Asli Erdogan: «No puedo ir a mí país, el resto del mundo se ha vuelto una prisión para mí»
La perseguida escritora turca, que fue detenida en la prisión Kakirköy en 2016, y que está exiliada en Alemania, publica en España su novela 'El edificio de piedra'
Asli Erdogan
La traducción al español de 'El edificio de piedra' (Armaenia) devuelve la esperanza a Asli Erdogan, escritora turca perseguida y exiliada en Alemania en plena pandemia. «Mi caso jurídico sigue abierto -dice a ABC la autora-. En junio el tribunal pasó el caso a otro ... tribunal, un truco muy común; varias publicaciones de mis libros se fueron cayendo, como en Italia, y además he estado muy enferma en septiembre y octubre, hospitalizada y con mucho miedo por el Covid. Está siendo un tiempo terrible para todos los escritores y artistas, pero si a eso le sumas exilio, amenaza de prisión… Ahora presento por primera vez en España y tengo grandes expectativas».
¿Cómo influye en su obra la experiencia de 2016, cuando fue detenida en la prisión Kakirköy?
Todo lo que he escrito tiene que ver con ese gran trauma. Necesito escribir sobre las víctimas de la tortura y de la opresión. Mi memoria de aquellos días terribles está llena de huecos y agujeros; de alguna forma me protege eliminando detalles, a pesar de lo cual puedo escribir de manera bastante realista sobre la prisión. Yo estoy todavía en ese edificio de piedra, no hay un solo día que me escape, y siento la obligación de hablar de ello. El personaje Esmeralda va a prisión y, ¡créame!, me cuesta horrores escribir sobre ello, a pesar de la distancia y el tiempo, pero estoy relativamente orgullosa de cómo voy consiguiendo confrontarlo.
¿Hay un exilio físico y otro psicológico?
Yo ya estaba en el exilio en Turquía. Creo que la condición de exiliado es muy actual y está en la esencia del ser humano. Todos vivimos en el exilio, nos sentimos fuera del paraíso, está en el subconsciente colectivo a partir de la mitología. Pero por supuesto mi exilio actual es diferente. Cuando viví en Brasil o en Suiza, podía regresar. Pero si no tienes la oportunidad de volver, la experiencia cambia por completo, se vuelve muy parecida a estar en prisión. Es difícil de explicar que tengo libertad para ir a donde quiera excepto a mi país y por eso me siento presa. Puede que ni me guste mi país, pero el resto del mundo se ha vuelto una prisión para mí. Y la cárcel cambia a las personas. Te frustra, te indigna, te amarga. Pierdes la inocencia. Y yo además pierdo mi lengua, que era mi punto fuerte, en el que siempre me apoyé. Soy famosa y respetada por mi lengua y ahora incluso la estoy perdiendo, se deteriora porque hablo constantemente en otro idioma. Parece que todo lo que he escrito en los últimos 30 años ha quedado atrás y lo siento como un enorme drama. Me gustaría poder reaccionar con más naturalidad, pero no me gusta esta situación.
La novela habla de mujeres resilientes en una sociedad opresiva. ¿Qué papel juega la religión musulmana en esa opresión?
La acción transcurre en Estambul, pero podría ocurrir en cualquier parte del mundo. No hablo sobre mujeres ni sobre el Islam, intento hablar sobre la Humanidad… Pero por supuesto, la sociedad musulmana por ahora es una de las más opresoras contra las mujeres, aunque Turquía tiene una situación única, porque hay partidos feministas, secularismo…; desde los años 30 las mujeres tienen derecho a voto, antes que en muchos otros países europeos. Sin embargo, han sido cambios realizados desde arriba que no siempre han calado en la sociedad.
¿Hay escritoras relevantes en la literatura musulmana?
Mujeres escritoras las ha habido siempre, pero les ha resultado difícil obtener respeto. En los relatos cortos yo diría que dominan las mujeres, pero la poesía y la novela siguen siendo masculinas. Cuando empecé a escribir, se nos prestaba atención. Los 90 fueron el tiempo más feliz, pero ahora se ha revertido esa tendencia. La situación de las mujeres es muy dura, especialmente para las que están activas en la política. En cualquier momento pueden ir a prisión y se produce un silencio femenino. Yo nací un 8 de marzo y siempre he celebrado mi cumpleaños entre manifestaciones. Este año han sido detenidas 18 mujeres.
Los presidentes turco y ruso, Erdogan y Putin, inauguraron la semana pasada un reactor nuclear en Akkuyu. ¿Qué significa este apoyo ruso para Turquía?
Erdogan es claramente un dictador tratando de convertirse en omnipotente. Todavía no lo es. Tiene el control sobre la Justicia, la Policía , la economía… Pero ningún dictador puede solo, no en este mundo internacional. De todas formas, este tipo de liderazgo. es una tendencia global de los últimos 20 años. Mire Brasil, EE.UU., Hungría, Rusia, Turquía… Son muy similares: nacionalistas, insolidarios. Se soportan de hecho los unos a los otros. Si no se les para en algún punto, se harán con todo el poder. En Turquía la democracia no es tan estable como pueda parecer y Erdogan lo sabe muy bien.
¿Y qué papel está jugando la UE?
Cada vez estoy más en desacuerdo en lo que hacen todos esos burócratas que organizan mil eventos para hablar, hablar, hablar, y no hacer nada positivo. No sé si los europeos se preocupan de verdad por el resto, por los vecinos, especialmente en tiempos difíciles como la pandemia. Sé que Europa no es monolítica. Hay muchas organizaciones luchando por lo que ocurre en Turquía, muchos periodistas que informan, pero el sistema político por ahora no hace el esfuerzo que podría hacer para democratizar Turquía. Muy probablemente no interferirá en lo que ocurra en Turquía.