Nacho Vegas: «No me gusta frivolizar con la palabra depresión»

De pronto, su querido Gijón se volvió insoportable para usted y no podía escribir canciones.

Estoy muy a gusto en la ciudad, pero la pandemia me obligó a estar demasiado tiempo en casa y hubo un momento en que empecé a sentir que las paredes se me caían encima. Mi casa es mi lugar de trabajo, donde compongo la mayoría de mis canciones, y con esa sensación opresiva no podía escribir. La situación se estaba poniendo algo depresiva y decidí irme a otro sitio donde pudiera vivir la vida con otro ritmo y otros aires. Esto ocurrió durante un cierre perimetral de Asturias, y como no conocía el concejo de Coaña, busqué donde hospedarme y casualmente me enteré de que una compañera de la oficina Last Tour tenía una casa en Ortiguera, a la que podía ir a trabajar.

¿Fue allí para combatir una depresión a través de la composición? Hace unos años dijo que «las canciones, como terapia, son un absoluto fracaso».

Lo sigo pensando. Es verdad que es muy bonito cuando alguien te dice que una canción tuya le ha ayudado a superar un mal momento, pero creo que las canciones no tienen finalidad en sí mismas. Viví una situación depresiva, pero no estaba sufriendo una depresión. Me parece que a la palabra 'depresión' hay que tenerle mucho respeto. Es una palabra muy fuerte. Conozco a gente que ha pasado por una depresión y por eso no me gusta frivolizar con esa palabra. Yo sabía cuál era la causa de lo que me estaba pasando, y cuál era el remedio: escribir canciones, que es lo que me mantiene vivo.

Un bloqueo creativo entonces es algo realmente terrorífico para usted.

Me sumerge en estados anímicos muy bajos. Por eso necesitaba expresar muchas cosas que estaban creciendo en mi interior como un tumor, y que en algún momento tenía que extirpar. De todos modos, por lo que he hablado con compañeros de profesión, los bloqueos son algo a lo que nos terminamos acostumbrando todos los músicos. Aprendes a convivir con ellos y a entender que son simplemente rachas que algún día se terminan. Siempre cito a Fernando Alfaro, que dice que las canciones son como las malas hierbas, crecen aunque tú no quieras. Lo que ocurrió es que esta vez el bloqueo me estaba durando más de lo normal, y ahí sí empecé a asustarme un poco. De repente vi que no tenía claridad y que había un montón de gente paralizada por mi culpa. Es un trabajo que me incumbe a mí, pero mi banda estaba esperando para ponerse en marcha.

Entre mis favoritas están 'La flor de la manzana', con ese aire a Black Heart Procession, y también 'El don de la ternura' es muy bonita. ¿Hay una diferencia entre la ternura y el amor? La ternura en el fondo es siempre un acto de amor.

Pues a Black Heart Procession los he visto en directo, pero no lo había pensado. Sobre lo que dices del título de la otra canción... creo que el amor debería implicar ternura, pero la ternura implica algo que por desgracia no siempre está en el amor: reconocer al otro, cuidarse mutuamente. Cosas que empoderan a ambas partes. En el amor no siempre es así. De hecho hay amores que son aterradores.

En la canción más animada y divertida del disco, 'Big Crunch', dice: «el capitalismo ha entrado en fase de implosión». ¿Deseo o convicción? Señales, haberlas haylas.

Es un deseo y una convicción, lo que pasa es que no creo que yo llegue a verlo. Tendrá que pasar algún siglo más de lo que me gustaría para que termine un sistema auténticamente depredador, que se alimenta de recursos humanos que son finitos. Esta especie de monstruo acabará explotando de alguna manera, seguramente no por fuerzas exógenas, pero mientras tanto tenemos que ir haciendo fuerza desde fuera.

Lo importante ya no es entonces averiguar cómo destruirlo, sino cómo prepararse bien para el después.

En este disco precisamente hablo de eso, entre otras cosas. 'Mundos inmóviles derrumbándose' tiene la lectura de que siempre que se derrumba algo, lo importante es cómo reconstruyes. Estamos en un momento de reconstrucción de muchas cosas que tienen que ver con las relaciones sociales que han cambiado estos últimos años, hay que recuperar espacios colectivos que se han atomizado por la pérdida de fuerza social en la calle. Y los que creemos en una lucha anticapitalista tenemos que plantear cuál va a ser el escenario postcapitalista. Que en esencia, es un escenario más justo.

¿El proceso de implosión comenzó cuando cayó el Muro de Berlín, cuando el capitalismo perdió a la némesis que le impedía entregarse a la pura orgía?

Sí, probablemente sí. La revolución neoliberal empezó un poco antes, con Thatcher y Reagan, de forma silenciosa pero violenta. Y aquí tuvimos a Felipe González, con esa reconversión industrial que tanto daño hizo en Asturias. Pero la caída del Muro fue la victoria que necesitaba para instalarse definitivamente como un sistema hegemónico al que ya no se podía combatir como al capitalismo de Adam Smith. De pronto un tío en un despacho en Nueva York retiraba una inversión y provocaba una hambruna al otro lado del mundo. Luchar contra eso es muy complicado.

¿Cree que hay cinismo en la escena musical actual?

Es algo que se ha puesto como de moda, a veces con forma de sarcasmo, cuanto más cruel mejor, como el que se ve tanto en las redes sociales. Contrapongo el cinismo a la ternura, porque es una visión del mundo totalmente descreída que empieza y termina en uno mismo, y que pasa por no reconocer al otro, que es lo contrario a la ternura. Tenemos que combatirlo. No sé si está muy instalado en la escena musical, puede ser que sí, porque a veces me extrañan las vueltas que algunos compañeros le dan a cosas que en realidad son muy sencillas. A veces hay que trascender la mera crítica haciendo un posicionamiento claro. Esto ya ocurrió en la España de finales de los noventa, fue una época en la que la música también dejó de hablar de temas sociales. El momento exigió una respuesta cultural mucho más contundente, pero no se produjo. Ahora estamos en otro estadío, en el que ser cínico es lo más gamberro. Y percibo que eso se está instalando de una manera muy peligrosa entre la gente joven.

El simbolismo de bolas de cristal que recorre todo el diseño del disco, que por cierto es precioso, ¿alude a que vivimos en realidades encapsuladas?

Sí, sí. Miguel Brieva, el diseñador, podría explicártelo mejor pero es verdad que cuando le planteé hacer el diseño del disco él no sólo escuchó las maquetas, sino que me preguntó por mis motivaciones y por el desarrollo de las letras. En esas realidades encapsuladas también evidencia la contraposición entre la ternura y un mundo distópico en el que ésta no existe.

No puedo terminar sin preguntarle cuándo escribió 'La Séptima Ola', con ese verso de «llegará la serie de olas, y la séptima será letal». ¡Da miedito!

Pues en algún momento de estos últimos años… No tiene nada que ver con la pandemia, sino con el lenguaje surfero. Tengo varios amigos surfistas y es una frase de su jerga particular. Ha sido una casualidad bestial que salga justo cuando estamos en la sexta.