Charlotte Gainsbourg amaga con volver a la música

Porque, pese a lo visto en los últimos años en las salas, Charlotte se hizo Charlotte frente al micrófono. Fogueada junto a su padre en «Love on the beat», su primer disco llegaría en 1986, «Charlotte for Ever», o un reciclaje de traumas adolescentes que combinaba una torturada desnudez post-Françoise Hardy y la inevitable influencia de su padre, cuya voz reforzaba varios de los cortes. Fue el arranque de una curiosa trayectoria en la que nunca renegó de la etiqueta de «hija de» para terminar codeándose con Madonna, Etienne Daho, Air o Jarvis Cocker. La critica le sonreía a menudo y en 2009 el mensual «Los Inrockuptibles» reseñó su «IRM» como uno de los mejores trabajos del año.

Ahora tal vez asistamos al regreso musical de la francesa, por mucho que nunca terminase de irse. Así, sin ir más lejos, Gainsbourg participó en la banda sonora de «Nymphomaniac» con el corte «Hey Joe», y compuso el tema que abre cada capítulo de la serie francesa «The Tunnel».

Convertida en musa de cierto indie europeo –«La ciencia del sueño» o «La ciudad de tu destino final»– y elevada a un estrellato alternativo tras sus colaboraciones con el danes Lars Von Trier en «Anticristo» o la reciente bisagra fílmica de «Nymphomaniac», la hija de Serge Gainsbourg y Jane Birkin no frecuentaba los estudios de grabación desde su último álbum, « Stage Whisper », lanzado en diciembre de 2011 y concebido como un remedo de versiones libres de temas antiguos y algún inédito inesperado.

Y entretanto, en 2014, Charlotte todavía reserva estrenos, a saber: «Every Thing Will Be Fine», de Wim Wenders o «Trois Coeurs», de Benoît Jacquot. Quedamos, con todo, al tanto.