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Publican «Vida», el libro mítico de un «jigante»: Juan Ramón Jiménez

Pre-Textos editará en primavera el primer volumen de la autobiografía inédita del Nobel, un libro «fundamental, esencial y vertebral de su obra»

Publican «Vida», el libro mítico de un «jigante»: Juan Ramón Jiménez abc

manuel de la fuente

Siempre jenial y jigantesco , aquel poeta que sembró de hermosura miles y miles de folios en blanco, tan blancos que se dirían todos de algodón, que nunca, a pesar de los pesares, perdió la ilusión por la poesía, esa esposa que le hizo vivir y escribir siempre como un recién casado, tan ajeno a la fama y las ascuas efímeras de la hoguera de las vanidades del mundanal ruido que prefirió autorretratarse en un borrico, porque siempre pareciera que aquel hombre de Moguer no lleva huesos, aquel poeta, que no pudo ser un andaluz llamado Juan Ramón Jiménez, que nació justo un 23 de diciembre de 1881 , tiritando de frío entre las nieves suecas con su Nobel en las manos, porque Zenobia se le moría, tenía el corazón partido por el rayo del exilio en aquella América, donde tuvo que revivirse y reescribirse.

Tres décadas antes de aquel premio, en 1923, Juan Ramón, a los 42 años, en lo que él ya pensaba la mitad de su existencia, imaginó una obra a la que pensaba dedicar todo su empeño. «Vida poética» , la titularé, se dijo, y quería hacer en ella recuento de su ingente y colosal labor creativa. Pasaron los días, los meses y los años y la idea seguía fija en la mente del poeta, pasaron los días, los meses y los años, y hubo que dejar España (la piedrecita de Moguer en el bolsillo), amigos, recuerdos, la patria de su infancia, tan sabiamente gobernada por aquella madre ya perdida, dejar atrás también calumnias, falsedades, dimes y diretes, gozos y sombras.

Era 1940 y Juan Ramón empezó a hacer memoria, jenialmente, claro. Aquella «Vida poética», siempre tan justo y necesario con las palabras, se iba a llamar humana y sencillamente «Vida», y sería eso, la autobiografía literaria y humana del poeta. Sabía que nunca la acabaría, y nunca la acabó. Aquellos escritos se fueron desperdigando, en Madrid, en Puerto Rico, entre su familia. Los caballeros de la aventura juanramoniana algo sabían de ello. Pero las pistas se perdían. Hasta ahora.

Aquella «Vida» finalmente ha sido recompuesta y por fin habitará entre nosotros como libro en primavera , aproximadamente, en forma de un primer volumen de más de mil páginas que va a editar Pre-Textos . Una autobiografía para cuya realización el poeta se inspiró en una obra que admiraba, las «Confesiones», de Rousseau, y que han conseguido traer hasta nosotros dos editoras que se han dejado cinco años en la empresa, hasta con lágrimas, momentos de abatimiento y desánimo, y un esfuerzo colosal: Mercedes Juliá y María Ángeles Sanz Manzano . «Muchos juanramonianos conocían este proyecto, pero hasta ahora nadie se había atrevido a meterle mano», comenta desde Villanova, en Pennsylvania, Mercedes Juliá. «De hecho, muchos de los escritos y manuscritos están muy deteriorados, hay muchas páginas borrosas, que hemos tardado hasta un mes en descifrar».

En 1928, muere la madre de Juan Ramón, y el poeta empieza a darle otro aire a su vida y a esta «Vida». «Le sucedió como a Proust –cuenta Juliá– cuando falleció la suya y se puso a rememorarlo todo. Eso hace Juan Ramón, quiere revisar toda su obra y presentarla como algo acabado, por eso deja de publicar y empieza a pulir y revivir todo lo anterior».

Edición y composición

También comentan las editoras que «hemos respetado completamente al poeta, lo que no está acabado, pues no está acabado, nosotras no lo hemos acabado por él. Realmente, creo que más que una edición, lo que hemos hecho es un trabajo de composición , de estudio y notas».

Notas y estudio que aportan, tal como relata Mercedes Juliá, que «en este libro, Juan Ramón pensaba aclarar malentendidos y establecer una imagen justa de él como persona y como poeta para la posteridad. Sus contribuciones a la poesía deberían quedar claras y por eso pensaba incluir en él no sólo una muestra de su obra en prosa y verso, sino asimismo contrastarla con la de otros poetas de su generación y de las generaciones anteriores para consolidar al mismo tiempo una especie de historia crítica de la poesía española del siglo XX».

Las editoras también nos acercan a la intimidad y el día a día del poeta: «Además de poesía, era un lector incansable de filosofía, historia, física, arte, y hasta con un buen conocimiento de la teoría de la relatividad, como se observa en su poema Espacio. Estaba pendiente del acontecer mundial, de la política y de las atrocidades que se estaban cometiendo. Pero no, no era un hombre práctico que se ocupara de las facturas ni de cuestiones cotidianas, aunque él quería ayudar a su mujer con las tareas de la casa. Pero eso era más un deseo que una realidad. Según cuenta Zenobia en sus Diarios, Juan Ramón estaba rodeado de papeles y era muy difícil su convivencia y el mantener las cosas en un orden convencional. No era una persona práctica, pero eso no puede pedírsele a un poeta lírico de su envergadura».

A miles de kilómetros de distancia, a Juan Ramón la lejanía de España le helaba el corazón . «Precisamente, escribir este libro le sirvió para mantenerse ligado a su mundo español, como consuelo en su soledad americana. Las prosas que escribió sobre su niñez, su familia, su pueblo, sus amigos, sus profesores, sus novias, etcétera y que forman parte del libro, le sirvieron para recordar y mantenerse fiel a su identidad y también para distraerse y sentirse menos solo».

Es, sí, la «Vida» de un jigante. Gigante Juan Ramón que como aquel borriquillo «tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo».

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