Un 'Don Carlo' con sabor español y tintes políticos abre la temporada de la Scala de Milán
La puesta en escena de Lluís Pasqual fue recibida con algunos silbidos, que también recibió el director musical, Riccardo Chailly
En las horas previas al estreno, los sindicatos del teatro emitieron un comunicado en el que decían: «Los fascistas no son bienvenidos en el Teatro de la Scala»
Lluís Pasqual: «He tenido que explicar que la leyenda negra no se corresponde con la realidad»
Corresponsal en Roma
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Iniciar sesiónGran inauguración de la temporada de ópera en la Scala de Milán, con 'Don Carlo', de Giuseppe Verdi, dirigido musicalmente por Riccardo Chailly y con Lluís Pasqual como director de escena, mientras Daniel Bianco, exdirector de la Zarzuela, firmó la ... escenografía. El balance final fue de trece minutos de aplausos, con algunos silbidos para el director de orquesta italiano Chailly y algunos más para Pasqual.
Nacida como gran ópera en cinco actos como parte de los actos que rodearon a la Exposición Universal de París en 1867, 'Don Carlo' renació en Milán en 1885 con cuatro actos, versión con la que ha concluido la serie de inauguraciones en la Scala dedicadas al tema del poder, como 'Macbeth', de Verdi, y 'Boris Godunov', de Musorgski.
Sabido es que 'Don Carlo' contribuyó a acrecentar la leyenda negra española, al estar basada en la obra homónima de Schiller. La ópera se centra en la figura del Príncipe Carlos, hijo del Rey Felipe II, y de su amor por la francesa Isabel de Valois. Muy alejados hoy de la época de Felipe II, con una herencia que tiene más luces que sombras, el director catalán, Lluís Pasqual, se ha esforzado en clarificar que el de 'Don Carlo' «no es un libreto histórico, sino novelado, que responde a esa leyenda negra que crearon los ingleses», según explicó hace unos días el propio director en una entrevista en ABC.
A Lluis Pasqual se le ha criticado el haber realizado en 'Don Carlo', decepcionando a una parte del público, una puesta en escena estática, con una clave simbólica: una torre de alabastro, imagen del poder. Bajo la «bóveda negra» del siglo XVI español, en la ópera de Verdi arden pasiones, una amistad heroica, un amor imposible que lucha contra la crueldad del poder.
Uno de los problemas más difíciles de la puesta en escena de 'Don Carlo' es la exigencia de media docena de intérpretes de primer nivel internacional, como los que intervinieron en la Scala, a la altura de su fama: Anna Netrebko, que fue la gran estrella (Elisabeth de Valois), junto a Francesco Meli (Don Carlo), Luca Salsi (Rodrigo, marqués de Posa), Michele Pertusi (Felipe II) y Elina Garanca (Princesa de Éboli).
La inauguración de la temporada de la Scala se ha visto rodeada de un claro ambiente político. Este año no estuvo presente, como suele ser habitual, el presidente de la República, Sergio Mattarella, la figura más respetada del país, con altísimo consenso público. El clima de la polémica se caldeó en la víspera con un comunicado de los sindicatos del teatro milanés en el que decían: «Los fascistas no son bienvenidos en el Teatro de la Scala». El destinatario del mensaje, sin mencionarlo, era el presidente del Senado, Ignazio La Russa, la segunda autoridad del Estado, un polémico político postfascista, que se sentó en el Palco Real. A su lado, recibida con muchos aplausos cuando apareció en el palco, estuvo la senadora vitalicia Liliana Segre (93 años), superviviente del campo de concentración de Auschwitz, adonde fue deportada en la época de la Italia fascista de Mussolini.
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Después de la interpretación del himno nacional, para abrir la inauguración, se oyó un grito que llenó todo el Teatro: «¡Viva la Italia antifascista!». El vicepresidente Matteo Salvini, líder de la Liga, y presente también en el Palco Real, reaccionó diciendo que «quien grita, tiene problemas». En verdad, se echó en falta la presencia del presidente de la República, Sergio Matarella, el único político capaz de poner de acuerdo a los italianos... Incluso en la Scala, el templo laico de la cultura.
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