Metana, el secreto mejor guardado de las playas griegas
En la península de Metana, entre balnearios abandonados y paisajes volcánicos, aún resuenan los ecos de su pasado cosmopolita
Restos de una escultura, madera del casco y objetos cotidianos: los últimos hallazgos en el naufragio de Anticitera
Corresponsal en Grecia
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Iniciar sesiónSituada entre los golfos de Epidauro y del Sarónico, y a escasas millas náuticas de la isla de Poros, la península de Metana es uno de los secretos mejor guardados de Grecia. A pesar de su cercanía a Atenas y de su fácil acceso - ... por carretera desde el norte del Peloponeso y en ferry desde El Pireo- es una de las regiones menos turísticas de Grecia.
Con una superficie de 44 kilómetros cuadrados, Metana está conectada con el Peloponeso a través de un estrecho istmo de poco más de un kilómetro de largo y unos 300 metros de ancho. Este relativo aislamiento geográfico, junto a su imponente paisaje volcánico, dan la sensación al visitante de estar en una isla.
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Metana forma parte del denominado arco volcánico del Egeo, que agrupa una veintena de volcanes, en su mayoría subacuáticos. El de Metana es, junto con el de Santorini, Kolumbo, Milos y Nísiros, uno de los pocos volcanes activos del Egeo, si bien su última erupción tuvo lugar en el siglo III a.C.
En toda la península se han identificado 32 cráteres. El más reciente fue descubierto en 1987, en el lecho marino, a 200 metros de profundidad. El más conocido de todos es el de Kameni Chora, actualmente inactivo, con un diámetro de 100 metros, una profundidad de 50 metros y una altura máxima de 425 metros. Se puede visitar tras una caminata de media hora por un espectacular sendero esculpido en la lava.
Balneario
Fruto de la actividad volcánica son las célebres termas de Metana, que han ocupado un lugar destacado desde la antigüedad hasta nuestros días gracias a sus propiedades terapéuticas. En el siglo I a.C. el poeta latino Ovidio y el geógrafo Estrabón, describieron las aguas termales de la región. Las termas de la localidad de Hagios Nicolaos, al norte, deben su nombre a Pausanias, por la detallada descripción que este geógrafo hizo de ellas. Según sus escritos, surgieron durante el reinado de Antígono Gónatas, entre los años 277 y 240 a.C., tras una erupción del cráter de Kameni Chora. En la zona aún se conservan restos de unos baños de época romana.
En la actualidad, además de las instalaciones balnearias construidas en el siglo XIX y XX, las aguas termales brotan en 25 puntos distintos de la península. Su temperatura varía, según la estación del año, entre los 29 y los 34,4 grados de temperatura. Se clasifican en dos tipos: aguas ricas en cloruro de sodio y en azufre.
La explotación de las aguas termales con fines medicinales comenzó a finales del siglo XIX. Los primeros análisis de las aguas se llevaron a cabo por iniciativa del médico del rey Otón, quien envió muestras a Múnich para certificar las propiedades terapéuticas de los manantiales frente a dolencias reumatológicas, respiratorias, dermatológicas y ginecológicas. Las termas de Hagios Nicolaos, ricas en cloruro de sodio, comenzaron a explotarse a principios del siglo XX, convirtiéndose en uno de los principales destinos balnearios del este de Europa. Con el tiempo, la fama de las fuentes termales cruzó fronteras y a la región comenzaron a llegar los primeros visitantes extranjeros y miembros de la aristocracia local e internacional, incluidos los miembros de la casa real griega.
La presencia de la realeza impulsó la construcción de un balneario que acorde con las exigencias y los gustos de un público tan selecto. La obra fue encargada al arquitecto Ernst Ziller, figura clave en la transformación arquitectónica de Atenas, responsable de la construcción de varios de los palacios de verano del rey de Grecia, así como de numerosos edificios públicos como teatros, museos e iglesias por todo el país. A mediados de siglo XX, la moda de balneario cayó en desuso entre la aristocracia local, y los balnearios de Metana se popularizaron entre las clases medias.
A partir de la década de 1960, las termas de Metana vivieron un nuevo auge gracias a la financiación estatal y a su inclusión en el programa 'Turismo social', que subvencionaba vacaciones para los sectores más vulnerables de la sociedad griega, principalmente pensionistas y personas desempleadas. Para responder a esta creciente demanda de turismo termal, se construyeron decenas de hoteles en la zona. Sin embargo, estas instalaciones, fueron de las primeras en verse afectadas por los recortes impuestos por los acreedores internacionales durante la crisis financiera de la pasada década, y la mayoría cerró en 2017. Hoy, pasear entre sus habitaciones y zonas comunes, en ruinas, se ha convertido en una de las actividades favoritas de los pocos que aún llegan al lugar.
Las instalaciones diseñadas por Ziller también se encuentran en estado de abandono, a la espera de que un nuevo inversor reactive el motor económico y social de la península.
Barcos de hormigón
En la localidad costera de Hagios Georgios aún se conserva uno de los barcos de hormigón construidos por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, en los astilleros de Bari y Pérama, en la región del Ática. Su misión era transportar armamento a los territorios griegos ocupados. Se construyeron cerca de una veintena de estas embarcaciones, las primeras cinco fueron botadas en el año 1943 y recorrieron 1.200 kilómetros por el Egeo, transportando unas cuatro mil toneladas de carga. Sin embargo, su altísimo coste de fabricación, unido a su escasa velocidad de crucero, que convertía a estos barcos en blanco perfecto para la aviación enemiga, detuvo su producción. Muchos se hundieron en el Egeo; otros fueron remolcados y reutilizados como rompeolas o embarcaderos. El de Hagios Georgios fue uno de ellos; sus 45 metros de eslora forman hoy parte del puerto.
Paella gallega
Uno de los principales reclamos turísticos de Metana son las sabrosas paellas 'gallegas'que María José, una española de Ferrol, prepara en la taberna 'Las Olas' desde hace casi cuarenta años. María José llegó a Grecia en 1979. Dos años antes, había conocido en Ferrol a Panayotis, su marido, un griego que trabajaba en un barco que, debido a una huelga, quedó encallado durante dos años en esa ciudad gallega.
Las paellas de María son famosas en Metana; las prepara con esmero utilizando el marisco fresco que Panayotis trae con su barca, o que compran a los pescadores locales cuando él no puede salir a faenar. Además de paella, también cocina pulpo a la gallega, patatas bravas y tortilla de patatas. Cuenta con orgullo que, hace unos días, Bárbara, una turista valenciana, le confesó que nunca había probado una paella mejor que la suya.
María José explica que en la zona viven varios españoles; algunos han comprado casa en pueblos de la península y pasan allí gran parte del año: «Me gusta cuando vienen a verme porque así puedo hablar español». Cuando termina la temporada turística y cierra el restaurante, la gallega disfruta de baños terapéuticos en las Termas de Pausanias que, asegura, la dejan «como nueva».
Además de sus aguas termales, Metana ofrece un atractivo turismo de senderismo: decenas de rutas señalizadas recorren toda la península discurriendo entre paisajes agrestes formados por caprichosas formaciones volcánicas, pueblos de semimontaña, ermitas de época bizantina, frondosos bosques y barrancos con magníficas vistas al Egeo.
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SuscribeteLicenciada en Historia y máster en Gestión Cultural, resido en Grecia desde 2008. Como gestora cultural he trabajado tanto en el sector público como en el privado de Grecia y, como periodista, he colaborado con varios medios internacionales y con TVE. @MartaC_Grecia
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