Ismaíl Kadaré: «La dictadura es pasajera, la literatura es eterna»
El escritor albanés, azote y látigo literario del terror y la paranoia estalinista de su país, recibe el viernes el Príncipe de Asturias de las Letras
Bajo sus gastados abrigos made in China, la China anterior a la Gran Desviación Burguesa, en la plaza Skanderberg, en un otoño de Tirana, en otro otoño albanés, Ismáil y Suzana se aman, se esperan y se amparan. Un libro entre sus manos, « La hija de Agamenón ... », un final de tragedia griega, un coro que mira hacia otro lado y que calla, que otorga, pues le va la vida en ello: «Una tras otra fueron cortadas las amarras, lo mismo que las últimas esperanzas. Nada se opone ya al agostamiento de la vida». ¿Vida? La que a Ismaíl y Suzana el Partido les dio, la que el Partido les quitará. ¿Vida? La que durante décadas sembró con sus palabras Ismaíl Kadaré en las tierras yermas y en los paisajes sombríos del Pensamiento Único, de la Genuina Patria Socialista, del Camino Verdadero, de la Fe Inquebrantable en el Proletariado, de las masas yendo y viniendo por el Sendero Luminoso. Kadaré no ve desde su apartamento parisino su Albania, aquella tierra de las águilas que el héroe nacional Skanderberg levantó contra el Turco, aunque el río de la vida de su tierra fluya por toda su escritura. Al autor de «El general del ejército muerto», eterno candidato al Nobel («tanto, que hay amigos que creen que ya me lo han dado», suele decir), se le muda la color de hombre serio y reflexivo en la distancia larga, pero de sonrisa fácil y buen humor en el vis a vis, cuando le mientan la bicha de la política. «Lo fundamental siempre es la obra, pero a los escritores del Este no nos causa ninguna impresión que siempre vinculen nuestros libros con la denuncia política. Y creo que la literatura no debe hacer sociología, no tiene necesariamente que dar explicaciones. La literatura es una máquina que funciona con libertad o sin ella; la dictadura es pasajera, la literatura es eterna».
Su peculiar relación con España
Testigo en primera persona de hasta dónde pueden llegar la paranoia y la esquizofrenia estalinistas, reflejadas en sus obras de aliento espectral y kafkiano, Kadaré vio también muy de cerca la
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