Ramón de España: «Garfunkel no componía ni tocaba, hacía coros y befa de Paul Simon»
En 'La edad de plástico', el periodista y escritor compone con cien semblanzas una historia «muy personal» de la música pop
El último otoño de Nick Drake, el cantante más triste del mundo
Ramón de España, en una imagen reciente
Si detestan los domingos tomen ejemplo de Ramón de España: durante dos años escribió sobre los cantantes y grupos de pop que le hicieron la vida habitable. Claro, que para componer lo que él llama «un catálogo sentimental y desordenado» hay que contar con ... la memoria y la experiencia de quien firmó en cabeceras históricas como Star, Disco Exprés o Vibraciones. Un tesoro dominical, 'La edad de plástico' (Efe Eme): cien perfiles para una crónica del pop en la que no aparece Dylan, ni los Doors, ni Hendrix, ni James Brown: «Ninguno de ellos ha logrado nunca ponerme la piel de gallina», arguye el autor. El criterio de selección: «La urgencia del momento -Ramón de España publica en 'Crónica Global'- y el grupo o solista que me venía a la cabeza».
Por sus músicas lo conocerán y se llevarán sorpresas como las inclusiones «heterodoxas» del Pescaílla, Dean Martin, Ennio Morricone o el fadista Alfredo Marceneiro: «Figuran en mi catálogo sonoro por haber conseguido emocionarme en terrenos musicales y extra musicales». Aunque se titule 'La edad de plástico', el libro está compuesto de los materiales el corazón «sin descuidar totalmente el cerebro», matiza De España. No está tampoco Bruce Springsteen: «Tiene un disco que me gusta, el melancólico 'Nebraska', lo que me molesta es la farfolla, cuando se pone épico en plan 'Born in the USA' y esos fans que aseguran en los conciertos que el Boss los mira precisamente a ellos».
La biografía musical de Ramón de España (Barcelona, 1957) comienza a escribirse en 1970. Nuestro protagonista cuenta trece años y tras reunir varias semanadas, adquiere el primer vinilo de su vida, 'Tea for the tillerman', de Cat Stevens: «Como no andaba sobrado de dinero, tuve que escoger cuidadosamente el disco con el que iba a iniciar mi colección», recuerda. El cantautor de 'Morning has broken» no era el prototipo roquero de sus amigos que lo asociaban, por blandengue, con las chicas. Pero De España siempre prefirió la contracorriente: «Cat Stevens se me antojaba el colmo de la sensibilidad, me hacía soñar con el amor y me permitía observar el futuro inmediato con optimismo».
Nick Drake le parece «una de las presencias más tristes en toda la historia del pop». En el podio, Roxy Music y David Bowie. El grupo de Bryan Ferry «porque su primer disco y los cuatro que siguieron (dos Eno) me volaron la cabeza con su retro futurismo». El guitarrista Phil Manzanera confió a De España la traducción de sus memorias, 'De la Revolución a Roxy': «La mayor de las dichas; contar la historia de mi grupo favorito», celebra. A Bowie lo admira de una manera más cerebral: «Los años setenta son suyos, de 'Space Oddity' a 'Scary Monsters'. Grabar 'Blackstar' mientras se despide de este mundo da una idea de su sentido del deber».
Entre las malas personas de 'La edad de plástico', Art Garfunkel: «Es el mayor parásito de esta historia; no componía ni tocaba, hacía coros y befa de Paul Simon por ser bajito. Como decía Jardiel Poncela, el típico 'amigo póliza'. El bueno de Paul llevó a este 'querubín' pegado a la chepa desde los tiempos del colegio». Y Lou Reed: «Algunos se engancharon al jaco por su culpa, entre ellos un par de amigos. Gay Mercader, que había tratado a músicos enganchados y desenganchados, me comentó que Reed era el único que le resultaba insoportable con drogas o sin drogas».
De España llegó tarde a los Rolling: «La culpa la tenía 'Angie', aquella balada tan cursi a la que cogí tanta manía como el 'Imagine' de Lennon, pero cuando repesqué 'Aftermath' todo cambió'.
Del rock catalán le gustaban Sisa, Pau Riba e Ia i Batiste y de la Nova Cançó respetaba a Serrat y Raimon: «A Llach lo he odiado toda mi vida, sobre todo a partir de 'Viatge a Ítaca… Creímos que luchaba por la libertad y resultó ser un separatista egoísta».
En el panorama musical de hogaño salva a Lana del Rey, el crooner alemán Max Raabe o la virginiana Sierra Ferrell. El rock ha perdido la relevancia que tuvo hace sesenta años, lamenta: «Ahora se llevan las divas tipo Madonna, el hip hop y el reguetón». O polémicas «eurovisivas» como la «transgresión» de 'Zorra'. ¡Cuatro décadas después de Las Vulpes! «¡Y antes de Las Vulpes, el 'I wanna be your dog' de los Stooges! Esa pareja de cincuentones reteñidos… 'Zorra' no resignifica nada, significa lo que ha significado toda la vida», ironiza.