música
Plácido Domingo: «El triunfo de Alonso me motivó para el estreno de “Thaïs”»
El tenor, que triunfa en Valencia con Massenet, repasa con ABC sus retos y habla sobre la crisis y la situación en España
susana gaviña
Plácido Domingo volvió a conquistar al público el pasado domingo en el Palau de les Arts en un nuevo papel de barítono, en la ópera « Thaïs» de Massenet . Una carrera en paralelo, la de barítono, que compagina con la de tenor, director de ... orquesta (estos días dirige también en Valencia «Tosca» y «El Cid» ) y director artístico de la Ópera de Los Ángeles.
En Valencia, Domingo ha demostrado, de nuevo, su versatilidad. Si hace un par de meses se convertía en el Dios Neptuno —más alto no puede ascender—, ahora se ha metido en la piel de un monje y dentro de una semanas será de el «espadachín» de «Cyrano de Bergerac» ; más adelante el escritor Pablo Neruda, en «Il postino», el emperador en «Tamerlano», o el dogo «Simon Boccanegra». Hasta casi 140 papeles jalonan la carrera del tenor madrileño. En un espléndido día de primavera, ABC ha compartido con el tenor un paseo por la playa de la Malvarrosa, para hablar de sus proyectos, retos, pasiones —deportivas— y de la situación por la que atraviesa España.
— El domingo el público, puesto en pie, le premió con casi quince minutos de aplausos, ¿uno llega a acostumbrarse a esas demostraciones?
—Siempre es una alegría tener un público que reacciona así. Me motiva mucho. Después de todo el artista tiene la obligación de hacer feliz al público, y con eso deberíamos estar bien pagados. Pero no te acostumbras, y no te da igual que aplaudan más o menos, tu quieres que reaccionen bien. Y ayer fue algo extraordinario.
— ¿Por qué ha querido debutar hora en el papel de Athanaël en «Thaïs»?
—Mi entusiasmo y mi curiosidad por nuevas partituras es muy grande. Después de hacer «Simon Boccanera» y «Rigoletto», tenía este papel en lista de espera, como tengo otros. Nunca me he considerado un barítono pero a base de hacer más y más —acabo de interpretar ocho funciones de «Simon Boccanegra» en Los Ángeles— el color de mi voz se ha convertido en más baritonal. Eso me alegra porque me abre fronteras.
— En menos de un año debuta con cuatro papeles de barítono: «Thaïs», «I due Foscari», «Traviata», «Nabucco»... Vamos, que tenemos dos (tenor y barítono) en uno.
—(Se ríe) Vamos a decir que tenemos a Plácido Domingo, que canta según... Este año vuelvo a cantar de tenor con «Cyrano de Bergerac», en Marid, y «Tamerlano», en Salzburgo. Creo que la combinación va bien...
— Esta imparable curiosidad por incorporar personajes parece como una huida hacia adelante. Una especie de prueba para demostrarse a sí mismo que ni edad ni la voz le ponen límites .
—Tengo el mismo entusiasmo que cuando empecé, incluso más. Lógicamente no puedo cantar las partes de tenor que he hecho a lo largo de mi vida —con gran éxito— ahora que tengo 71 años. Si he encontrado el éxito cantando partes de barítono pues bien. De eso se trata.
— ¿Es precioso reinventarse para continuar en la brecha?
—Es renovarse o morir, y esto no es una novedad en mi vida. Con «Thaïs» alcanzo 138 óperas en mi carrera.
— Pero cada nuevo personaje, en esta tesitura de barítono, levanta expectación y supone mucha más presión ¿o se merece ya un descanso o seguir algo más relajadito después de medio siglo de carrera?
—Sí, cada estreno es un momento muy intenso, pero estoy preparado para ello. Y esto no es nada comparado con lo que hizo Fernando Alonso el domingo. Imagínese la felicidad de que, sin tener el coche que necesita, ganó el premio de Malasia. Hubiésemos sido felices si hubiera quedado cuarto o quinto, pero ganó. Eso sí que fue intenso, además con esa lluvia. Me motivó mucho para mi estreno.
— Me imagino que también le motivaron los cinco goles que marcó el Real Madrid el sábado...
—También, también... (bromea) Sobre todo después de los dos empates. Lo único que tiene que hacer el Real Madrid es saber qué son y qué sienten. El Madrid siempre ha sido un señor. Si hay problemas arbitrales, eso es algo que pasa un día u otro, pero mejor cállate y sal a jugar bien, como hicieron el otro día. Además me hace gracia que digan ahora que se puede perder la liga, cuando si al comienzo de la temporada les hubieran dicho que ahora estarían seis puntos por delante seguro que lo hubieran firmado. Fue un alegría el resultado.
— Ya vi que anunciaba desde su Twitter que estaba viendo el partido. Por cierto, ¿escribe usted mismo los mensajes?
—Lo hacen mis hijos.
— Aún así usted está completamente conectado, además de Twitter también tiene su página de Facebook. ¿Es un manera de tender puentes con nuevos públicos?
—El público del Twitter y del Facebook está muy enganchado a estos canales de comunicación, y eso no me gusta mucho, por eso solo lo tengo para mi página oficial, y no tengo ninguno personal.
— ¿Ha seguido los acontecimientos del Liceo, al borde el ERE?
—Ha sido dramático. También he escucho cosas que pasan en el Teatro Real.
— Los trabajadores, a los que la dirección del Real les ha pedido que devuelvan un millón de euros, han amenazado con paros. Una huelga que podría afectar a sus funciones de «Cyrano de Bergerac»...
—Espero que se arregle. La realidad es que yo estoy con los trabajadores. Yo soy director artístico de un teatro pero también soy artista. Todos formamos parte de un teatro y tenemos que conseguir unas condiciones humanas, dignas, para trabajar. Me da mucha pena, supondría un gran disgusto para mí que cuando tenga que ir a Madrid se cancele la ópera, pero sobre todo lo siento por la gente que vaya a la huelga, porque va a perder más todavía.
— Vuelve al Real con «Cyrano» y el año próximo con «Il postino». Dice Gerard Mortier que usted tiene «carta blanca» en ese teatro.
—Yo he hecho lo que él me ha pedido hasta ahora. Vino a París a ver el «Cyrano» y le encantó, y lo mismo con «Il postino».
— ¿Tiene algo más previsto para el Real?
—La verdad es que no hemos hablado. En otros teatros ya tengo comprometidos hasta cuatro años, como en el Met, pero con el Real no.
— Como director de la Ópera de Los Ángeles, con esta crisis tendrá también que reinventarse.
—La ópera va a vivir para siempre y, lógicamente, la crisis tendrá que terminar un día u otro, y aumentaremos el número de óperas, que hemos reducido. Para estar tranquilo ahora, necesitaría 5 millones de dólares más.
— ¿Cuáles son sus proyectos?
—El año próximo participaré en el centenario del Festival de Verona, programando y cantando; y el día del bicentenario de Wagner haré el tercer acto de «Parsifal» con Barenboim en Berlín. En cuanto a las grabaciones, tengo previsto con Sony un disco de canciones populares de todo el mundo y tengo planeado hacer todas las romanzas baritonales de Verdi, para su aniversario; las melodías de Massenet, del que también se celebra el centenario.
— ¿Y el disco de fados que anunció?
—Es mi sueño, pero es que soy muy exigente y son muy difíciles. Es un poco como el flamenco, pero contenido. Espero hacerlo algún día.
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