Dolores Redondo: «El miedo no está fuera, el miedo está dentro de nosotros mismos»

La novelista estrena «Legado en los huesos», segunda parte de la «Trilogía del Baztán»

Dolores Redondo: «El miedo no está fuera, el miedo está dentro de nosotros mismos» jaime garcía

manuel de la fuente

El miedo ha vuelto, tenebroso y terrible, al valle del Baztán. Si en «El guardián invisible» la inspectora de la Policía Foral Navarra Amaia Salazar tenía que vérselas con un crimen de violencia machista y la presencia de un basajaun (el llamado yeti vasco), ... ahora ha de vérselas con nuevas e inquietantes situaciones en «Legado en los huesos» , segunda parte de la «Trilogía del Baztán», en la que también asoma la sombra de un dantesco ser mitológico, el tartalo, un cíclope de forma humana empeñado en zamparse de un tirón a pastores y doncellas. Los pelos vuelven a poner de punta con la nueva novela de Dolores Redondo , que espera revalidar el gran éxito de «El guardián invisible».

-¿Qué aporta «Legado en los huesos», segunda parte de la «Trilogía del Baztán»?

-Tiene mucha más información. La trilogía es la misma novela, no son tres distintas, y creo que si en la primera parte se hubiese volcado toda la información habría acabado abrumando al lector, le habría llegado a confundir. Lo que sí he hecho en esta es dar contestaciones a preguntas como de dónde viene tanto dolor, cuáles son las causas del sufrimiento, de dónde vienen el miedo, el mal, la angustia, sobre todo del personaje principal, la inspectora Amaia Salazar. Los lectores se quedaron con mucha hambre y he intentado calmarla. Los hilos principales tienen que ver con la anterior, «El guardián invisible», pero aquí hay otro caso que empieza y termina.

-Lo normal es pensar que el miedo está ahí fuera.

-No, no está fuera, el miedo está dentro de nosotros mismos. Sobre todo, el miedo a que regrese ese miedo que ya es un viejo conocido y que si vuelve sería capaz de destruirnos. Podemos enfrentarnos a muchas cosas, pero todos tenemos en nuestro interior algo que sabemos que si vuelve acabaría con nosotros, hemos probado su sabor y sabemos que si vuelve no resistiremos. Puede ser el miedo al dolor, a la miseria, a la pobreza, a la soledad, a perder los seres queridos, en cada uno es distinto, pero es sobre todo el miedo a que un miedo invencible regrese.

-¿Es usted miedosa?

-Especialmente miedosa, no. No tengo muchos miedos, pero sí alguno muy grande, y poderoso, pero soy valiente, lucho a brazo partido y los mantengo a raya... pero sé de uno que si regresa no podría con él.

-¿Escribir puede ser una terapia contra esos miedos que nos acechan?

-Para mí, escribir es muy placentero, me lo paso muy bien. Más que como una terapia lo entiendo más bien como un aprendizaje sobre ti mismo.

-Una especie de camino iniciático...

-No sé en otros autores, pero mi proceso de escritura ha sido atreverme a buscar dónde me dolía a mí, ver dónde estaban mis miedos.

-¿Para luego transpasárselos al lector?

-Cómo voy a conectar con lector si no es con la sinceridad, con auténtica emoción y auténtico sentimiento, y eso es algo que llevas tú dentro, no está ahí fuera. Somos muy distintos unos de otros, pero todos albergamos dolor y miedo, y a la mayoría nos duele casi siempre en los mismos lugares. Si te dices, ahí me duele a mí, sabes que alguien te dirá, ahí también me duele a mí.

-Los paisajes del Valle del Baztán, sus leyendas, son imprescindibles en sus novelas.

-Son capitales. Antes de conocer el valle, siempre supe que estas eran novelas negras, la elección del Baztán fue posterior a imaginarlas. Pero esa zona tiene una historia muy importante, una arquitectura muy especial y un paisaje muy concreto.

-Y un pasado que puede dar dentera.

-Esta zona, entre Zugarramundi y Pamplona, fue muy castigada por la Inquisición, es el lugar de España donde más personas han sido condenadas y ejecutadas por brujería. Cuando empecé a conocer El Baztán me pregunté de dónde venían estas creencias, cuyo origen es muy antiguo. La gente vivía en completa comunión con la Naturaleza, que les daba la vida y la muerte, y eran intérpretes de lo telúrico, de las señales del cielo.

-Pero usted no ha querido hacer una novela fantástica.

-No, hablar de un hombre lobo no es lo mismo que hablar de los dioses egipcios. Lo que hice fue seguir las enseñanzas de José Miguel Barandiarán, el sacerdote jesuíta que recogió todas estas leyendas que a él le contaban como reales en conversaciones totalmente naturales.

-Su protagonista, Amaia, tiene un hijo en esta segunda parte.

-Sí, ella estaba deseando la maternidad, pero cuando ve su deseo cumplido no la satisface plenamente, porque la maternidad es satisfactoria en su suma total, pero por el camino hay momentos difíciles y duros, y su maternidad llega cargada de contradicciones.

-Aquí sí cuenta su propia experiencia.

-Sí, quería desmitificar algunos aspectos, como esos que nos venden cuando vamos a ser madres por primera vez, eso de que todo es sublime. Pero luego, cuando tienes una criatura en tus brazos, también te das cuenta de que es un ser muy exigente, que pide que cumplas continuamente cierto ritos, pasas a un segundo plano, no tienes tiempo, en algún momento puede ser algo abrumador.

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