La odisea en América digna de Hollywood que se perdió en el olvido durante cuatro siglos
Miguel Zugasti rescata un libro único de Pedro Gobeo de Vitoria del que solo se ha localizado un ejemplar en todo el mundo
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Iniciar sesión«Comencé a cavar mi sepultura con mis propias manos» y aunque «consumido y deshecho, con la sola armazón de los huesos (...) la acabé de cuatro planos en hondo y de ancho y largo, lo que bastaba para enterrar quince años de tan corta y ... mal lograda vida que aún no se habían cumplido». Cuando terminó, Pedro Gobeo de Vitoria se tendió en ella con una cruz en las manos que había hecho con unas ramas y así permaneció durante día y medio, aguardando un final que creía seguro en esos inhóspitos parajes tan desconocidos por entonces de la costa de Esmeraldas, en el actual Ecuador.
Habían sido tantas las ocasiones en que había rozado la muerte desde que se embarcó con solo 13 años en Sevilla rumbo a América, tantos los compañeros que habían fallecido en esa expedición de más de mil kilómetros a pie por tierras americanas -el 60%-, que no sorprende este momento de abatimiento que el joven sevillano contó años después en Lima, siendo ya jesuita, en su obra 'Naufragio y peregrinación'.
El hallazgo del único ejemplar en el mundo de este singular libro en la Biblioteca de la Universidad alemana de Mannheim ha permitido a Miguel Zugasti, catedrático de Literatura de la Universidad de Navarra, rescatar su relato cuatro siglos después, de la mano de la editorial Crítica. «Es la primera vez que se publica desde 1610«, subraya a ABC el filólogo, satisfecho de dar a conocer las increíbles peripecias de este olvidado autor, con encuentros con corsarios, batallas, enfermedades, hambrunas… Un conmovedor 'naufragio' en su acepción de 'desgracia', que tan palpable se refleja en sus más de 200 páginas.
«Hollywood se inventa a 'los piratas del Caribe' y aquí tenemos aventuras, batallas navales, navegaciones, encuentros con indios… no hay que inventarlas porque ya existieron», resalta Zugasti, convencido de que la expedición de Pedro Gobeo de Vitoria «es muy cinematográfica». «Aquí hay un guion», insiste resaltando a los personajes y escenarios del libro. «Tan impactantes», dice. Y tan reales.
Una aventura auténtica
Este hispanista, experto en el Siglo de Oro, ha investigado los nombres y lugares que Pedro Gobeo de Vitoria cita en su 'Naufragio y peregrinación' y ha comprobado que «son todos históricos». «Por esos detalles se ve que el libro es auténtico, porque su autor no podía haber sabido quién era el gobernador en Isla Margarita o el oidor en Quito si no hubiera pasado por ahí, no se lo podía inventar y menos en una geografía tan extensa que abarca desde Sevilla, a las Antillas, Venezuela, Colombia, Panamá, donde salta al Pacífico a la otra costa colombiana, Ecuador y Perú», explica.
Zugasti ha llegado a concretar que la nao corsaria que lucha con la galera de Gobeo en Isla Margarita es «casi con toda seguridad el Golden Dragon, comandando por el corsario John Burgh», porque la fecha de noviembre de 1593 coincide con el histórico asalto de Burgh a la isla. Por los datos que aporta el escritor español, también ha identificado a otro corsario inglés que los hostiga en el Pacífico: «Solo puede ser Richard Hawkins. Él no sabe qué pirata es, pero nosotros sí porque en esas fechas de 1594 y en ese lugar exacto de la bahía de Atacames (costa de Esmeraldas), hoy Ecuador, Hawkins fue derrotado por la Armada española, comandada por don Beltrán de Castro y de la Cueva».
Incluso sabe, y así lo anota en la edición y actualización del texto, que los zambos que ayudan a los expedicionarios a cruzar los ríos Cojimíes están capitaneados por Alonso de Illescas, un antiguo esclavo nacido en Cabo Verde que tras naufragar en 1553 junto al cabo de San Francisco, recuperó su libertad y se convirtió en un cacique en la región de Esmeraldas, como el retratado don Francisco de Arobe.
«Es un libro de una peripecia tan potente que capta al lector, porque respira autenticidad y además está muy bien escrito», remarca Zugasti. Gobeo lo redactó dieciséis años después de los hechos, siendo ya jesuita y su formación se nota. Pero no es un escritor profesional y no trata de emular a Luis de Góngora, como tantos en la época. El catedrático de Literatura ve en él más semejanzas con Miguel de Cervantes. «Quiere contar su historia lisa y llanamente y lo consigue. Es una historia muy fuerte y el estilo que abraza, sencillo, legible», describe.
Pedro de Vitoria, inquisidor
Siendo este autor «de una rareza extrema», no ha sido fácil reunir algunos datos sobre la biografía que no cuenta en sus páginas. Buceando en archivos, Zugasti encontró en el Histórico Nacional (AHN) un expediente de limpieza de sangre de un tal Pedro de Vitoria Mena para convertirse en familiar (funcionario) de la Inquisición de Sevilla de 1631, cargo que ocupó hasta su muerte en 1650. El catedrático de la UNAV, que en sus pesquisas se topó con varios individuos llamados Pedro de Vitoria que tuvo que descartar, supo que «era él sin ningún tipo de duda» porque quien acudió a la imprenta con el manuscrito fue su madre, Isabel de Mena, a la que también nombra en su primer capítulo.
Por qué renunció al 'Gobeo' de su apellido paterno es, sin embargo, una incógnita. «Pienso que quiso marcar una distancia con su vida anterior de jesuita», apunta.
En dicho expediente para el Santo Oficio tampoco se menciona su libro, pese a que los viajes de Pedro Gobeo de Vitoria «gozaron de bastante eco en el siglo XVII», según Zugasti. En la primera publicación en español en 1610, una tirada única sin reediciones, no debieron de imprimir muchos ejemplares, pero está documentado que se difundieron hasta en América. Seis libros llegaron a Lima en 1620 con destino a Concepción, en Chile, y figuró en el catálogo de la Biblioteca Nacional de México.
El propio autor resumió sus andanzas en un pequeño compendio en latín de unas cien páginas, que tuvo cierta difusión en Alemania, donde fue traducido en 1622 al alemán en círculos jesuitas. Gracias a esta versión alemana reducida, Zugasti ha podido completar el 'Naufragio y peregrinación' de Pedro Godeo de Vitoria ya que al único ejemplar localizado de la primera edición le falta el último pliego y ese «final trunco» se ha podido incluir con el escrito auténtico -aunque resumido- del propio autor.
Ejemplo de Hispanidad
Este raro libro fue hallado en 2004 por Raúl Manchón, un experto latinista de la Universidad de Jaén que estudiaba su versión latina y que confió en Zugasti para su estudio y edición, pues conocía sus investigaciones sobre Pedro Ordóñez de Ceballos, un viajero jienense coetáneo del que demostró la autenticidad de su 'Viaje del mundo', considerado hasta entonces fantasioso.
«Hemos perdido muchísima documentación de esos siglos de dominio español del mundo», se lamenta el filólogo de la UNAV mientras resalta el valor histórico de esos testimonios de gentes menos conocidas (soldados, viajeros, sacerdotes…), «que tuvieron vidas desbordantes». Gentes como Pedro Ordóñez de Ceballos, Pedro Gobeo de Vitoria o Álvar Núñez Cabeza de Vaca, quien debió de inspirar al primero con su 'Naufragio' por tierras de México, también con esa connotación de «desgracia», no de hundimiento.
Zugasti, que recibió a ABC en un aula de la UNAV durante el III Congreso Internacional 'Iberoamérica multicultural, tradición y modernidad', destaca que el libro de Gobeo de Vitoria «participa de algo que a mí me gusta mucho, que es la Hispanidad, porque es un autor español, que publica en España, pero que escribe en América y narra una peripecia americana y eso une mucho». Es un autor que pertenece a la literatura española y a la peruana y que, según indica este profesor, ya ha despertado el interés de la Academia Peruana de la Lengua.
Luis Gorrochategui, autor del prólogo, garantiza a los lectores que no olvidarán jamás lo ocurrido a Gobeo de Vitoria y sus compañeros en la selva ecuatorial y aboga por extraer alguna ejemplaridad en esas andanzas de «unas personas que llevaron sus ganas de explorar lo ignoto hasta más allá del límite de la resistencia humana, elevando nuestra historia como especie a una grandeza desconocida». Porque si una vez los seres humanos tuvieron un comportamiento basado en la dignidad universal sin dobleces, «lo pueden volver a tener».
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