se mudó al barrio histórico de Vinegar Hill, en San Pedro, fundó el sello Santa Cruz Records, adoptó a una pequeña familia de gatos y creó un nuevo refugio artístico en el que dar rienda suelta a sus infinitas creaciones. Y no le va mal, la verdad.
Desde entonces, bajo el nombre de su banda ha publicado cuatro discos y una trilogía en la que reinterpreta en formato acústico las mejores canciones de Herman Düne. Y, como Stanley Brinks, dos discos junto a Freschard y dos más en solitario. Todo esto, cuidado, en solo tres años y grabados en su estudio-cabaña de madera. 'Good Moon' es su mejor versión, sin abandonar jamás la senda del folk en su sentido más amplio. Trece canciones dulces y aparentemente ingenuas en las que este músico con ascendencia marroquí deja entrar algo de oscuridad, algunos punteos hipnóticos y cierta cadencia blues, como ocurre con la apertura de 'If I Can Bring It To My Lips'.
El álbum es una delicia de principio a fin, con solo un par de momentos flojos en los pasajes más alegres. Melodías y letras sencillas y bonitas, interpretadas a un ritmo parecido, que Brinks retuerce con habilidad en temas brillantes como 'Always The Same', 'I Didn't Come Here To Love You', la sucia 'Dead Bug' o la nostálgica 'Could Noise'. Dan ganas de subirse al asiento trasero de la furgoneta en la que el bueno de André pasa doscientos días al año de gira y disfrutar del camino.
8
Lana del Rey - 'Did You Know That There's a Tunnel Under Ocean Blvd'
Interscope
Por Jesús Lillo.
Quien mucho abarca poco aprieta. No es el caso de Lana del Rey, cuya fecundidad discográfica no repercute en la calidad de una obra que sigue sin tocar techo y que no se resiente de la hiperactividad de quien como compositora solo rivaliza consigo misma, en la categoría de intérprete. Todo lo hace bien Lana del Rey, cuyo último disco es un afortunado más de lo mismo: más descarnado, más violento, más bonito. Más difícil todavía. Sin hallazgos musicales que desde el campo de la experimentación resten valor a quienes abundan, rendidos a la evidencia que proporciona la nostalgia, en el campo de la canción ligera, la artista norteamericana se queda tan ancha con un disco cuya mayor virtud es su accesibilidad, derivada de su capitulación ante cualquier complejidad formal. Tonterías, las justas. Se le entiende perfectamente a la autora de 'Norman Fucking Rockwell!', a la que no solo hay que aplaudir su talento creativo, sino su creciente pericia –aquí sí se supera, siempre a sí misma, jugando incluso con fuego– como actriz de su propio melodrama. Es lo mínimo que se le puede pedir a una cantante.
7
The Clientele - 'I Am Not There Anymore'
Merge Records / Popstock!
Por Fernando Pérez.
Además de una inesperada y fascinante reinvención, el noveno disco de la banda de Hampshire, icono indiscutido en el altar del indie pop melancólico desde hace tres décadas, es un contundente artefacto atemporal concebido contra el signo de los tiempos. En una realidad dominada por las experiencias aleatorias, los algoritmos teledirigidos, las playlists para cada ocasión, la copiosidad estéril y el déficit permanente de atención, los de Alasdair McLean se desmarcan con un doble álbum de más de una hora de duración en el que desparraman un cancionero barroco, elegante y complejo que exige tiempo, espacio y dedicación, una combinación cada vez más cercana a lo quimérico.
El órdago comienza ya con 'Fables Of The Silverlink' una majestuosa sinfonía psicodélica de ocho minutos en la que los ecos flamencos parecen flotar en el aire del 'Madchester' noventero. A partir de aquí, y con los arreglos de cuerdas como hilo conductor, se abre un mundo de (grandes) descubrimientos. No faltan maravillosos asideros pop marca de la casa ('Blue over Blue', 'I dreamed of you María, 'Chalk Flowers'), de esos que unen a los Beatles con Galaxie 500, pero aquí y allá se abren paso ramalazos electrónicos, digresiones rítmicas, apuntes de minimalismo reconcentrado, aromas jazzísticos, liberadores irrupciones de los instrumentos de viento... Un tesoro ingente que eleva varios niveles la leyenda de una banda imprescindible que parece haber descubierto, como cantan en «Lady Grey», que «todas las cosas bellas son opacas».
6
Anohni and The Johnsons - 'My Back Was A Bridge For You To Cross'
Rebis Music / Rough Trade
Por Andrés Castaño.
Cuando pensábamos que Antony Hegarty vivía al margen, en otra dimensión musical, nos da un quiebro y se saca de la manga con mucho arte un nuevo proyecto magistral, y recupera a the Johnsons: Leo Abrahams (guitarra, piano), Chris Vatalaro (bajo), Sam Dixon (batería), Rob Moose (cuerdas) y Jimmy Hogarth (guitarra). ANOHNI ya había publicado anteriormente 'HOPELESSNESS' (2016), un disco brillante,pero es aquí donde exhibe el máximo potencial de canciones pop emocionantes, con una buena carga de sentimiento, con arreglos soberbios ('It's My Fault' entre muchas otras), un deje soul (en 'Can't' por ejemplo) que sobrevuela, una buena dosis confesional que fluye con mucho flow.
'Silver of Ice' es una de esas canciones sublimes que conmueven y embellecen los instantes, pero también 'There Wasn't Enough' o 'Why Am I Alive Now?'. Pero hay más ingredientes, por ejemplo, el rock corona 'Rest'. El resultado de las diez canciones es un halo de calma, que envuelve todo, de reflexión con uno mismo, de quietud y diálogo personal constructivo, donde nos invade una conjunción de sabores, y el punto final nos colma el gusto. Una delicia muy gozosa que acaba con esa proclama 'You Be Free', y al menos, hay que perseguirlo.
5
Blonde Redhead - 'Sit Down For Dinner'
Por Javier Villuendas.
En la tercera temporada de 'Twin Peaks' (2017), una de las catedrales surrealistas del siglo XXI, hay un club llamado Roadhouse a la salida del pueblo en donde en cada episodio aparece un grupo de dream pop o géneros adláteres a marcarse una canción fantasmal con voz femenina y en el que idealmente cubicaría Blonde Redhead, cuyo último álbum, 'El de la fresa' vamos a llamarlo (igual que 'El del plátano' de la Velvet), es un prodigio de melodías evanescentes, frialdad y morosidad, como si Radio Dept se juntara con Beach House e incluso con el folk del Bob Dylan más fantasmagórico para sacar un bello disco sustentado en canciones como soles brumosos, la niebla de la delicadeza para estilizar varias composiciones de pura redondez pop. Obra mayor.
4
PJ Harvey - 'I Inside the Old Year Dying'
Partisan Records
Por David Morán.
«Vete a casa ahora, amor, deja tu vagabundeo», canta, se canta PJ Harvey, en la arrebatada y majestuosa 'A Noiseless Noise', despedida y cierre del fabulosamente perverso 'I Inside the Old Year Dying'. Su primer disco en siete años y un viaje de vuelta a casa, al paisaje emocional de la adolescencia y al paraíso perdido de la infancia, que la británica transforma en brillante y enigmática fábula sobre sus propias raíces. La vida, la muerte y el espectro de Elvis,«love me tender, love me sweet», danzan de la mano en este disco-refugio; un álbum con el que la inglesa que se encierra en sí misma para cantarle a la pérdida de la inocencia y a la transformación interior. Imágenes bíblicas, referencias shakesperianas y algún que otro espectro del pasado circulan por un disco concebido como extensión sonora de 'Orlam' poema narrativo escrito en el dialecto de la región de Dorset que la autora de 'To Bring You My Love' publicó el año pasado. Una historia de fantasmas con la que Harvey regresa a la zona en la que se crió para inventarse un nuevo mundo hecho de folk espectral, percusiones penetrantes y zumbido de sintetizadores.
3
Caroline Polachek - 'Desire, I Want To Turn Into You'
Perpetual Novice
Por María Alcaraz.
Tal vez la conceptualización del deseo esté de moda. Al menos entre esas personas que se autodenominan 'una chica' en las redes sociales, están obsesionadas con Sara Torres y han leído con ferviente pasión a Annie Ernaux. ¿Saben que más ha hecho en 2023 ese segmento de población? Escuchar en bucle 'Desire, I Want To Turn Into You', el último disco de Caroline Polachek que publicó, exactamente, el 14 de febrero. Porque ella también es 'una chica más', tanto que ya está hasta 'bimbalolizada'.
Lo que presenta Polachek es un disco, con lo deseante como 'core', que empieza con la invitación a un mundo de arena y sol ('Welcome to my Island'). Pero no es un imaginario sostenido por el verano y la playa; es solo sofocante. La neoyorquina hace ese llamamiento sólido en 'Sunset', canción que parece una rumbita catalana (lo es) pero en realidad tiene como inspiración directa la banda sonora del 'Zelda: Ocarina of Time' (Te quiero, Polachek). Así, poco a poco, transita hasta lo etéreo con canciones como la indiscutible 'I Believe', la líquida 'Hopedrunk Everasking' o la, me lo permito, maravilla que es 'Smoke'. La artista nos deja con un elepé empaquetado en un lazo de deseo, sintetizadores, voces enigmáticas y un pop extraño, pegajoso y delicioso que ya es la banda sonora de muchas y muchos. Imperdible.
2
Sufjan Stevens - 'Javelin'
Por Javier Villuendas.
La tragedia que envuelve la existencia a veces revienta a niveles de traca, bien lo sabe Sufjan Stevens. En abril falleció su novio, muy joven para ello, claro, no hay derecho, y al que dedica este 'Javelin'. «Adiós, hoja perenne. Sabes que te quiero», empieza a bocajarro con un piano para luego cantar «Pero todo lo que el cielo envió debe quemarse al final… Déjame ir con calma, y me deslizaré por el desagüe para liberar mi cerebro disperso, mi enemigo. Algo simplemente no estaba bien, corté desde dentro…». Este pico de belleza de 3 minutos y medio parte de la austeridad para crecer en lo electrónico en el primer disco en su versión de cantautor puro desde el también muy tristón y muy bello 'Carrie & Lowell', dedicado a sus padres, disco del año en 2015 para ABC, y más perfecto que este, que se va diluyendo entre trucos sonoros ya escuchados al unicornio de Detroit. Lo que pasa es que en su chistera habitan Brian Wilson y Nick Drake, esa melancolía especial de los elegidos de la sensibilidad creadora de mundos propios en donde llorar excitado de belleza. Termina con versión de Neil Young incluso. Otro que tal.
1
Boygenius - 'the record'
Interscope
Por David Morán.
La unión, viva el tópico, hace la fuerza, así que del fértil ménage a trois entre Lucy Dacus, Phoebe Bridgers y Julien Baker, tres de las mejores voces y plumas que orbitan alrededor del folk indie y el rock millenial, sólo podía salir un disco de impacto. Lo mejor de los tres mundos, concentrado en un álbum que asienta lo que parecía un proyecto casual y esporádico (su EP de presentación se remonta al lejano 2018) y echa raíces en el terreno de los clásicos más o menos instantáneos. «Leonard Cohen dijo una vez / 'Hay una grieta en todo, así es como entra la luz' / Y no soy un anciano que tiene una crisis existencial / En un monasterio budista escribiendo poesía cachonda / Pero estoy de acuerdo», canta Dacus en 'Leonard Cohen', uno de los himnos-bandera de este 'the record' hecho de pasiones, confidencias y grietas por las que se cuela la luz a borbotones. Folk mayúsculo y rock insolente que lo mismo evoca a Simon & Garfunkel que exhuma las guitarras afiladas de Veruca Salt. Y en el centro de todo, 'Emily I'm Sorry', confesión a corazón abierto con la que Bridgers corona el apartado más confesional de un disco que, en estos tiempos de cinismo y autoindulgencia, es un balsámico monumento a la amistad y el compañerismo.
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