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Ramoncín, del punk al rock de la cárcel

Desde los comienzos de su carrera como cantante, José Ramón Julio Márquez ha llevado consigo la polémica hasta que se le ha ido de las manos

Ramoncín, en los comienzos de su carrera Gonzalo Cruz

PABLO M. PITA

Es difícil, con la perspectiva de hoy, hacerse una idea del impacto provocado por José Ramón Julio Márquez (Madrid, 1955), alias Ramoncín, cuando apareció en un programa de televisión de 1978 vestido de traje blanco luminoso, con la cara pintada, un pendiente y gafas de sol cantando «Marica de terciopelo» con aquel acento de baja estofa. El rock urbano ya había dado sus primeros pasos, la rumba madrileña ya llevó el extrarradio a las ondas... pero aquello era peor: con él llegaba el punk, la barbarie que asolaba el Reino Unido.

Cuenta su biografía que todo empezó en 1976 con un anuncio en «Disco Express» pidiendo un cantante para un grupo de Vallecas, «no importa que sea muy bueno pero que se lo monte bien en el escenario». El texto fue escrito por Jerónimo Ramiro, Jero, con quien Ramoncín formó la banda W.C.?. Dos años más tarde apareció en la tiendas la primera muestra de su discografía, «Ramoncín y W.C.?» en 1978, con canciones como la antes reseñada y «El rey del pollo frito» . Tenía 22 años.

Perseguido por el pollo

Años más tarde, el propio Ramóncín explicaría que este último tema estaba dedicado al directivo de una discográfica, que le enseñó Madrid desde una torre de la Castellana y le dijo: «Voy a poner la ciudad a tus pies. Juntos nos haremos ricos». Pero, al estar escrito en primera persona, ya nunca se pudo escapar de este mote que le ha perseguido hasta hoy.

En cualquier caso, el impacto fue inmediato, y un año más tarde Ramoncín ya tenía en el mercado un nuevo álbum, «Barriobajero» , ya independizado de W.C.? (más bien dejándolo en la estacada). Pero el éxito de verdad lo obtuvo con su siguiente entrega, «Arañando la ciudad» , de 1981, que contiene la que es su canción más celebrada, «Hormigón, mujeres y alcohol» , popularmente conocida como «Litros de alcohol». En esa época se convirtió en el primer artista de renombre en actuar en la cárcel de Carabanchel.

Durante los años ochenta su éxito fue paralelo al de los sonidos urbanos, género al que se fue decantando y que conoció su cénit mediada la década. Además, se convirtió en habitual de las veladas de Felipe González en La Bodeguita. En 1990 publica «Al límite: Vivo y salvaje» , con el clásico recorrido por el repertorio publicado hasta ese momento, y comienza a diversificar su actividad. Primero, como presentador de televisión, para el concurso «Lingo» , que duró entre los años 1993 y 1996; aunque ya tenía alguna experiencia en el programa «La Tarde» , de TVE

También insiste en su faceta de escritor -ya en 1979 había publicado el poemario «Animal de ojos caídos» , prologado por Francisco Umbral -, y en 1993 presenta «El tocho cheli» (1993), sobre la jerga empleada por el gentío macarra, y del que publicó una segunda parte tres años después. Más tarde también publicaría «Guía inútil de Madrid» (2002). Asimismo, comienza a ser un invitado habitual en todo tipo de tertulias televisivas: «Las noches de Hermida», «Moros y cristianos», «Crónicas marcianas»...

Marcado por el odio

En 1998 dio un paso casi tan trascendental en su vida como el que dio al postularse como candidato a vocalista de banda de rock: entró en la junta directiva de la SGAE, donde se mantuvo hasta 2007. Desde entonces se puso al frente de la defensa a ultranza de los derechos de autor frente a la piratería , y de la voraz política recaudatoria de la institución, lo que le granjeó el odio eterno de una buena parte de la población hispana. Tanto que, como ha explicado él mismo ante el juez, tuvo que abandonar el escenario del Viña Rock en 2006 en medio de una lluvia de piedras. Fue ese precisamente el año en que la SGAE le concedió el Premio de Defensa de los Derechos de Autor.

Fue en 2011 cuando la Guardia Civil registra la Sede de la SGAE dentro de la llamada «operación Saga», y es detenido, entre otros, el presidente de su Consejo de Dirección, Teddy Bautista.

Ahora, Ramoncín tiene que responder, junto a los exdirectivos de la SGAE José Luis Rodríguez Neri, Enrique Loras y Pablo Antonio Hernández Arroyo por la supuesta emisión fraudulenta de facturas que supuestamente cargaban a la entidad por servicios inexistentes, cargo por el que se enfrenta a una pena de cuatro año y diez meses de prisión.

El pasado 30 de mayo, Ramoncín tenía prevista una actuación en la sala But de Madrid, que anuló a última hora con una carta publicada en su página de Facebook que decía lo siguiente:

«Hola amig@s! Cómo va eso?

De cuantas cosas he escrito aquí a lo largo de los años en muy probable que esta sea la vez que más trabajo me cuesta hacerlo. Después de 15 años, 15 años!, insultado, amenazado, vejado, agredido, acusado y condenado, fusilado virtualmente, matado civilmente, injuriado y calumniado , con la indiferencia de la mayoría y el silencio cómplice y cobarde del colectivo más miserable que existe, receptores de los beneficios de mi estúpido compromiso hacia ellos, de lo que me arrepiento con toda mi alma, he tenido que vivir los días más difíciles de mi vida, los últimos siete, al verme señalado, una vez más, por una ignominia que nadie alcanza a comprender, más allá de los que se frotan las manos con el sufrimiento ajeno y los que necesitan más munición para devastar más, y de la que me defenderé hasta que no quede la menor duda de mi honradez.

He leído cosas aquí, a algunas he contestado, que producen una amargura y abren una herida imposible de asumir sin pagar un precio emocional altísimo . De lo que se dice por fuera vivo aislado y serán los tribunales en su momento quienes hablen al respecto.En cualquier caso tengo la fortuna de que vosotros estéis ahí, implicados, os lo agradeceré toda mi vida, y de tener una familia y unos amigos sólidos y decentes con los principios básicos de la lealtad y la confianza.

La banda merece un sitio a parte por su nobleza, su esfuerzo y su compromiso. Sólo esos pilares han hecho que no me haya hundido del todo y he podido reflexionar muy profundamente a propósito de mi vida y mi relación con el público y con mis conciudadanos, y he llegado a la conclusión de que el único que sabe quién está detrás del de la foto soy yo mismo, y por lo tanto soy el único que sabe como duele este zarpazo.

He decidido por todo esto y sin vuelta a atrás que no voy a volver a subirme a un escenario en este País mientras no pueda colgar un cartel a mi espalda en el que se lea INOCENTE, ni voy a volver a dar explicación alguna respecto de este asunto a nadie que no sea el juez. Suspendo los conciertos que teníamos previstos y todas las entrevistas, salvo pocas y honradas excepciones la mayoría ya no tenían más interés que encontrase conmigo para hablar del asunto. Mantendré los compromisos que se refieran exclusivamente al interés que puedan suscitar en este momento las reediciones y los asuntos relacionados con mi oficio y el resto de mi tiempo y mi energía lo voy a dedicar a acabar con esto de una vez por todas.

Sé que algunos os lleváis un disgusto con esta decisión, sólo os pido que penséis cómo me siento yo. No puedo más, no quiero perder más los nervios porque un pobre enfermo, como esta mañana, pretenda cargar sobre mis espaldas la responsabilidad de unas declaraciones de mi ex abogada. No puedo más. La única forma posible que tengo de volver a ser quien era y de poder desarrollar mi trabajo musical pasa por esta decisión. Dichosamente para mí, tengo la fortuna de trabajar en otros sectores que me permiten un desarrollo de mis capacidades y donde la sospecha no forma parte del comportamiento general.

Prometo seguir entrando aquí de vez en cuando y teneros al día de todo, pero ahora necesito silencio…»

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