David Safier: «No escribo para pertenecer a una élite literaria»
El escritor alemán, autor de la superventas «Maldito Karma», regresa con «¡Muuu!», una disparatada y delirante historia de vacas en busca de la Tierra Prometida
David Safier: «No escribo para pertenecer a una élite literaria»
En el principio, explica David Safier (Bremen, 1966), fueron los ratones. Alegres y zumbones roedores que, seducidos por un folleto publicitario, deciden poner rumbo a Acapulco. Una tierra prometida como otra cualquiera que, sin embargo, le planteaba un problema al escritor alemán. "Los ... ratones pueden ir a Acapulco, venir aquí a Barcelona o, qué se yo, ir a Mallorca", explica el autor de la superventas "Maldito karma". Con las vacas, sin embargo, la cosa cambiaba. "Una vaca solo puede ir a un sitio: a la India", relata para tratar de explicar el nacimiento de "¡Muuu!" (Seix Barral), nuevo arrebato de comicidad impresa con el que el responsable de títulos como "Jesús te ama" y "La familia perfecta" disfraza de fábula contemporánea la historia de Lolle, una vaca del norte de Alemania que decide viajar a la India tras descubrir que su futuro pasa por alimentar el interior de una picadora de carne. Una historia gozosamente disparatada sobre personajes que deciden tomar el control de su vida y, entre mugido y mugido, se lanzan a una carrera en bsca de la felicidad. "Siempre había querido hacer una fábula, una historia con animales. De hecho, hay pocas o ninguna fábula sobre vacas", relativiza Safier.
-¿De donde venía esa inquietud de hacer una fábula?
-Crecí rodeado de todas esas fábulas e historias de animales. Cómics, El Pato Donald, Barrio Sésamo… Mucho de lo que leía de pequeño sigue estando muy presente. También me encantan las películas de Pixar. Me atraen mucho las historias con animales.
-¿Es más fácil entenderse literariamente con animales que con personas?
-Bueno, en realidad siempre estás escribiendo sobre personas. La fábula busca que nos reconozcamos a través de los animales. Cada libro tiene sus dificultades, y en este tuve que entrar en esa manera de pensar, porque una vaca, por ejemplo, no puede hacer bromas con referentes culturales. Si una vaca empezase a hablar de la televisión no tendría sentido. El gag no funcionaría. Así que, ¿qué sabe del mundo una vaca? Esa podría ser la dificultad. Pero después de 20 o 30 páginas te olvidas y ya no piensas en eso.
-A la hora de dar forma a una novela como “¡Muuu!”, ¿pesa más la trama en sí, el relato, o la propia comicidad de la historia?
-Son cosas que no se pueden separar. El humor no funcionaría si solo fuesen gags, uno detrás de otro. Necesitas una negociación con la trama. No pueden ir por separado. El humor es muy importante para mí, evidentemente, y eso es precisamente lo más difícil: conseguir que sea divertido. Encontrar la historia en sí es relativamente sencillo. Lo difícil es que cada página sea divertida.
-El humor es importante, sí, pero ahora ha hecho un paréntesis para escribir una novela que podríamos llamar “seria”. ¿Cansado de la risa?
-Entre los 17 y los 25 años pensé mucho en las cosas que quería hacer. Quería hacer una serie de televisión de comedia y la hice -ganó en Emmy por "Berlín, Berlín" -; quería hacer historias inspiradas un poco en “La guía del autoestopista galáctico", de Douglas Adams, y escribo historias así; y quería escribir una historia que siempre me ha fascinado: un relato de humanidad y heroicidad que es el alzamiento del gueto de Varsovia. Y eso es lo que he hecho. La novela ya está acaba, saldrá en marzo. Pero no se trata de decir: “ahora quiero demostrar que puedo hacer algo serio”. Es solo algo que siempre había querido hacer.
-¿Y no le preocupa que esta novela no se acabe tomando tan en serio como debería?
-La novela no ha salido, pero mucha gente la ha leído ya. Y por el momento la reacción no podría ser mejor. La gente que la ha leído está entusiasmada. No la he escrito como novela literaria, sino como novela un poco de suspense, que atraiga y despierte el interés sobre el tema. Hasta ahora las reacciones han sido muy buenas. ¿Qué pasará cuando se publique? Ya veremos. Quiero que la gente se emocione y empatice con los personajes.
-Más que por los lectores, lo decía por cómo desde ciertos sectores se acostumbra a mirar a los autores de humor por encima del hombro, como si lo que hacen no fuese serio.
-Me da exactamente lo mismo. Hay autores para los que es muy importante el respeto académico, pero no para mí. No soy así. Todo se basa en qué valor le das tu a las cosas. Y yo no escribo para petenecer a una élite literaria: escribo historias porque quiero que la gente las lea.
-Parece que en Alemania, con el éxito reciente de Timur Vermes, se está recuperando el buen humor. ¿Es así?
-Alemania es un país que tiene ciertas dificultades con el género humorístico. Tampoco tiene un gran tradición, porque todo lo que había se interrumpió brutalmente con el nazismo, así que hasta los años 90 siempre se veía el humor con cierto menosprecio. El género de los alemanes es la novela policial. El humor, en cambio, cuesta mucho. La cosa va mejorando, pero en comparación con el suspense, por ejemplo, es anecdótico. Cuesta mucho. Solo cada para de años aparece un autor como Timur Vermes y consigue algo, pero ya está. Bien pensado, mejor para mí: asi tengo menos competencia (ríe).
-Habrá quien quiera ver "¡Muuu!" como la versión disparatada de "Rebelión en la granja"...
-Yo hablaría más bien de "Watership Down", de Richard Adams, que de hecho siempre ha sido uno de mis libros favoritos. Y, evidentemente, de muchas películas de Disney y Pixar. Y de los Teleñecos. Esas han sido las influencias. En cuanto a Orwell y "Rebelión en la granja", igual que tantas otras cosas que te hacen leer en el colegio, no te gustan precisamente porque las lees obligado. Y es una lástima, porque son cosas que quizá hoy te encantarían pero a las que ni te vuelves a acercar porque les tienes manía.
-¿Por qué es tan importante que todas sus novelas tengan un final feliz?
-Como persona, siempre estoy entre la desesperación y la esperanza. Y, claro, quiero que gane la esperanza. Así que como los libros los escribo yo, decido cómo acaban. ¿De qué nos serviría no tener esperanza?
Ver comentarios