Francisco Coll: «No busco la complejidad, pero está ahí, es inevitable»

El Palau de les Arts de Valencia estrena esta semana la ópera del compositor 'Enemigo del pueblo', con libreto de Àlex Rigola basado en la obra de Ibsen

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Àlex Rigola y Francisco Coll (sentado), en un ensayo de 'Enemigo del pueblo' Miguel Lorenzo

No ha podido celebrar mejor Francisco Coll (Valencia, 1985) su cuadragésimo cumpleaños. Para él no hay 'crisis de los cuarenta': hace menos de dos meses fue reconocido con el premio Nacional de Música, en la categoría de Composición, y esta semana va a ... estrenar en el Palau de les Arts de su ciudad natal su ópera 'Enemigo del pueblo', basada en la obra capital de Henryk Ibsen. La obra, que es un encargo del propio Palau y del Teatro Real, verá la luz el miércoles en una producción dirigida musicalmente por el compositor y escénicamente por Àlex Rigola, autor también del libreto. José Antonio López, Moisés Marín, Brenda Rae, Isaac Galán y Marta Fontanals-Simmons componen el reparto.

Fue el propio Francisco Coll quien sugirió el texto de Ibsen cuando se le encargó la ópera. «Fue Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, quien sugirió el nombre de Àlex Rigola para la adaptación del libreto y la dirección de escena -recuerda Coll-. Yo no quería versionar a Ibsen, quería más bien una adaptación operística del original que mantuviera los temas y los aspectos que a mí más me interesaban».

'Enemigo del pueblo' habla, dice el compositor, de «la lucha del individuo contra la masa, un asunto que he ido desarrollando en los últimos años a través de mi música sinfónica, por ejemplo con mis conciertos para violín y orquesta, que no dejan de ser también una lucha entre comillas entre el violín y la masa que es la orquesta».

Otro aspecto que le interesa de la obra, añade Coll, «es la cuestión de la manipulación de la opinión pública; la verdad frente al interés económico, frente a la corrupción del poder... Está presente en mis obras puramente sinfónicas, pero con el texto todo se presenta con mayor claridad».

Dos años de trabajo van a ponerse en escena a partir del jueves, en una obra que, dice Coll, ya no es Ibsen, es otra cosa. «Todo se dice y se desdice a través de la música. A veces la música apoya el texto, lo que el cantante está diciendo y, a veces, de algún modo, está diciendo lo contrario de lo que el texto propone. Eso es algo que a mí me fascina como compositor... Y me divierte mucho también; son muchas horas de trabajar en la ópera y también tengo que divertirme. La música es de alguna manera un nuevo personaje».

Descubre Francisco Coll que si el coro encarna al pueblo, ha escribo un pasodoble para representar el espacio físico. «No ya el pueblo, sino el territorio del pueblo; mientras que el coro son los individuos, el pasodoble representa el espacio físico. Ya la obertura es descaradamente un pasodoble». Representa, añade, la música festiva del pueblo, «pero también otra cara de la música popular, como por ejemplo la sociedad de espectáculo, de la manipulación». Y cuenta que en el momento en que el alcalde se dirige al pueblo para convencerle de su verdad al tiempo que su hermano, el doctor, hace lo propio con sus argumentos, aquel lo hace cantando este pasodoble. «De algún modo está diciendo: 'os voy a hablar en vuestro idioma y así os voy a meter en mi bolsillo enseguida'».

No hay más elementos 'folclóricos' en la ópera, pero Coll asegura que «entiendo la música popular como una música universal; la música que me conecta, por ejemplo, con Béla Bartók, con Toru Takemitsu o con Charles Ives es precisamente la música popular. Es una música universal, no una música nacional; puede ser incluso más nacional una fuga que no está tan conectada con ningún tipo de nacionalismo, pero su forma sí es muy europea».

Cuenta tu aldea y contarás el mundo. «Realmente lo siento así, lo siento como una música ancestral, que ya estaba ahí antes de que inventáramos la propia música. Es una música tan, digamos, natural, comparada con otras posteriores más artificiosas, más cerebrales; uno escucha a un pastor húngaro cantando en un prado y enseguida siente cierta conexión con sus pastores andaluces cantando flamenco».

Concluye Francisco Coll que a la hora de sentarse a componer siempre parte de hacerlo todo lo más sencillo posible «porque sé que después, durante el proceso de escritura, se me va a ir la mano. Mi música es compleja porque el mundo en el que vivimos es complejo, y no creo que debamos darle la espalda. Desde el primer día la cosa ha funcionado estupendamente bien; desde niños a los músicos se nos educa para asumir retos, y partituras como 'Enemigo del pueblo' es un reto que les motiva más que sí que si les hubiera hecho algo demasiado sencillo. No busco la complejidad, pero la complejidad está ahí, es inevitable».

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