Juan Carlos Botero: «Sé lo que es escribir temblando porque una palabra pueda ser tu sentencia de muerte»
El escritor, hijo del célebre artista, publica su novela 'Los hechos casuales', un retrato de la violencia de décadas en Colombia
Crítica de 'Los hechos casuales', por José María Pozuelo Yvancos
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Iniciar sesiónDice el escritor Juan Carlos Botero (Bogotá, 1960) que le resulta estremecedor pensar en que todo lo que pasa es una cadena de casualidades, aparentemente nimias. Que tomar una u otra calle, decir una u otra palabra, puede cambiar la historia. No solo lo ... cree a pie juntillas, sino que lo demuestra con ejemplos como la rueda de prensa en la RDA de 1989 que significó la caída del Muro por una afirmación equivocada. «La única estremecedora conclusión es que los hechos insignificantes no existen», subraya Botero. Esa es la mirada que preside su nueva novela, 'Los hechos casuales' (Alfaguara), en la que, con una trama vibrante ha logrado un retrato de Colombia durante las últimas y convulsas décadas.
El protagonista es Sebastián Sarmiento, un empresario exitoso y virtuoso que sale adelante entre las grandes tragedias nacionales, desde la de los crímenes de guerrillas y grupos paramilitares hasta la guerra del narco, una época en la que la vida humana valía bien poco en el país caribeño.
El recorrido por la vida de Sarmiento, hombre de pasado misterioso, pero sobre todo una buena persona, que ha visto además morir a sus seres queridos, es también un camino que toma rumbos insospechados en ocasiones por esos detalles casuales como una rama seca en el camino o una llamada insospechada. «Me gustaría que la lean y que perciban el tamaño del dolor sufrido por el pueblo de Colombia», afirma Botero en un encuentro con periodistas.
El escritor, hijo del célebre artista de Medellín, ha querido «exorcizar toda la historia de violencia precisamente poniendo a una buena persona como contraste. Frente a unos tiempos de secuestros, amenazas, exilios hay que reivindicar esa catarsis de quienes tienen el valor de hacer un país». En este sentido, él mismo ha sufrido ese miedo y tuvo que exiliarse: «Sé lo que es redactar una columna con los dedos temblando porque no sabes si la palabra equivocada es tu sentencia de muerte».
La culpa de los buenos
Para Juan Carlos Botero, y para su protagonista, prevalece en el mundo la bondad sobre la maldad, pero sin ser ingenuos. «Que tenga mas fuerza no significa que no pueda ser aplastada o que haya un retroceso. Pero Sebastián Sarmiento, mi protagonista, a pesar de que ha sufrido todo lo que ha sufrido, la muerte de sus seres queridos y ese ambiente criminal, pasa la prueba –que es la más importante– sin que se marchite su corazón».
Botero y la creación de un mundo
Carlos GranésSus maestros fueron los del Quattrocento, en especial Piero della Francesca
Una de las fuerzas de esta novela es la culpa. «Sarmiento se siente culpable de la muerte de sus seres queridos y arrastra también la culpa de ser colombiano, algo que todos mis compatriotas conocen, porque en el fondo somos partícipes de una catástrofe que hemos padecido y que le costó la vida a nueve millones de personas». Imposible obviarlo.
Sabe Botero que el bien no tiene tanto prestigio como el mal en la literatura, los protagonistas más seductores suelen ser criminales o personas con quiebra morales. Sin embargo, «Goya en su cuadro 'El 3 de mayo' demuestra que en una víctima, un ser humilde, puede haber la misma grandeza que demostró Cristo. De hecho una de las manos del fusilado tiene lo que parece un estigma», observa quien tiene una profunda educación artística. «¿De qué sirve ese desafío?», interpela de inmediato: «Goya muestra que hay espacio para la dignidad y el heroísmo cuando todo está perdido».
El encuentro con la prensa, en la Posada de la Villa, reunió a sus editores y a uno de los mejores amigos en España, Arturo Pérez-Reverte, que valoró en un breve retrato del colombiano «que lo ha leído todo y que procede de una infancia humilde, antes de que su padre se hiciera el artista tan célebre que llegó a ser. Es un magnífico escritor y, por encima de todo, una buena persona».
Preguntado por su fe en la bondad, Botero asegura que «su confianza en la bondad no es incondicional, por la fragilidad de la existencia humana». Desde ese punto de vista, «aunque prevalezca la verdad ningún país es inmune a la barbarie, algo que vemos hoy en día. La civilización es una pelea que nunca se termina de ganar pero que se puede perder fácilmente».
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