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Van Morrison, un rebelde sin causa pero con (muy) malas pulgas

El norirlandés publica 'Latest Record Project Vol. 1', 28 canciones entre el ajuste de cuentas y el memorial de agravios

Van Morrison, durante una actuación Óscar del Pozo
David Morán

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Hubo una época, cuando los conciertos eran algo normal y no un deporte de riesgo, en que cada visita a la ciudad de Van Morrison (y, créanme, hubo un tiempo en que era más fácil ver por aquí al de Belfast que a cualquier pariente más o menos cercano) cargaba con el morbo añadido de descubrir cuándo se desataría la tormenta. Ah, the good old times, cuando una nota fuera de sitio, un técnico de dedos adormilados o un músico despistado bastaban para que se abriese la caja de los truenos y el autor de 'Moondance' perdiese los papeles.

Por aquel entonces, las malas pulgas de 'Van The Man' ya eran algo legendario; un complemento a la altura de su sombrero Fedora, las gafas de sol ahumadas y 'Brown Eyed Girl' como inevitable fin de fiesta, pero nada hacía prever que el León de Belfast, el autor de algunos de los discos más hermosos del siglo XX, llegaría a 2021 convertido en lo más parecido a ese meme sacado de un capítulo de 'Los Simpson' en el que un anciano le grita a las nubes . Porque, muerto el punk, aquí llega Van el Terrible, gruñón y avinagrado, para reivindicarse como entusiasta antitodo. ¿Facebook? Mal. ¿Los medios de comunicación? Fatal. ¿La música de ahora? El horror.

Algo podía sospecharse cuando, en plena pandemia, el norirlandés publicó tres canciones enrabietadas en las que cargaba contra las medidas para mantener a raya la pandemia y la 'esclavización' de las restricciones, acusaba a los científicos de inventarse los datos para justificar el encierro y, en fin, tildaba a su gobierno de «matones fascistas», pero esto ya es otra cosa. He aquí, recién salido del horno, 'Latest Record Project Vol. 1', 28 canciones de amplio espectro y delicadas filigranas de hammond que Van Morrison ha querido convertir en una mezcla de ajuste de cuentas y memorial de agravios. Y la cosa, claro, le ha salido regular. ¿Un ejemplo? Cuesta escuchar 'Why Are You On Facebook', con esa letra repleta de tópicos párvulos, sin que a uno se le dispare el 'verguenzajenómetro'.

Trago dulce, discurso amargo

Grabado en pleno confinamiento, mientras maldecía a todos aquellos que no le dejaban actuar en directo, 'Latest Record Project Vol. 1' recolecta y destila las malas pulgas de Van Morrison en una treintena de canciones que, marca de la casa, basculan entre el blues arenoso, el folk pastoral y el rhythm'n'blues perfectamente engrasado y a ratos incluso estimulante. De hecho, musicalmente es un trago dulce; una muestra (otra más) del oficio de George Ivan Morrison a la hora de asomarse a las músicas negras y celebrar las bondades del blues y el soul, pero es el plano discursivo donde el álbum descarila. Basta con acercarse a canciones como 'Big Lie', 'Deadbeat Saturday Night','Double Agent', 'Stop Bitching, Do Something', 'They Own The Media' o «No Deed Goes Unpunished', ungidas todas ellas en una extraña alquimia de conspiranoia, resquemor y clichés masticados con, eso sí, una voz grandiosa y aún imponente, para entender por qué.

La crítica, claro, lo ha destrozado. En 'Rolling Stone' (dos estrellas de cinco) escriben que se trata de «una colección de diatribas y riffs a veces entretenidos, a veces frustrantes, escasamente emocionantes y en gran parte inaudibles». Mucho más hiriente se muestra el crítico de 'The Guardian' (una estrella de cinco), Alexis Petridis, para quien el disco es el equivalente a llegar a almorzar a casa de tus padres y descubrir que «oh, Dios, también invitaron a Brian, su viejo y amargado vecino» . «El tono no es nada tan conmovedor o excitante como la ira, solo un interminable descontento malhumorado y un desprecio desdeñoso», escribe Petridis.

Algo de eso hay, sí, aunque incluso en un ambiente tan tóxico emergen destellos de magia como la delicada 'Duper's Delight', el terciopelo soul de 'Love Should Come With A Warning' o la travesura jazz de 'Diabolic Pressure'. Escaso rédito, sí, pero, visto lo visto, podría haber sido peor.

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