Wilco iza en el Primavera Sound la bandera del rock sin edad

Cada vez más suelta y compacta sobre el escenario, la banda de Chicago no solo exhibió genio y pericia mimando su repertorio, recuperando gemas de "Summerteeth" -sonaron emocionantes y cálidas veriones de "How To Fight Loneliness" y "I'm Always In Love"- , arrimándose con soltura a la tensión eléctrica de Television -brillantes y crispadas "At Least That's What You Said" e "Impossible Germany"- y despachando himnos como "Jesus etc", "Poor Places" o "I'm The Man Who Loves You", sino que capitaneó una noche, la primera en el inmenso recinto del Fòrum, marcada por el crepitar de las guitarras y el inconfundible aroma de los noventa. Guitarras braseadas y correosos como las de Mudhoney y guitarras con ardor de estómago como las de Refused. Guitarras fogosas y cruzadas como las de Franz Ferdinand y furiosas guitarras fundiendo a negro como las de The Afghan Whigs.

Y es que, por más que se suela hablar de pop por aquello de simplificar y englobar en un espacio más o menos manejable a los más de 200 grupos a los que da cobijo, el Primavera Sound izó anoche la vela del rock sin edad y la paseó por todo el recinto, de escenario en escenario, para acabar ondeando sobre el imponente show de Wilco. Antes, los también estadounidenses The Afghan Whighs habían certificado su vuelta a la vida exprimiendo al máximo el sonido del escenario San Miguel y exprimiendo con saña, electricidad a chorro y un Greg Dulli en estado de gracia un legado de rock contaminado por el soul y la negritud.

Más leña al fuego echaron Mudhoney , quienes asaltaron el escenario ATP carbonizando el rock con ese oficio y tranquilidad que da haberse inventado el grunge y seguir despachándolo como si del más furioso punk se tratase, mientras que los británicos Kindness, proyecto encabezado por Adam Bainbridge, ampliaron un poco más la paleta cromática vistiendo de gala el escenario Pitchfork son su satinado pop sintético con vistas al soul.

A diferencia de lo que ocurrió el año pasado, cuando el sistema informático se fue al traste y el Fòrum bordeó el caos, la primera noche del festival fue ayer como la seda y, sin incidentes destacables ni aglomeraciones, el protagonismo recayó en la música y en atronadores regresos como el de Refused, leyendas del hardcore subterráneo que a punto estuvieron que prenderle fuego al escenario con una energía en bruto y unas canciones canciones que, como ellos mismos dijeron, suenan hoy más necesarias que cuando se escribieron, hace ya quince años. A su lado, los buenazos de Death Cab For Cutie parecían un esforzado combo acústico, por más que su hondura y riqueza emocional haya que medirla con una completa y compleja escala sonora, mientras que The XX , tan pulcros e impecables como ligeramente planos, aportaron algo de calma con su fundido a negro a propósito del pop gótico.

Y para cerrar el escenario principal, nada más efectivo que Franz Ferdinand, quienes a su vez cerraron una suerte de círculo vital -hace años empezaron a despegar abriendo para Wilco y Pixies en el mismo festival- regresando a lo grande y sirviendo una ráfaga de hits que, de "Darts Of Pleasure" a "Do You Want To", explican por qué los escoceses se han convertido en una máquina imparable y en una banda de stadium rock en potencia.