«La Pasión según San Mateo», un monumento sonoro

En la tarde del pasado domingo, como una oyente más, sin protocolo alguno, Su Majestad la Reina Doña Sofía se sentó en una butaca de la Sala Sinfónica llena, para escuchar una de las más auténticas cumbres de la música religiosa de todos los tiempos: «La Pasión según San Mateo», de Johann Sebastian Bach, monumento sonoro de todos los tiempos y obra que se destaca entre las que forman su tan probada filarmonía. Dos excelentes conjuntos alemanes (Orchester und Chor Berliner Bach Akademie), perfectamente unidos a otros dos españoles (Coro de la Comunidad de Madrid y Escolanía del Valle de los Caídos), con cinco solistas distinguidos, bajo la dirección de Heribert Breuer, totalizarían una versión que bien puede calificarse como magnífica.

Porque los mimbres de la orquesta invitada y las voces de su Chor son de profesionalidad incuestionable, y la agrupación de nuestra Comunidad, siempre la hemos ensalzado debidamente; si a ello se añade el haber dispuesto de cinco voces solistas, con categoría para serlo en esta soberbia «Pasión» bachiana, hemos de situar el concierto en una línea excelente dentro de una deseada y lograda calidad sin altibajos, es decidir, sirviendo solamente -y ello es muchísimo- a la excelsa obra. Así la desea notoriamente el gran músico de Heidelberg, Heribert Breuer, quien, con una inclinación hacia lo expresivo, reguladores de la intensidad discretamente administrados, consiguió un total de evidente clase interpretativa. Esta misma calificación ha de ser concedida a los coros, perfectamente amalgamados, sin perder un ápice de sus resistencias físicas a lo largo de las dos horas y media largas de la duración de la obra; salíamos del Auditorio a las once menos cuarto de la noche... ¿No pudo adelantarse en una hora este concierto dominical?

Buenos solistas los cinco que exige «La Pasión según San Mateo»: desde el tenor, Markus ScHáfer («Evangelista») al bajo coreano (magnífico Kwangchul Youn en todos sus papeles), pasando por Ingrid Schmithüsen (soprano) y Bogna Bartosz (esta última sustituyendo por enfermedad a la anunciada Ursula Hesse), llegando al barítono Siegfried Lorenz, se distinguieron en una categoría profesional hasta exquisita. Todos participarían del gran éxito habido, incluidos los directores de coros, Jordi Casas y Juan Pablo Rubio, éste último por la preparación de la Escolanía, en su corta y única intervención al comienzo de la obra.