El techno, la banda sonora de la reunificación
Alpha Decay publica «Der Klang Der Familie. Berlín, el techno y la caída del muro», crónica del nacimiento y expansión de la escena que floreció con la caída del muro
DAVID MORÁN
El muro cayó, la Guerra Fría salió del congelador y el resto, como suele decirse, es historia. Una historia explicada del derecho y del revés y encerrada en infinidad de gruesos volúmenes que, sin embargo, suma ahora una extensa y reveladora nota al pie. Porque ... la noche en que el muro cayó y la cicatriz de Berlín dejó al descubierto media ciudad en ruinas, otra ciudad igualmente derruida estaba a punto de convertirse, casi sin saberlo, en acelerante y catalizador de una banda sonora de contornos rugosos, mecánicos y más oscura que un sótano de Kreuzberg. He aquí, sin mayor dilación, la historia del techno como banda sonora de la reunificación.
O, como plasman Felix Denk y Sven Von Thülen en «Der Klang Der Familie. Berlín, el techno y la caída del muro» (Alpha Decay), la electrónica como único y definitivo lubricante social y los clubs como plaza franca en la que estrechar lazos. «El resto de Alemania seguía luchando; los de Este se quejaban de los del Oeste y viceversa. Había muchas dificultades, pero en la escena de clubs estábamos juntos, bailando y compartiendo el amor por la música y por esta nueva cultura. Éramos diferentes. La reunificación no llevó más de un par de meses », explica Von Thülen, quien aterrizó en Berlín junto a Felix Denk a mediados de los noventa, cuando la ciudad ya se había convertido en indiscutible referente de la música electrónica.
«El muro cayó por sorpresa y de pronto todas las piezas del puzzle empezaron a encajar» Sven Von Thülen
Años más tarde, y después de compaginar su labor de periodistas musicales con las cabinas y las mesas de mezclas, este tándem sintético decidió hacer memoria y recuperar la historia de aquellos maravillosos años que llegaron con la caída de las autoridades del Este y la aparición de gigantescos espacios vacíos que acabarían acogiendo locales emblemáticos como el Tresor.
Con todo, su primera idea, sin embargo, no fue otra que rastrear las conexiones entre Berlín y Detroit y explicar porqué aquel sonido seco y maquinal que Juan Atkins, Derrick May y Kevin Saunderson, entre otros, alumbraron en los años ochenta en la Motor City acabó echando raíces en la Alemania de los noventa. «La idea era escribir un libro sobre Detroit y sobre lo loco que resulta que un grupo de afroamericanos de una ciudad en ruinas encontrasen su público en otra ciudad en ruinas como Berlín», señala Von Thülen.
Por el camino, sin embargo, empezaron a surgir voces e historias que les llevaron a cambiar el enfoque y convertir este «Der Klang Der Familie» en el «Por favor, mátame» del techno alemán:una historia oral alimentada por 150 entrevistas y narrada en primera persona por sus protagonistas. Esto es: discjockeys y artistas, sí, pero también porteros de discoteca, dueños de tiendas de discos, camareros y productores. Una fauna que, entrevista a entrevista, fue entretejiendo un relato de gestas asombrosas. «Trabajando en el libro nos dimos cuenta de que entre 91 y 94 ocurrieron muchísimas cosas, y fueron incluso más locas de lo que pensábamos», confirma Von Thülen.
Algunas de aquellas locuras fueron el nacimiento y expansión de la Love Parade, la primera visita de Underground Resistance, la eclosión de Tresor, la ocupación de espacios deshabitados, el contorsionismo a través de los vacíos legales, el papel de Hardwax como importador de novedades estadounidenses, el trasvase Este-Oeste... «El muro cayó por sorpresa y de pronto todas las piezas del puzzle empezaron a encajar», apunta el periodista mientras rememora que Tresor se instaló en la cámara acorazada de unos almacenes abandonados y Planet y E-Werk hicieron lo propio en un fábrica de jabón y en una estación eléctrica, respectivamente.
«Obviamente no todo era techno, pero había una escena. Era el sonido dominante de aquella época: la música para una nueva vida. Música sin letra, sólo la experiencia física», añade. Así, entre 1989 y 1996, Berlín fue, alternativamente, una pista de baile, una rave y también la representación más palpable del caos ordenado. «Berlín Este fue durante un tiempo una anarquía en el mejor sentido del término: la gente abrazaba las posibilidades. Y el hecho de que a nivel burocrático llevase tanto tiempo darse cuenta de que todo eso era también parte de la misma la ciudad permitió que la escena tuviese tiempo para echar raíces y convertirse en parte del ADN de la ciudad», apunta Von Thülen, para quien detrás de todas aquellas noches en vela y de los éxitos de Dr. Motte y 3Phas; detrás de las máquinas y de aquella música creada como sublimación de la experiencia física, se encontraba una voluntad «política» de «reclamar la ciudad». «La gente realmente pensaban que realmente se podía empezar algo nuevo, algo entre el capitalismo y el comunismo», apunta.
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