Elisabeth Leonskaja: «Nunca llegas a abarcar completamente a Mozart»
La veterana pianista actúa este fin de semana en la Fundación Juan March con un programa inédito en su carrera
Elisabeth Leonskaja
Nació en Tiflis, Georgia, el mismo año en que terminó la segunda guerra mundial. Se formó en Moscú, donde recogió el testigo de figuras del piano como Sviatoslav Richter y Emil Gilels, hasta que en 1978 abandonó la URSS para trasladarse a Viena y empezar ... una carrera internacional que llega hasta nuestros días. Por el camino, ha sido maestra de algunos de los jóvenes intérpretes más destacados, como el multipremiado pianista español Juan Pérez Floristán; y ofrece recitales junto a la pianista Alba Ventura, directora de la prestigiosa Academia Marshall de Barcelona. Esta semana ha interpretado a Mozart en Lérida, Barcelona y Reus con la Franz Schubert Filharmonia bajo la dirección de Tomàs Grau, y hoy actúa en la Fundación Juan March de Madrid con un programa dedicado íntegramente a la Segunda Escuela de Viena. «Es la primera vez que hago un concierto solamente con este repertorio -Schönberg, Webern y Berg- sin incluir piezas de otros compositores. Tengo ganas de saber cómo funcionan juntas en un concierto. Para mí es realmente una 'première'».
Y eso que la semana empezó con Mozart.
Sí, pero tanto la escuela vienesa del Clasicismo como la del siglo XX están conectadas por la polifonía. La polifonía los une a todos. No hay ni una sola nota que escriban sin una razón. Los compositores de la Segunda Escuela son fieles al estilo clásico, solo que el lenguaje es nuevo. Recuerdo que después de trabajar obras de Schönberg por primera vez fue muy interesante volver a Schubert, Beethoven y Mozart. Vi muchos más detalles en su música, en las voces intermedias, en el trabajo que hacen. Estoy muy agradecida a Schönberg por haberme mostrado ese camino.
¿Le emocionan igual unos y otros?
Sí, es muy interesante el espacio emocional de estas obras. Tampoco hay una ruptura ahí. Si coges el Intermezzo del Op. 25 de Schönberg, que es completamente dodecafónico, es muy próximo a los últimos intermezzos de Brahms. Esta ahí esa poesía, ese sentimiento romántico. No es una música abstracta, es una música llena de vida.
El domingo estaba en Lérida escuchando su concierto, y ofreció como propina el Andante de la 'Sonata en Do Mayor de Mozart, K. 545'. Es una vieja conocida, así que pude dedicarme a observar solamente el sonido de su mano izquierda, la que no lleva la melodía. Es casi un no-sonido, esa pulsación está tanto o más estudiada que la de la mano derecha.
¡En efecto! Piense que en el noventa o el noventa y cinco por ciento de las sinfonías de Mozart, por ejemplo, son los segundos violines, no los primeros, lo que dan el pulso de la música. Si te quedas en la melodía, nunca llegarás a apreciar los colores. En un 'andante' la melodía siempre depende del pulso que da la mano izquierda. Siempre da la calidad del sonido, el color. Te ayuda a sentir mucho mejor lo que está haciendo la melodía.
¿Oiga, y cómo ha aprendido todo esto?
¡Con la experiencia! [ríe a carcajada limpia].
No hay profesores.
No. Tienes que trabajar y aprender continuamente. Nunca hay suficiente, especialmente con Mozart. Nunca llegas a abarcar completamente a Mozart.
¿En serio?
Sí, a veces sientes que estás muy, muy cerca, pero... ¿abarcarlo del todo? ¡Uf! Quizás alguna vez, estudiando en casa, en algún momento, he pensado: '¡Sí, ahora!', pero nunca lo alcanzas, en realidad.
Usted está considerada una de las grandes herederas de la escuela pianística rusa. ¿Existen realmente estas diferencias nacionales a la hora de tocar el piano?
Sí, aunque probablemente no sepa cómo explicarlo. Tiene que ver con el repertorio. Nuestra tradición es muy virtuosística. Viene de Liszt y pasa por Rubinstein, Rachmaninov, Chaikovski... Desde el inicio tenemos un enfoque virtuosístico del piano, que implica ser libre para hacer una interpretación profunda y de las piezas. Y luego está también la sonoridad de nuestra lengua, el ruso. La lengua también materna influye en la manera como tocamos el piano.
Defina virtuosismo. Porque no es solamente tocar rápido y fuerte.
No, no, no. Los niños aprenden a tocar escalas y arpegios, para luego refinar el sonido en las obras. Ambas cosas son importantes. Hay que tener buena técnica, pero después hay que cuidar todo lo que es legato, lo que no, lo que es 'staccato', la articulación, el fraseo, las respiraciones...
Usted nació en la antigua URSS, se fue a Viena… ¿Qué me responderá si le pregunto por la actual situación entre Rusia y Ucrania?
Mire, la próxima vez que venga a España, quedemos en una cafetería, tranquilamente, y le hablaré de ello. Yo soy rusa, amo a ese país. Es un tema muy profundo y nada fácil.
Celebro saber que piensa usted volver pronto. ¿No se le hace cuesta arriba mantener tanta actividad?
A veces es muy duro, sí. Este enero, por ejemplo, tengo recitales con cinco programas diferentes. Pero me hace feliz seguir dando conciertos.
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