La Costa Azul: de las leyendas de Helmut Newton al infierno del turismo de masas
Una gran exposición permite recordar el pasado esplendor de la Costa Azul, ahora muy diferente. La ampliación urbanística, los cruceros, los atascos y la irrupción de nuevos públicos están dando a este destino estival una fisonomía mucho más cruda
Uno de los retratos surrealistas de Helmut Newton realizado en Saint-Tropez, en el que dos submarinistas recogen a una suerte de 'giganta' rubia y muy bella abandonado en una playa desierta
La gran exposición del verano en la Costa Azul, 'Helmut Newton, Riviera' (Nouveau Musée National de Monaco, NMNM), permite comparar las leyendas y los mitos más glamurosos y cosmopolitas con la realidad más cruda, inmediata y amenazante.
Grande entre los grandes ... de la fotografía de moda de la segunda mitad del siglo XX, Helmut Newton fotografió la Costa Azul durante cuarenta años largos, entre finales de los 60 y primeros 70 del siglo pasado hasta su muerte en 2004. De Saint-Tropez a Menton, pasando por Antibes, Cannes, Niza y Mónaco, Newton fue testigo de varias décadas de esplendor de una de las grandes leyendas del turismo cosmopolita mundial. A partir de 1980, abandonó París para instalarse definitivamente en Mónaco, donde fue acogido con los brazos abiertos por el Príncipe Rainero y sus hijas, las Princesas Carolina y Estefanía.
Su carrera fotográfica culminó fotografiando ese diminuto Principado convertido en escenario de la presentación de colecciones de alta costura, telón de fondo del Mediterráneo, estudio al aire libre donde realizar retratos y documentar la agitada vida pública de personajes como Karl Lagerfeld, Catherine Deneuve, Cindy Crawford, Claudia Schiffer o Monica Bellucci, entre un interminable etcétera.
La gran exposición del MNMN permite recordar el esplendor excepcional de la Costa Azul en tiempos de grandes transformaciones, muy alejada de la realidad actual, cuando el turismo de masas, la gran ampliación urbanística de Mónaco hacia el mar y la irrupción de nuevos públicos, nuevas clientelas, están dando a la Costa Azul del siglo XXI una fisonomía con menos glamur, más cruda.
Algunas fotos de Newton en Saint-Tropez, hacia 1975, todavía recuerdan vagamente el antiguo puerto de pescadores con pequeños restaurantes y un público cosmopolita. Newton introduce en esos paisajes de tarjeta postal notas entre surrealistas y provocativas. Por ejemplo, dos submarinistas recogen a una suerte de 'giganta' rubia, muy bella, un cuerpo artificial abandonado en una playa desierta. Estaba comenzando el cambio radical del antiguo puerto mediterráneo. Saint-Tropez se estaba transformando en un hormiguero donde el incipiente turismo de masas se confundía con apariciones entre atractivas e inquietantes.
Entre Cannes, su festival de cine, y Montecarlo, destino ideal de cierto turismo de ultra lujo cosmopolita, Newton fotografió a muchas celebridades del cine, la moda, la alta costura y las finanzas. El fotógrafo impulsó a las grandes marcas de la moda que llegaban al escenario de una Costa Azul que comenzaba a transformarse a paso de carga urbanística. Newton también fotografió como nadie el Festival de Cannes, dejándose llevar por las provocaciones más intempestivas.
Fotografiando a Eva Herzigova o Brigitte Nielsen, entre otras grandes modelos de la época, Newton monta escenas que oscilan entre el 'voyeurismo', el sadomasoquismo 'soft' y el trabajo, ficticio en su caso, de paparazzis persiguiendo estrellas imaginarias. Newton rinde homenaje a alguno de los patriarcas de ese periodismo de rompe y rasga, como Ron Galella, el patriarca de los paparazzi norteamericanos de los años 60 del siglo pasado, para dar una imagen crítica y sarcástica de los festivales de cine, comenzando por Cannes. ¿Qué queda de aquellos mundos de leyenda? Casi nada: Cannes vegeta en su tierra baldía persiguiendo una gloria difunta.
Hormigueros de coches
De Cannes a las piscinas de las grandes mansiones de Mónaco solo hay un paso: una hora corta de coche utilitario. En tiempos de sir Alfred Hitchcock, Cary Grant y Grace Kelly, futura Princesa de Mónaco, todavía se paseaban en pequeños descapotables por carreteras vacías en los altos de una Costa Azul de leyenda. En tiempos de Helmut Newton, el fotógrafo prefería viajar en taxi, por temor a un accidente en su Bentley. Años más tarde –hoy– las autopistas de la Costa Azul, de Antibes a Menton, son hormigueros con interminables atascos.
En cierta medida, Newton documentó a su manera esa transformación. Vestidas, incluso desnudas, las modelos que trabajaban para Yves-Saint-Laurent, Karl Lagerfeld, Dior o Chanel en Mónaco, lucían prendas y figura con una belleza provocativa, sexy andrógina, por momentos, al pie de grandes torres de pisos de ultra lujo. Newton daba a los mitos y leyendas un nuevo rostro, turbador. En la nueva Costa Azul de hoy, de Cannes a Montecarlo, los rascacielos, las torres de hormigón armado, han quedado desnudas, mostrando un rostro menos glamuroso, más brutal y cínico.
En la nueva Costa Azul, de Cannes a Montecarlo (sobre estas líneas), los rascacielos, las torres de hormigón armado, han quedado desnudas, mostrando un rostro menos glamuroso, más brutal y cínico
Ciudadano de honor de Mónaco, convertido en una de las grandes estrellas internacionales de la fotografía de moda, adulado por millonarios, amigo de celebridades, desplazándose en un Bentley pagado con sus primeros triunfos o en un Cadillac, regalo del director de la General Motors –en el que terminó muriendo en Los Ángeles en un accidente–, Newton también documentó con ironía y crueldad, por momentos, una vida de 'gran mundo' y hoteles históricos (el Hotel de París, en Mónaco, el Chateau Marmont de Los Angeles), imponiendo una fotografía de moda que rozaba con el 'porno chic'.
Escenarios de alta sociedad
El Hotel de París o el Casino de Montecarlo, vistos por Newton, son escenarios de una alta sociedad entre el glamur y la decadencia. Sin duda, las Princesas Carolina y Estefanía daban a aquella Costa Azul una imagen juvenil muy atractiva. Andando el tiempo, las celebridades están más ausentes, hijos y nietos de Carolina y Estefanía no tienen siempre el mismo encanto. Y las escenas íntimas de los grandes hoteles tienen otras vistas y panorámicas: al fondo, el Mediterráneo, por donde van y vienen los gigantescos cruceros del turismo de masas.
El Mediterráneo de Hitchcock y Françoise Sagan todavía era un mar idílico en cuyas costas más privilegiadas se celebraban bodas majestuosas (Grace Kelly) y bailes legendarios. El Mediterráneo de Newton comenzó a estar 'poblado' de inquietantes 'seres' mecánicos: excavadoras, grúas, camiones. Años más tarde, el Príncipe Alberto II de Mónaco lanzó los trabajos de ampliación de su Principado en el mar. El penúltimo Mediterráneo de hoy es un mar 'acosado' por nuevos y gigantescos edificios, desde cuyas ventanas se siguen las idas y venidas de los cruceros enormes del turismo de masas.
Siguiendo la magna tradición de la que también forman parte Pablo Picasso y Jacques Henri Lartigue, entre una multitud de grandes creadores, Newton también se sirvió de la Costa Azul como 'teatro' para la puesta en escena de retratos, provocativas imágenes de vida libérrima, glorificación de las artes y artesanías mediterráneas.
En el Museo Picasso de Antibes perduran las maravillosas estelas de un arte de vivir entre faunos y divinidades de la tierra. Latigue inmortalizó un arte de vivir en el lujo cosmopolita. Newton se dejó arrastrar por el voyeurismo y los 'demonios' íntimos: fotografiado por su esposa June 'disfrazado' de chica o chico gay/trans, desnudando sin pudor a sus modelos a la orilla de una piscina nocturna, montando escenas de atracos o persecuciones ficticias…
¿Qué queda del arte clásico y el arte de vivir mediterráneo en la Costa Azul? Pues vaya usted a saber.
Llegar al Museo Picasso de Antibes plantea temibles problemas de aparcamiento. Mónaco tiene una vida cultural y artística muy importante, pero 'oficial'. Falta, quizá, la sorpresa y la gracia de las provocaciones de los artistas genuinos. Las avenidas de Mónaco, bordeando al mar, están 'amuebladas' y 'decoradas' con innumerables obras de arte, arquitecturas 'móviles', paisajes artificiales, jardines con césped de plástico.
Nuevas clientelas
Cuando cae la tarde y llega la noche, con sus propias promesas y murmullos, la vida nocturna de la Costa Azul, de ayer y de hoy, quizá tengan muchas cosas en común. Pero han cambiado cosas esenciales. Onassis y Maria Callas, entre otras celebridades de otro tiempo, fueron suplantados, por los millonarios rusos y árabes, que no tenían ni tienen el mismo glamur.
Las crisis económicas y sanitarias han continuado degradando una vida nocturna que toma nuevos rumbos. Newton fotografió la noche, las piscinas, los clubs y los grandes hoteles con un brío excepcional, muy seductor. En la nueva vida nocturna, de Menton a Saint-Tropez, pasando por Niza, Cannes y Montecarlo, los turistas, italianos en particular, son los 'reyes del mambo'.
El copazo de whisky, ginebra o champán sigue pagándose a precio fuerte. Pero las máquinas tragaperras del Casino de Mónaco han perdido el glamur que no consiguen restaurar los coches de lujo de alquiler aparcados publicitariamente a la puerta del Hotel de París para intentar preservar la imagen de la legendaria vida nocturna de otro tiempo, que para siempre ido.