Chato de las Ventas, el cantaor de la primera película de dibujos animados sonoros de la historia de España
El artista también se encargó de llevar el humor a los diferentes palos del flamenco en los años 30
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Iniciar sesiónEntre la fábula y el surrealismo parece discurrir la vida del Chato de las Ventas, nunca por el cauce corriente de las cosas. Este cantaor, Pedro Martín, que así se llamó, nació a finales del siglo XIX, criándose en la zona cercana a la ... plaza de toros de Madrid, a la que debe su nombre artístico; para la composición completa del apodo entró el juego la fisionomía de su cara, más próxima al cromo que a la loma.
No iba a dedicarse, como muchas de las figuras de la música española de los años 20 y 30, al flamenco, sino a la parodia jonda, de la que él es su máximo referente. Una carrera como humorista de época que dejó piezas antológicas.
Murió de miedo, se cuenta. De un fuerte compromiso político, prueba de ello son sus fandangos y colombianas de contenido republicano, fue encarcelado en Cáceres en 1936, cuando les sorprendió el golpe junto a su compañía, según el investigador Manuel Yerga Lancharro. Afirma el mismo que ante el anuncio de su fusilamiento, por la mañana, bien temprano, un infarto detuvo para siempre su corazón. Esto, desde luego, casa a la perfección con lo que el vulgo espera del cómico, pero la historia no ha sido del todo contrastada. Probablemente, aunque sea esta la causa de muerte que se describe en los papeles, en realidad fueron las balas. Muchos asesinatos frente al paredón se taparon con esta cortina de humo: infarto de miocardio.
La hemeroteca nos muestra, a través de los carteles de las actuaciones, los artistas con los que se codeó este señor del chiste y la queja: Ramón Montoya, Antonio Chacón, el Niño de las Marianas… Los más aclamados. Artistas, además, con los que cosechó éxitos en escenarios de enjundia de la capital, como el Teatro Pavón, Cinema Monumental y el Circo Price. Realizó varias tandas de grabaciones, algunas, como la de los años 30, con un joven Sabicas. Y dejó como legado, en definitiva, una discografía en cilindros de cera insólita, por su temática e intención, y una faceta aún por estudiar: su coqueteo con la gran pantalla.
Capacidad creativa
Con respecto a lo primero, hemos de mencionar que el Chato de las Ventas fue un cantaor con facultades poderosas para la interpretación y gran capacidad creativa. Origina, de hecho, una malagueña personal que más tarde versionaron otros, como Antonio de Canillas, maestro de este palo. Sin embargo, prefirió decantarse por el humor: unos tanguillos futuristas que fantasean con el lejano mundo del año dos mil, sin políticos ni guerras, el autorretrato por milongas en el que detalla su fealdad extrema desde pequeño y la guajira que despierta sonrisas por lo que cuenta son tres ejemplos de ello. La gracia, en este caso, difuminó el carácter con el que canta por tientos o soleá de Cádiz: «Males que acarrea el tiempo/quién pudiera penetrarlos/para ponerle el remedio/antes que viniera el daño».
Si toda su obra, que abrió las puertas por las que después pasaron artistas de mayor popularidad, como Emilio El Moro, cayó paulatinamente en el olvido, su faceta como intérprete para el cine, aún más. El Chato de las Ventas le puso voz a la música de la primera película de dibujos animados sonoros con producción española: 'El amor de Juan Simón'; (1933), la cual indaga desde una perspectiva distinta en el personaje que el escritor Francisco Gras y Elías dio a luz en 'La Revista de Salamanca'; en 1877, ese que caló en el teatro patrio y al que después cantaron en forma de milonga Antonio Molina, Angelillo, Juanito Valderrama e incluso Rosalía en el disco 'Los ángeles'.
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La cinta, de los hermanos Azkona, siguió en su guión la aventura que idearon Martínez Olmedilla y Mundet Álvarez para 'Juan Simón El Enterrador', donde el protagonista, lejos de llorar la pérdida de su hija, como en la original, marcha en busca de su amada. O de los restos que quedan de ella, más bien. Al inicio de la dictadura, según he conocido por los datos que arroja el periodista Chema Álvarez Rodríguez acerca de la hazaña, fue destruida por el régimen.
De nuevo lo funesto e hilarante, pues el largometraje encerraba tintes paródicos, confabularon a la contra del destino de este malogrado flamenco. Pequeño, calvorota, con poca nariz y tentando los males desde la pila del bautismo, donde casi mató de espanto a sus familiares al descubrir su rostro, como describe en su autorretrato. Se rió de sí y de la muerte. De la vida.
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