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Rosalía hace historia en el Primavera Sound y se corona como diva global

La cantante triunfó a lo grande jugando en casa y cerró junto a Solange y J Balvin una jornada que reunió a 63.000 personas, la más concurrida en la historia del festival

Rosalía, durante su actuación en el festival Efe
David Morán

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Se fue el Primavera Sound de la paridad y los ritmos urbanos, de las rutilantes estrellas femeninas y la progresiva defenestración del indie (nada más simbólico que ver a Kali Uchis licuando el «Creep» de Radiohead), y la despedida no pudo tener mejor anfitriona que Rosalía, cantante que en apenas un año ha pasado de revolucionar el cante flamenco a coronarse como diva global.

Un triunfal regreso a casa con el que la de Sant Esteve Sesrovires fulminó el recuerdo de las colas y carreras que dejó su estreno en el Sónar del año pasado, kilómetro cero de la gira de «El mal querer», para hacer historia en el Fórum. Y es que, se mire como se mire, nunca antes una artista de aquí había despertado tamaña expectación ni abarrotado de tal manera uno de los escenarios principales.

Ayudó, y mucho, que la de ayer fuese, con 63.000 asistentes, la jornada más concurrida de la historia del festival. No todos esperaban a Rosalía, claro, pero quienes lo hicieron vieron cómo la catalana se consagraba a lo grande. «No olvidaré nunca esta noche», dijo antes de desaparecer entre el eufórico tra-tra-traqueteo de «Malamente» . Tampoco el público olvidará una velada en la que acabó rendido e hipnotizado a golpe de contagioso jaleo de palmas, rotundas texturas electrónicas y colaboraciones estelares como la de James Blake, que apareció sobre el escenario para acompañarla en «Barefoot In The Park». Incluso en la avenida Litoral fue fiesta grande para quienes se agolpaban a la valla y seguían la actuación sin tener que pasar por taquilla.

Lo que va del trance jondo al músculo del pop negro, de Las Grecas (cayó una versión de «Te estoy amando locamente») a Beyoncé, es el camino que la catalana recorrió en una hora de concierto marcada por explosiones de flamenco («De Madrugá»), cante puro salpicado de tramas sintéticas («Catalina»), atropellado pop con duende («Pienso en tu mirá») y pinceladas de trap y reguetón («Brillo» y «Con altura»)

El diseño escénico, con un minimalista y sobrio juego de luces y un cubo central desde el que la cantante y seis bailarinas respondían con movimientos gimnásticos al diálogo de bases electrónicas y palmas flamencas, no hizo más que reforzar el impacto de un emocionante mano a mano entre tradición y modernidad, entre el respeto profundo a su formación y la inquietud gamberra de «Aute Cuture».

Puertas abiertas al reguetón

También Solange, en el otro escenario principal, se lució arrimando su R&B futurista al terreno del arte conceptual y explorando todos los matices del pop negro con un vistoso séquito perfectamente coreografiado y una actuación más propia de un museo que de un festival. Puro gozo funk con vistas al jazz y a la historia reciente del R&B.

Más poder femenino para apuntalar el balance final de un festival en el que, cuestión de matices, lo mismo se podía ver a Jarvis Cocker desbarrando a cuenta de «His’n’Hers» que a Nathy Peluso sacando a pasear su desparpajo sandunguero.

J Balvi, durante su actuación Efe

Con J Balvin, puerta abierta al reguetón y los sonidos latinos, llegaron el baile colorista y el perreo discreto para sacudirse (o por lo menos intentarlo) al compás de «Reggaeton» y «Con altura» (sí, por segunda vez, y ninguna de las dos consiguió reunir sobre el escenario al colombiano y a Rosalía). También los cabezudos de Cardi B y Bad Bunny para ponerle un poco más de chispa a «I Like It» y el arrebato rítmico de «Mi gente», despedida y cierre de un atracón visual y rítmico generoso en aparato escénico y en tipos difrazados de nubes y de emoticonos. Y es que con el de Medellín llegó, en fin, la constatación de que difícilmente el Primavera Sound volverá a ser lo mismo.

Ni siquiera en esa edición conmemorativa del XX aniversario de 2020 para la que ya han anunciado la actuación de Pavement, dinosaurios del indie que estarán en las ediciones barcelonesas de Oporto y Barcelona. Una vuelta a las raíces sonoras del festival justo ahora que el público parecía haber bendecido el vuelco estilístico que han traído nombres como Miley Cyrus, J Balvin o la propia Rosalía . Es más: según datos de la organización, la entrada más floja se registró el jueves, con 53.000 personas y un cartel más, digamos, convencional (fue el día de Interpol, Courtney Barnett Mac DeMarco, además del de Erykah Badu y Christine & The Queens) que los del viernes y el sábado, cuando pasaron por el Fórum 60.000 y 63.000 personas, respectivamente.

Así que, de cara su XX aniversario en 2020, año para el que ya se ha anunciado una edición extra en Los Ángeles en coproducción con la todopoderosa Live Nation, el gran reto del Primavera Sound pasará por equilibrar lo histórico de la celebración con la conquista de nuevas latitudes sonoras que, poco a poco, vayan perfilando un relevo generacional que este año ya empezaba a intuirse frente al escenario según tocasen Stereolab o Kali Uchis. «El timón ya hace tiempo que lo estábamos poniendo en esa dirección, pero este año ha sido histórico, porque hemos dado el giro definitivo y el público ha respondido muy bien», destacó Gabi Ruíz, uno de los directores del Primavera Sound.

O, como diría J Balvin, «estamos rompiendo la discoteca, la fiesta no para, apenas comienza».

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