Los 'Latin Grammy' torean lo español
La gala celebrada en Sevilla decepcionó por la falta de reivindicación de la patria madre donde nació la lengua común y la nula promoción de nuestra industria
Los hombres demuestran que el traje clásico ya no está de moda en los Latin Grammy 2023
Lista completa de ganadores por categoría de los Latin Grammy 2023
Minuto a minuto de la entrega de premios

Los Latin Grammy deberían desaparecer. Si la música latina está a la altura de la anglosajona, si ya no es una especie de minoría que necesita su espacio de discriminacion positiva, ¿para qué hacer esa diferenciación que impide a los artistas latinos optar a ... los Grammy-Grammy con la excusa de que ya tienen su parcela? ¿No será que los yanquis nos quieren apartados para que no les comamos la tostada? Ya lo dijo J Balvin en una entrevista con este diario hace unos cuantos años: «Nuestro objetivo es que ya no se hable más de pop latino, sino de pop. Quitarnos el apellido 'latino' es el paso que se tiene que dar en el futuro».
Mientras eso sucede, la Academia Latina de la Grabación debería, al menos, organizar galas a la altura de la cultura que defiende. Y no desaprovechar oportunidades de reivindicación como la que hemos tenido en Sevilla. Porque, salvando un par de detalles anecdóticos de andalucismo, podría haberse celebrado en cualquier otro lugar y nadie se habría dado cuenta. En la primera salida de los premios de Estados Unidos, no hubo ninguna reivindicación de la patria madre donde nació la lengua común por parte de los músicos. Por derecho propio, y al ser nuestro país la primera sede no yanki, faltó algo realmente fastuoso, algo que celebrara lo español a lo grande.
Ni siquiera la esperadísima actuación de Rosalía cumplió expectativas. Su versión de 'Se nos rompió el amor' estuvo bien, aunque ni de lejos a la altura de la Jurado. El reto vocal fue demasiado grande y por eso la catalana no alcanzó el brillo de los Goya, y el acompañamiento con músicos flamencos supo a poco. Se había rumoreado que la motomami desplegaría un epatante popurrí de homenajes a los grandes del género rodeada de palmeros, tocaores y bailaoras, pero el despecho la llevó por otros derroteros.
Antonio Banderas y Alejandro Sanz salvaron un poco los muebles en su discursos (el cantante fue el único que proclamó estar «orgulloso de ser español» en una ceremonia televisada a todo el mundo), porque por parte de los organizadores... nada de nada. Cuando David Bisbal y Paz Vega presentaron el premio a Mejor Álbum de Flamenco y se empezaron a proyectar imágenes de Camarón de la Isla, Lola Flores, Paco de Lucía, Enrique Morente y otras leyendas de nuestra música más representativa, parecía el prolegómeno de un tremendo show de españolidad. Pero la cosa se quedó en eso, en veinte segundos de desfile de retratos en las pantallas. La ganadora, Niña Pastori, hizo lo que pudo agradeciendo el premio a otros mitos flamencos como Manolo Caracol, Rancapino, Juan Villar o Pansequito y exclamando que «no es una música de mayorías, pero si de categoría». Y hasta ahí llegó la flamencura, en el Día Internacional del Flamenco para más inri, y en una noche en la que hubiera venido de perlas para pasar los malos tragos de las penosas actuaciones vocales de ídolos urbanos como Ozuna o Peso Pluma, incluso de Rauw Alejandro, que tiró de pregrabados a punta pala.
Fue triste y sorprendente ver que en las tres horas de ceremonia no hubo la más mínima contextualización histórica de la retroalimentación cultural transoceánica, ni la más mínima promoción de la industria musical española. Cosa que hubiera venido muy bien para darle réplica a las desdeñosas palabras que le dedicó Shakira, cuando dijo que en nuestro país no hay infraestructura para poder trabajar. Para colmo ella fue la gran vencedora de la noche, mientras nuestro Pablo Alborán confirmaba su condición de Leonardo di Caprio de los Latin Grammy al acumular ya veintinueve nominaciones, y cero premios.
MÁS INFORMACIÓN
«Sinceramente, ayer no vi ni una pizca de periodismo musical, poca promoción de la industria musical española y nulo contexto de la industria latina», opina el periodista especializado Arturo Paniagua, que también ha señalado que «los Latin Grammy no han sido un triunfo de la música en televisión, porque ese nivel de estrellas (y, por ende, de atención) solo lo puede tener una gala así».
Fue una edición hecha en España, pero no una edición española. Y si los Latin Grammy hacen lo mismo cuando viajen a otros países de habla hispana, si no hay una clara reivindicación de la sede, si no van a singularizarse y diferenciarse de las galas de los Grammy-Grammy celebradas en Los Ángeles o Nueva York, es mejor que dejen de ser itinerantes, o incluso desaparezcan. Al menos, que tengan la dignidad de llamarse Grammy Latinos, pardiez.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete