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ABC Cultural

La mentira sobre la fotografía más famosa del fin de la Segunda Guerra Mundial

El encuentro de las tropas estadounidenses y soviéticas sobre el Elba, del que se celebra el 80 aniversario, fue orquestado para las cámaras

Dentro del búnker de Hitler: la tumba de hormigón del Tercer Reich

El apretón de manos del Elba ABC
Manuel P. Villatoro

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Fue un encuentro histórico. Aquel que, según los historiadores, demostró que la Segunda Guerra Mundial tocaba a su fin. El 25 de abril de 1945, hace ahora 80 años, los ejércitos norteamericano y soviético se encontraron en las afueras de la ciudad de Torgau, al noroeste de Sajonia (Alemania). La instantánea plasmó aquella emotiva escena: un grupo de soldados estadounidenses, armas al hombro, estrechaban la mano de sus aliados del este sobre un puente del rio Elba. Primaban las sonrisa. Era, en definitiva, la muestra más clara del afecto mutuo que sentían tras haber combatido, aunque fuera en la lejanía, a la Alemania nazi durante años.

O eso nos han contado. La realidad es que esta fotografía tiene mucha más historia, y ha sido narrada por el investigador Eladio Romero en su ensayo 'Breve historia de la Guerra Fría', que de breve tiene poco. En sus palabras, es difícil saber el momento exacto en el que se sucedió el encuentro. Lo que sí conocemos es que, el 25 de abril, una patrulla de reconocimiento de la 69 División de Infantería del Ejército de los Estados Unidos cruzó el río Elba a la altura del poblado de Strehla. Eran cuatro soldados y su objetivo no era otro que hacer un reconocimiento de la zona.

Ahí fue cuando se obró la magia. «En la otra orilla se toparon con guardias soviéticos de la 58 división, mandados por el comandante Alexandr Gardiev». Aquella fue la primera vez que unos y otros se vieron, y fue de la mano del teniente norteamericano Albert Kotzebue. En palabras de Romero, ese mismo día, aunque algunas horas después, «el teniente estadounidense William Robertson alcanzó con sus infantes el puente de la localidad de Torgau, sobre el Elba, ubicado 20 kilómetros al sur de Strehla». Allí hallaron a otra unidad del Ejército Rojo mandada por el teniente Aleksandr Silvashko.

Las autoridades aliadas tomaran la decisión de escenificar el encuentro entre ambos ejércitos en el puente para que la sociedad conociera el hecho. Y hete ahí la mentira histórica: la instantánea, como bien explica el experto en su obra, fue una recreación de los episodios previos. El resultado, con todo, fue mucho más impactante. Por ser, la fotografía recibió hasta un curioso apodo: el 'apretón de manos'. Poco después, ambos presidentes –Harry Truman por un lado, y Iósif Stalin por otro– intercambiaron mensajes felicitándose por la conquista de la urbe.

Otro engaño

La del Elba no fue la única recreación de la Segunda Guerra Mundial. La más famosa fue el izado de la bandera soviética en el Reichstag. La versión oficial del gabinete de Stalin afirma que el 30 de abril, cuando todavía no se había tomado totalmente el edificio, un soldado soviético logró llegar hasta el tejado. Una vez allí, descolgó la bandera con la esvástica e hizo ondear el paño con la hoz y el martillo. Aquel momento, según lo que contó la URSS., fue tan impactante que un fotógrafo lo inmortalizó para la posteridad con su cámara. La verdad es bien diferente: la imagen fue un montaje que se realizó el día 2 de mayo en base a lo que, según algunos combatientes, había sucedido varias jornadas antes.

«La apertura de los archivos secretos de la Unión Soviética tras su disolución desmintió que la imagen fuera de aquel día. El fotógrafo de guerra Yevgeni Jaldéi (1917-1997), de la agencia de prensa TASS, preparó la escena el 2 de mayo, cuando el Reichstag estaba ya asegurado. Para ello pidió a varios soldados que posasen de esa manera, colocando la bandera en la parte más alta del edificio. De las numerosas fotos resultantes de la sesión, escogió la que luego se haría mundialmente conocida», explicaba el historiador Jesús Hernández, autor de 'Eso no estaba en mi libro de historia de Hitler', a ABC. Al parecer, lo único que pretendían los soviéticos era hacer una instantánea igual de impactante que la de los americanos en Iwo Jima.

Y esa no fue la única trampa que protagonizaron los soviéticos con dicha fotografía. Una vez que la instantánea llegó a Moscú, los mandamases de la época decidieron que no era todo lo que heroica que debía ser y que necesitaba algún que otro retoque para quedar perfecta. El primero de ellos fue eliminar uno de los dos relojes que el soldado del Ejército Rojo que portaba la bandera tenía en una muñeca. Lógico, pues lo había obtenido saqueando los cadáveres de los soldados alemanes asesinados por sus compañeros aquel día. A su vez, y tal y como señala Hernández en su obra, fueron añadidas dos columnas de humo en el fondo de la imagen para que la situación de Berlín pareciese más dramática.

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