El fiasco del monumento de poliéster a Bienvenida que a Morante le conviene conocer
Decíamos ayer
El diestro cigarrero prepara un festival para que Antoñete tenga su monumento en la Monumental madrileña, como Luis Miguel Dominguín, El Yiyo o Antonio Bienvenida, cuyo homenaje fue de lo más accidentado
Morante: «Quiero hacer un festival en Las Ventas para un monumento a Antoñete»
Monumento a Antonio Bienvenida en la explanada principal de Las Ventas
«Nos gustaría detener el tiempo y que este torero no se fuera nunca. Un ayudado precioso. Un derechazo con garbo. Un precioso recorte. Se emborracha de arte, después de una serie con la derecha, en uno perfecto de pecho y uno por bajo ... que ni soñado. Tres naturales monumentales. ¡Señor, no nos lo merecemos!, como dijo Agustín Foxá de Manolete». Cuando el crítico taurino José Luis Suárez-Guanes escribió estas líneas no hablaba de Morante de la Puebla, que apenas unos días antes había confirmado su alternativa en Las Ventas. Se refería a Antoñete, que aquel San Isidro de 1998 se reencontró con su plaza y a sus 66 años salió a hombros por la Puerta Grande, como este domingo el diestro cigarrero.
Casualidades de la vida, ese mismo 24 de junio España se despedía del Mundial de Francia, pese a ganar 6-1 ante Bulgaria, no por fallar en los penaltis como en la reciente final de la Liga de Naciones. En la calle Alcalá, sin embargo, se vivía una fiesta por la faena del maestro del mechón blanco. Fue una tarde «inolvidable en todos los sentidos», según ABC. Otra histórica, como la que Morante brindó a la afición madrileña el día 8 y ésta le agradeció llevándolo a hombros hasta el hotel Wellington.
Sorteando los vítores que no han cesado desde entonces, el torero sevillano ha querido desplazar la atención hacia ese otro grande, Antoñete, que hace 27 años estuvo en su lugar. Morante ha anunciado que quiere organizar un festival en otoño para erigirle un monumento en Las Ventas, como los que ya existen a Luis Miguel Dominguín, el Yiyo o Antonio Bienvenida en la explanada exterior.
En un guiño a su apellido, Bienvenida fue el primero en debutar en bronce, tras casi dos años de accidentado homenaje. En el primer aniversario de su fallecimiento, varios matadores de toros planearon celebrar un festival y destinar la recaudación en beneficio de la viuda. La familia declinó la ayuda, pero propuso levantar con ese dinero un monumento en memoria de Antonio.
La idea gustó a los toreros y el festival se celebró en octubre de 1976, con el apoyo de Las Ventas, pero no del tiempo. Aquella semana llovió a mares, incluso hasta poco antes del festejo y apenas se llenó un cuarto de plaza. Para desolación de los bienvenidistas, la recaudación no alcanzó ni para el pedestal.
Monumento de bronce en recuerdo a Antonio Bienvenida en Las Ventas
El retirado Andrés Vázquez se ofreció entonces a estoquear seis toros en solitario para que Bienvenida, al que tanto admiró, tuviera su estatua. La empresa de la plaza de toros de Madrid recogió el guante y fijó la reaparición del diestro el 15 de mayo, día de San Isidro y de lleno garantizado. El escultor Luis Sanguino se encargó de la obra. Representaría una de las once veces que salió a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas, con Vázquez entre los aupadores.
Con lágrimas en los ojos, la viuda del torero descubrió la escultura el 14 de mayo y al día siguiente se celebró con éxito el festival. Andrés Vázquez salió a hombros entre gritos de «¡torero!» y en volandas fue llevado hasta el monumento, donde se fundió en un «abrazo de bronce» con la figura de Bienvenida. Eso al menos creyó la gente y Vicente Zabala cuando escribió su crónica. La sorpresa llegó meses después, cuando se retiró la escultura para sustituirla por otra de bronce. «¡Ah!, ¿pero no era de bronce?», se preguntaron muchos. «Lo hice en poliéster por las prisas», se justificó el escultor.
Apremiado por la inauguración, Sanguino avisó que colocaría la obra en poliéster unos días y después le echaría el bronce. Como tenía que reformar el rostro porque no había logrado el parecido, se aceptó la fórmula, pero el tiempo fue pasando y el artista, que ya había cobrado más de dos millones de pesetas, se fue retrasando.
«Se podría haber caído el 'sucedáneo'», le señaló Zabala al escultor. «¿Quién lo ha dicho? Este es el material que llevan algunos automóviles de carreras y canoas. No hay peligro», respondió Sanguino. Por fin el 'monumento de quita y pon' se fundió en bronce y con nuevo rostro se volvió a instalar en Las Ventas. Allí en un futuro se levantará otro a Antoñete, si Morante, en su empeño, lo consigue. En bronce y definitivo, a poder ser.