la barbitúrica de la semana
El problema final
En su última novela, Arturo Pérez-Reverte devuelve al género su pedigrí literario. Un libro perfecto, escrito con un bisturí
Primera lectura de 'El problema final', de Arturo Pérez-Reverte
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Iniciar sesiónLas novelas, las buenas novelas, crean problemas. Sus héroes tienen fisuras. En el racimo de novelas policíacas que se publican en España, predomina un gusto a sucedáneo que ha acabado por transformar el género en algo blando e informe. Decía Borges que toda novela tiene ... algo de policíaco, porque siempre hay un enigma por despejar. En 'El problema final',Arturo Pérez-Reverte devuelve al género su pedigrí literario. A través de un Sherlock Holmes representado por un actor venido a menos y de un escritor de novela negra mediocre, dos héroes con fisuras, el novelista retoma el pulso de Conan Doyle, y de toda la tradición policíaca, desde Poe hasta Hammett y Chandler, para desplegar un mapa formal de lo que una ficción policíaca supone: la puesta en marcha de un razonamiento.
Como suele ocurrir en el ajedrez, las novelas exigen de quien las escribe la previsión y la anticipación. Un movimiento condiciona los siguientes. No bastan el estilo o el golpe de ingenio para que una historia funcione, afinada como un reloj, hace falta ser relojero, tener todas las llaves para que el tiempo narrativo nunca decaiga. Es lo que hace Arturo Pérez-Reverte en estas páginas. Propone y expone un asesinato que habrá de ser resuelto, a la vez que conduce al lector por la genealogía del policiaco. Es, pues, una clase de literatura, una historia comparada del género dentro de una trama canónica que Pérez-Reverte ejecuta sin vacilación.
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No es Sherlock, es una interpretación, nunca mejor dicho, del personaje. Como ya lo hizo con su Cid, el Sherlock Holmes de Pérez-Reverte está de vuelta de todo, es escéptico y poseedor de la nobleza con los que el novelista viste a sus personajes y posee una atmósfera cinematográfica que ya el escritor mostró en su novela El tango de la guardia vieja y su serie Falcó. Un homenaje a Conan Doyle, una mirada erudita al género, una contestación a la frivolidad con la que muchas veces se despachan los autores inexpertos el policíaco. «La novela que llamamos negra, más innovadora, arrinconó los enigmas elegantes», escribe Pérez-Reverte en un libro perfecto, escrito con un bisturí. Las novelas, las buenas novelas, hacen lo que ésta: crean problemas. Y de qué manera.
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