cartas a la ciudadanía

Opine sin riesgos

«Creo, honestamente, que esto puede convertirse en un nuevo método de opinión, porque nadie sale dañado y todos se regocijan»

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Puesta en práctica del sistema creado por Ortega abc

Acabo de inventar un sistema magnífico para poder expresar nuestro punto de vista acerca de cualquier asunto sin tener que pagar el altísimo precio de ser criticado. La idea me ha sido regalada por las matemáticas, que hace siglos idearon un método maravilloso para ... manejar las cosas sin tener que nombrarlas. Me refiero, claro está, a las variables; esas letras cuya función es la de ser preciosas cajas cerradas a la espera de observar lo que contienen.

De este modo, podemos sustituir mentalmente la letra X por el nombre de cualquier persona de la que vayamos a opinar. A continuación, solo nos queda escribir: «X miente siempre» y así nos desahogamos sin que nadie se vea impelido a llamarnos la atención. Esto, además, nos permite a los que escribimos artículos quedar siempre bien con usted, independientemente de cual sea su punto de vista acerca del mundo.

Hagamos la prueba. Sustituya la variable por el nombre de quien le plazca y lea en voz alta: «No soporto a X. Es la persona más hipócrita que existe». Si usted, mientras leía, ha imaginado el rostro de la persona que ha elegido para ser la variable X, notará enseguida una gran satisfacción al comprobar que este articulista comparte su misma opinión. Se sentirá menos solo y disfrutará de la alegría de encontrar un alma gemela.

Creo, honestamente, que esto puede convertirse en un nuevo método de opinión, porque nadie sale dañado y todos se regocijan. Vuelva a imaginar a quien desee: «No entiendo como X puede engañar de esa forma tan burda y poco sofisticada. ¿Cómo es que la gente no detecta la falsedad siempre presente en X, con lo evidente que es?». Además, este método novedoso no termina aquí, porque las variables no han de representar únicamente a personas; también pueden ser adjetivos o definiciones generales.

Para ello, hemos de escoger a una persona cualquiera. Yo qué sé, Yolanda Díaz, por ejemplo. Y a continuación escribimos: «Yo creo que Yolanda Díaz es bastante Z». Léalo en voz alta sustituyendo Z por lo que usted piense de Yolanda Díaz. ¿Qué le parece? ¿A que es hermoso leer justamente lo que uno quiere? «¿Cómo puede caber tanta Z en Yolanda Díaz?». ¿A que eso es justamente lo que usted siempre ha pensado de ella?

Insisto en que mi propuesta tiene todos los números para convertirse en el sistema de opinión del futuro: los diarios y las redes sociales quedarían repletas de variables huecas, todo lleno de X, Y, Z, N, M, P, para que el lector las rellene con sus puntos de vista y, de este modo, sentirse feliz al saberse unido al acertado grupo de los que piensan como él. En los ejemplos que hemos visto hasta ahora, utilizábamos una variable y algo que poníamos de nuestra cosecha, pero podemos dar un paso más y eliminar incluso ese anclaje con la realidad. Al hacerlo, podemos opinar con mayor libertad, escribiendo simplemente: «X es Z». El lector escogerá el X y el Z que le cuadre, y entusiasmado dirá: «¡Ya era hora de que alguien escribiera eso!».

Imagino un ejército de opinadores felices tecleando: «Considero que X, al decir P, está asumiendo que Q es R, pero en realidad es Z». Nadie se enfadará con ellos, serán aplaudidos, porque el lector, para protegerse y no leer nada que le hiera, elegirá su X, su P, su Q, su R y su Z. Si esto prospera, podemos todavía dar otro salto y eliminar también las palabras entre variables. Los artículos de opinión serían tan solo una larguísima sucesión de letras a las que el lector daría vida: «S D F Y W U I E X Y Z F GA N W E R I U I W E R U M B M X P».

Y este ha sido mi regalo para usted. Puede usarlo si es cobarde, si se queda bloqueado ante las críticas, si el miedo a la opinión de los demás le paraliza. Pero si es valiente no haga caso a este timorato sistema de variables. Diga lo que quiera decir, con arrojo y decisión, porque solo se vive una vez y porque los que critican suelen ser, casi siempre, bastante X.

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