David Mitchell: «Los escritores estamos profundamente celosos de los músicos»
El británico, autor de la aclamada 'El atlas de las nubes', recrea la revolución musical de finales de los sesenta en 'Utopia Avenue'
David Mitchell, en una imagen promocional
Suena el 'So You Want To Be A Rock and Roll Star? de los Byrds y ahí están, prietas las filas, Elf Holloway, Dean Moss, Jasper de Zoet y Peter Grifin, cuatro músicos reclutados por un mánager insólitamente bondadoso y más que dispuestos ... a responder de manera afirmativa a la llamada de Hillman y McGuinn . ¿Estrellas? ¿De rock and roll? Claro que sí. ¿Qué otra cosa sino se puede querer ser el burbujeante y revolucionario Londres de 1967, marmita en la que David Mitchell (Merseyside, 1969) se ha sumergido para recrear la historia casi verídica de una banda nacida de su imaginación?
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Retrato vivaz la de época y absorbente crónica del auge y desplome del cuarteto que da nombre a la novela, 'Utopia Avenue' (Literatura Random House) sitúa al autor de 'El atlas de las nubes' y dos veces finalista del Man Booker Prize a las puertas de cielo del rock mientras invita a reflexionar sobre el éxito, la fama, las enfermedades mentales y la naturaleza de las revoluciones. Un nuevo capítulo en ese 'metalibro' al que empezó a dar forma hace más de dos décadas y del que habla vía Zoom desde su casa de Cork (Irlanda), donde vive con su mujer y sus dos hijos.
-¿Por qué este interés en la escena musical y cultural del Londres de finales de los sesenta?
Fue un momento irresistible, un periodo revolucionario en el que salieron a la superficie nuevos movimientos políticos, nuevas formas artísticas… Fue como si el velo del futuro desapareciera y la gente pudiese ver una forma alternativa de pensar y ver. Ahí están los cimientos de la sociedad contemporánea. La segunda ola del feminismo, el movimiento LGTBI, las leyes antirracistas e igualitarias, los avances musicales y artísticos… Todo ocurrió entre 1966 y 1968.
El momento fue irresistible, sí, pero, ¿también irrepetible?
Se ha repetido y se repetirá durante el futuro. Siempre habrá momentos evolutivos en los que el cambio se produce a una enorme velocidad. La crisis financiera, la pandemia… Nada ocurre y de repente ocurren muchísimas cosas al mismo tiempo.
Usted nació en 1969, cuando la fiesta del Swinging London ya había casi terminado. ¿Le preocupaba caer en una imagen excesivamente idealizada de los años sesenta?
Sí que es cierto es un periodo que se ha mitificado en exceso, pero yo siempre intento subvertir los tópicos para minarlos desde dentro. En la narrativa del rock and roll, por ejemplo, el mánager siempre es una figura oscura que roba a las bandas, pero yo quería crear un mánager honesto que da forma al grupo como si fuera el comisario de la exposición. Así que creo que se pueden utilizar los tópicos de forma habilidosa para mostrar esa época tal como fue.
¿Cómo ha sido la construcción de 'Utopia Avenue'? Creo que incluso se apuntó a clases de guitarra y piano para perfeccionar la ambientación musical.
Me produjo un placer enorme reflexionar sobre el tipo de grupo de música que iba a crear. Elegí una artista con bagaje folk, luego el típico bajista de pub, un guitarrista de porte aristocrático y un batería jazzístico. Es el tipo de grupo que me hubiese encantado que hubiese existido.
¿Y de dónde salen? Da la sensación de que todos ellos tienen un referente bastante claro en el mundo real.
Son copias de miles de músicos, pero sí que comparten el ADN de alguna figura real: Elf, por ejemplo, comparte muchas cosas con Sandy Dennny, de Fairport Convention. Jasper estaría muy ligado a Syd Barrett, de Pink Floyd. Dean es más genérico, quizá un Ray Davies. Y Peter tendría mucho que ver con Ginger Baker. Eso sí; durante la novela intento encubrir sus genes haciendo que los músicos reales también aparezcan en la novela.
Esos cameos son una constante. Ahí están Brian Jones, Marc Bolan, Syd Barrett, David Bowie justo antes de saltar a la fama. ¿Se trata de un juego o de una manera de anclar mejor la novela a esa realidad histórica?
No es excluyente, es divertido ver a esta gente circular por la novela. Además, es una simulación realista de cómo funciona el negocio. La mayoría de los iconos de los sesenta iban a los mismos bares, trabajaban con los mismos mánagers, tenían los mismos publicistas, los mismos camellos… Hubiese sido raro escribir una novela sobre un grupo musical que tuviera éxito en ese momento y que no se encontrará con toda esta gente.
Cada uno de los miembros de Utopia Avenue viene de un contexto social bastante diferente.
Eso es un anti-tópico. Lo normal era que los grupos procediesen del mismo estrato social; que se conociesen en el colegio o en la Universidad, como Pink Floyd. Yo quería invertir eso. Ahí puede haber una situación dramática donde se toquen la sensibilidad el clase media se junte con la de la clase trabajadora. Además, proporciona un microscopio para analizar la sociedad británica de esa época. Y analizar las sociedades y sus clases nunca es aburrido.
¿Por qué cree que el grupo del rock funciona tan bien como motor narrativo?
Es un viaje de la adversidad y las dificultades al éxito, a la gloria apoteósica, a través de una serie de altibajos. Tiene algo mítico. Mitológico, si prefieres. La prueba es el interés que aún hoy siguen despertando este tipo de figuras.
'Utopia Avenue' también está repleto de túneles que conectan con algunas de sus anteriores novelas como 'Mil otoños' o 'El atlas de las nubes'.
Es muy importante para mí. Pienso en mis libros como un gran libro gigante en el que cada uno de las novelas es como un nuevo capítulo esta especie de 'metalibro'. Pero no se trata de algo que va en fascículos. Cada novela tiene sentido por sí misma, pero si lees más de uno empiezas a notar que sí, que hay hipervínculos, referencias cruzadas, y pasajes secretos. Al principio yo soñaba con convertirme en un escritor como Tolkien, alguien capaz de crear todo un mundo que puede conectar con todo, pero cuando fui cumpliendo años también quise escribir libros específicos sobre periodos y lugares concretos. Esto me hace ser al mismo tiempo maximalista y minimalista.
Después de novelas como 'Relojes de hueso', 'Utopia Avenue' es un libro más bien realista. ¿El mundo se ha vuelto tan extraño que ya no tolera más fantasía?
Algunos de mis libros son más fantasiosos que otros, sí, pero en su gran mayoría están anclados a la realidad, porque me interesa la línea que separa el realismo y la fantasía a través de, digamos, la presión de la enfermedad mental o los estados neurológicamente alterados. O los sueños. Porque un sueño no deja de ser una realidad neurológica: cuando estamos dentro de un sueño. Una metáfora, por ejemplo, tampoco es real, pero al mismo tiempo sí que lo es. No puedes venderla en una caja, para desgracia de muchos escritores, pero existe. Es al mismo tiempo sustancial e insustancial. Incluso la literatura puede ser así.
No sé si después de escribir un libro sobre el auge y caída de una de una banda de rock, ha llegado a apreciar un poco más la vida aburrida y confortable del novelista.
Los escritores estamos profundamente celosos de los músicos, porque nuestra forma de arte nunca se va consumir como la suya. No podemos ver cómo los lectores reaccionan emocionalmente ante nuestras creaciones, mientras los músicos tienen la suerte de tener un público y recibir ese 'feedback'. Es mágico, porque pueden ver el poder que ejercen sus creaciones en el rostro del público, en sus expresiones. Los escritores nunca podremos gozar de eso. Y además, los músicos se llevan a todas las chicas.
Antes de acabar, una curiosidad: ¿cuál es su álbum favorito de aquella época?
No es original, lo sé, pero el 'Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band' de los Beatles. Fue el primer álbum en el que podía ir canción tras canción y seguir un camino, un viaje, una trayectoria. No era un sitio donde hubiera canciones en una especie de armario, sino que era una escultura en sí misma. Creó un nuevo género, una nueva forma de entender la creación artística.