Manu Leguineche, memoria del siglo XX

Víctor López publica «El Jefe de la Tribu», la primera biografía del reportero vasco

Manu Leguineche ABC

La primera gran noticia internacional que Manu Leguineche cubrió, cuando contaba 20 años y apenas había dado los primeros pasos como periodista en «El Norte de Castilla» , fue la guerra de Argelia. Era el año 1961 y en España el interés por ... las informaciones que traspasaban las fronteras era escaso. Leguineche reunió unos ahorros y se marchó a contar la lucha del Frente Nacional de Liberación. «Mi madre me puso en la maleta calcetines gruesos por si pasaba frío, no me atreví a decirle que me iba a África».

La primera cobertura bélica del gran reportero de guerra español fue un éxito, cuenta Víctor López (La Coruña, 1979) en «El Jefe de la Tribu» (Ediciones del Viento) , la primera biografía que se escribe sobre el reportero vasco. «La Tribu –explica el autor a ABC– fue una generación de reporteros que acercó a España lo que ocurría más allá de sus fronteras, en tiempos donde hacerlo no resultaba sencillo. Y Manu Leguineche fue su máximo exponente».

Fundador y director de varias agencias de noticias –Colpisa, Cover Prensa, Lid y Fax Press–, reportero, periodista en televisión, en radio, escritor e incluso productor de películas, Leguineche cubrió los principales acontecimientos del siglo XX : la guerra de Vietnam, la caída de la URSS o la primera guerra del Golfo. «No quería permanecer encerrado en un despacho porque el periodismo para él era todo lo contrario», señala López. Leguineche viajaba a las guerras para «contar mejor o peor las cosas» movido por su pasión por la historia . «Hizo gala de un enfoque humanista para contar verdades universales a través de personas anónimas», afirma su biógrafo. Y ahora que el periodismo anda en horas bajas, sumido en una larga crisis que ha ahogado una forma de entender el reporterismo que exige tiempo y dinero, Leguineche «sigue siendo un referente, de ética, rigor y honestidad ».

Archivos personales

Para abordar la figura del periodista, López ha intentado llegar al Leguineche menos conocido . Se ha sumergido en sus archivos personales y ha entrevistado a decenas de amigos y familiares. El resultado es una obra que no solo aborda el lado profesional del escritor. López cuenta la infancia de un niño criado en Guernica y que con 13 años ya se atrevió a intentar escribir una novela policiaca. Luego vendrían los primeros artículos en los periódicos escolares y los estudios inacabados de Derecho.

El universo por descubrir que vio en esa conjunción entre viaje e información que le ofrecía el periodismo lo alejaría de la universidad. Tras estrenarse como plumilla en el semanario «Gran Vía», se encomendó a la custodia de Miguel Delibes , por entonces director de «El Norte de Castilla». «Su hijo va a ser un número uno», le tranquilizó el autor de «Los santos inocentes» al inquieto padre de Leguineche.

Su verdadera puesta de largo fue la vuelta al mundo que dio en coche en 1965 con unos amigos periodistas. La aventura lo llevó a Vietnam, Tailandia o a la guerra de los Seis Días . A sus 23 años, Leguineche tenía claro que ese viaje era «el camino más corto» para conocerse a sí mismo. Le gustaba decir que el libro en el que relató esta expedición había animado a muchos jóvenes a hacerse periodistas.

La tribu de las tres D

Leguineche escribió más de cuarenta títulos . «Me queda muy poco tiempo para leer porque estoy siempre escribiendo un libro», decía. Eran crónicas con una voluntad literaria que pretendía acercarse a autores como Dos Passos o Steinbeck , a quienes señalaba como referentes. En «La tribu», su única novela, retrató el mundo de los corresponsales. En este libro habló de los reporteros como la tribu de las tres D : dipsómanos, divorciados y deprimidos. «Manu llegó a reconocer que aquello había sido una ocurrencia absurda, pero que en el fondo algo de eso había: periodistas con una infancia complicada, marcados por la necesidad de viajar para encontrarse a sí mismos», explica el autor de «El Jefe de la Tribu».

Después de toda una vida a caballo entre tantos destinos y su casa en Madrid, lugar de encuentro de escritores, cineastas y artistas, Leguineche se refugió durante su vejez en La Alcarria . Desde su casa en Brihuega, entre partidas de mus y vinos con los paisanos, veía el periodismo con pesimismo. Las redacciones se habían convertido en bancos de datos, decía, y advertía de que las pantallas iban a dejar ciegos a los periodistas.

El último libro, «El club de los faltos de cariño» , lo escribió en 2007, siete años antes de morir, después de haber ganado multitud de premios periodísticos. En el archivo de RTVE se conserva una conversación entre Delibes y Leguineche, ambos enfermos, con motivo de la publicación de esta obra. «Lo que quiero censurar es que seas del club de los faltos de cariño –le dijo su mentor–. El cariño que despierta Manu en toda España no lo tiene más que algún perro que otro».

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