Colinas traduce los «Pensamientos» y «Cantos» de Giacomo Leopardi
TULIO DEMICHELIMADRID. Antonio Colinas ya publicó en 1988 «Hacia el naufragio infinito», una espléndida biografía del poeta romántico italiano Giacomo Leopardi, de quien ahora ha traducido «Cantos» y
Antonio Colinas ya publicó en 1988 «Hacia el naufragio infinito», una espléndida biografía del poeta romántico italiano Giacomo Leopardi, de quien ahora ha traducido «Cantos» y «Pensamientos» en una cuidada edición de Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. «Hace mucho que tenía ilusión de que apareciera « ... Cantos» en una edición bilingüe -explicó el traductor-; y que se publicara junto a otra obra suya que no fuera muy extensa, y me decidí enseguida por «Pensamien-tos», porque Leopardi no sólo fue poeta y traductor, sino también filólogo, políglota, escritor de aforismos, filósofo... «Pensamientos» es una síntesis de su filosofía, libro del pesimismo, de la negación y reflejo de su difícil vida».
«Estos «Cantos» y «Pensamien-tos» son obras complementarias -prosiguió Colinas-. El primero es un libro a la vez unitario y disperso que tiene tres partes. La primera conserva un sabor neoclásico pues Leopardi estaba muy influido por la cultura grecolatina. La segunda es la parte central y contiene algunos de los poemas más bellos de este autor que trae la modernidad al verso italiano. Hasta entonces, la poesía del siglo XVIII mostraba una gran carga neoclásica y Leopardi le dota de un lenguaje más puro y transparente. Los poemas finales, la tercera parte, están traspasados por su pensamiento y en cierta medida hace filosofía».
En cuanto a «Pensamientos», Colinas explicó que el autor «escribió un diario, el «Zibaldone», que tiene unas 4.000 páginas manuscritas y del que Rafael Argullol ya hizo una selección en español. Tiene relación con «Pensamientos», porque éste es un «Zibaldone» sintetizado, aunque en el diario aparece el erudito y en este otro libro, el filósofo». Por último, consideró que «Leopardi fue un genio por varias cosas. Aprendió de niño el griego y el hebreo sin que nadie le enseñara. También aprende el español porque tuvo como preceptor a un jesuita expulso, el mexicano José Torres. Era un hombre de una gran capacidad intelectual que también escribió una historia de la astronomía y otra de los errores populares del género humano», concluyó.
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