libro sobre la i guerra mundial
«Alfonso XIII fue neutral, pero él tenía la guerra en casa»
Juan Eslava Galán publica un ensayo sobre la I Guerra Mundial en el que relaciona su resultado con la situación actual de Oriente Medio
jesús álvarez
Juan Eslava Galán (Arjona, 1948), autor de «La Primera Guerra Mundial contada para escépticos» (Planeta), cree que aunque España fue neutral en la contienda iniciada en 1914, se encontraba en realidad muy dividida: «Los conservadores estaban con el bando alemán y los más liberales con ... el aliado, el francés, lo cual generaba grandes discusiones». Respecto al rey Alfonso XIII, entonces jefe de Estado, el autor recuerda que estaba casado con una inglesa «bastante dominanta» y era «hijo de una austríaca, de modo que -dice- él tenía la guerra en casa».
El escritor e historiador jiennense ha escrito este ensayo sobre un conflicto de cuyo inicio se cumplen ahora cien años y del que, según dice el autor, «aún hay muchos flecos sin resolver». Este libro, que continúa el camino iniciado por «Historia de España contada para escépticos» e «Historia del mundo contada para escépticos», ahonda con rigor histórico y cierta dosis de humor la primera gran carnicería del siglo XX. Después de ella, y casi como consecuencia directa de la primera, vendría veinte años después otra aún peor, la II Guerra Mundial, aunque el escritor jiennense no cree que se detengan ahí las consecuencias de esa primera gran guerra. «Los conflictos de los Balcanes y los actuales de Oriente Medio vienen del resultado de la I Guerra Mundial», asegura.
Eslava Galán ha querido hacer la microhistoria de este conflicto bélico, poniéndose en el pellejo de sus anónimos soldados, porque «están los que hacen la guerra y los que la padecen» dice. Italianos, franceses, alemanes e ingleses desfilan por sus páginas. El autor recuerda que de los pocos vestigios de «caballerosidad» que nos proporcionó la I Guerra Mundial, donde por primera vez entran la aviación y los gases químicos («la carnicería fue tal que ya no se emplearon en la II Guerra Mundial»), fue la actitud de los pilotos y el respeto a los prisioneros. «Al Barón Rojo —recuerda Eslava Galán— le hicieron un homenaje sus enemigos, los compañeros de los pilotos que lo abatieron, que además le pagaron el entierro».
El autor jiennense alude en el libro a la gran mortandad que produce en los soldados de uno y otro bando las enfermedades venéreas. «No hay medidas higiénicas y las infecciones, hasta que se inventó la penicilina, son cosas muy serias», recuerda Eslava, para quien fue muy importante para el curso de la guerra el hecho de que Alemania no pudiera reclutar soldados entre sus colonias africanas, por estar bloqueada por mar por los navíos ingleses. «Francia sí pudo traer moros y negros africanos, e Inglaterra también pudo traer indios», recuerda.
Eslava Galán no cree que se pueda dar una tercera gran guerra en Europa «porque hay ya varias potencias atómicas y se tienen mucho respeto», pero advierte que «estamos inmersos en una guerra económica, por parte de algún país del norte, que está sojuzgando al resto de Europa por medio de la moneda común y el banco común». Y añade: «Los alemanes perdieron las dos guerras pero ahora por las buenas, ya que no pudieran por las malas, quieren dominar Europa a través de la economía».
«Alfonso XIII fue neutral, pero él tenía la guerra en casa»
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