Bad Gyal, perreo y 'twerking' sin freno en la cima del pop

La cantante catalana se estrena en el Palau Sant Jordi y el Wizink con los conciertos de mayor aforo de su carrera y todas las entradas agotadas

La cantante Bad Gyal, durante su actuación en el Primavera Sound de 2022 SERGIO ALBERT

David Morán

Barcelona

Libre y tropical, como ese Maresme en el que empezó a fantasear con convertirse en estrella mientras trabajaba en una panadería, Alba Farelo (Barcelona, 1997) se prepara para hacer historia. Una vez más. Porque, en realidad, la catalana no ha hecho otra cosa desde ... que asomó en 2016 por Youtube con su camiseta del Paris Saint Germain cantando 'Pai', versión en catalán del 'Work' de Rihanna. Pero esto, nunca mejor dicho, es otra cosa, así que siete años y cuatro millones de reproducciones después, la cantante catalana encadenará, en solo una semana, su primer Palau Sant Jordi y su primer Wizink Center. Palabras mayores.

Perreo en la cumbre. 'Twerk' en el Olimpo del pop. La montaña de Montjuïc convertida en insospechado y humeante paraíso jamaicano. El mundo adulto, con los ojos como platos ante el enésimo fenómeno juvenil que escapa a su comprensión.

Con ustedes, Bad Gyal, la jefa de todo esto. La reina de la música urbana más descarada y viral. Una de las pocas que ha conseguido hacerle sombra a la todopoderosa Rosalía birlándole el Europe Music Award de la MTV a mejor artista español. Y todo a velocidad casi récord. «Sabía que podía llegar lejos, pero me doy cuenta de que no hay límites», reconocía hace unos días en una entrevista radiofónica, una de las escasas distracciones promocionales que se ha permitido mientras prepara dos actuaciones para las que ya no quedan entradas. 'Sold out' al cuadrado para una artista que si de algo ha andado siempre sobrada ha sido de números de fantasía. De hecho, las 15.000 entradas vendidas para cada uno de sus pases en Barcelona (11 de febrero) y Madrid (17 de febrero) parecen poca cosa al lado de las cifras millonarias que acompañan algunas de sus canciones.

Bad Gyal, en directo SERGIO ALBERT

Sólo en Spotify, Bad Gyal acumula más de 3,5 millones de oyentes mensuales y puede presumir de récords nada menores como el de haber superado la barrera de los 100 millones de reproducciones con 'Fiebre', una de las canciones incluidas en la mixtape 'Slow Wine' (2016). «Con solo cuatro años en el mainstream, Bad Gyal ya cuenta con más de 900 millones de streams en Spotify», celebraba a principios de mes un cuenta de Twitter entregada en cuerpo y alma a glosar cualquier novedad, por minúscula que sea, relacionada con la cantante de Vilassar de Mar.

Doblegar tendencias

Hija del actor Eduard Farelo, a la catalana la fama se le presentó con apenas 18 años y desde entonces no ha hecho más que pisar el acelerador, centrifugar músicas urbanas y ritmos latinos, y fabricarse una marca prácticamente indestructible a base de descaro, ritmo febril y canciones como 'La prendo' o 'Blin Blin'.

«La joven y extravagante cantante tuerce y doblega lenguajes, tendencias y estilos musicales a voluntad», anunciaba la revista 'Pitchfork' cuando Bad Gyal empezaba a despuntar y 'FACT Magazine' escogía 'Jacaranda' como mejor canción de 2017. Años después de aquello, la cantante pasea triunfal por México, Los Ángeles, Sao Paulo, Londres y Buenos Aires; colabora con Rauw Alejandro; y graba en Miami su primer disco para Interscope, discográfica de Kendrick Lamar y Lady Gaga, entre muchos otros.

Atrás quedan las sesiones por Skype, el tomar apuntes en el móvil antes de grabar a toda prisa, y el eco amplificado de 'Dinero' o 'Mercadona', himnos primerizos con los que empezó a marcar distancias con el trap y a posicionarse como verso libre (y tropical) anclado al dancehall y los ritmos jamaicanos. «Su carisma y sus mensajes la han puesto en portada de los medios de tendencias, y a pesar de su juventud y el poco tiempo que lleva actuando, DJs anglosajones como Joe Key, del prestigioso colectivo Soulection, ya pinchan sus temas y productores como Dubbel Dutch han empezado a trabajar con ella en el estudio», anunciaba en 2017 el Sónar, primer festival de altura que fichó a la catalana. Dos años después reapareció en el mismo escenario como «portavoz con más crédito de la rabia milenial» y todo lo que había a sus pies era terreno conquistado.

Por si quedaba alguna duda, el Primavera Sound de ese año la juntó con C Tangana y Yung Beef en una rueda de prensa psicotrópica que venía a escenificar el cambio de ciclo en la cultura pop masiva 'made in Spain'. 2019 fue también el año en que la catalana viajó a Jamaica. ¿Su objetivo? Empaparse de cultura caribeña y descubrir de primera mano la cuna del dancehall, aquella música que le robó el corazón desde que descubrió a Sean Paul con apenas diez años. Trabajo de campo y cum laude en investigación urbana y baile callejero.

La cantante catalana, en una imagen promocional ABC

A la espera de publicar su primer disco largo, anunciado para este 2023, Bad Gyal ha construido su particular camino de baldosas amarillas a partir de singles, colaboraciones y 'vibras' de baile a capazos. 'Zorra' por aquí, 'Pussy' por allá, 'Tremendo culón' rebotando en la pista de baile y 'La prendo' coronando listas de singles. Autotune sin frenos, éxtasis caribeño y letras de un explícito que dejan muy poco a la imaginación. «Siempre hay quien te dice que eres demasiado explícita, demasiado sexy, demasiado malhablada... Pero si tienes la oportunidad de decir lo que sientes y piensas, para qué vas a cambiar y dejar de hacerlo por lo que diga la gente», defendía la cantante hace unos meses.

Para su puesta de largo en el Sant Jordi, Bad Gyal anuncia sorpresas y el estreno de alguna canción nueva como 'Chulo', fogoso reguetón que, tras asomar la patita en Tik Tok, desembarcó ayer de forma oficial en todas las plataformas. Y para el futuro, algo tan poco exótico como menos samba y más trabajar. «Mis prioridades han cambiado, ahora la principal es mi trabajo y no puedo estar haciendo más el bobo», reconocía esta misma semana Alba 'superstar'.

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