Un sublime bodegón de Zurbarán regresa a España 71 años después

El Prado ha dado la bienvenida, hasta el 30 de junio y gracias al patrocinio de la Fundación Amigos del museo, a un insigne huésped: 'Bodegón con cidras, naranjas y rosa', de Francisco de Zurbarán. Única naturaleza muerta firmada y fechada (1633) por el artista y una de las obras maestras absolutas del género en Europa, pertenece a la colección del Norton Simon Museum de Pasadena (California). Como contrapartida, el museo español prestará al museo norteamericano 'Mariana de Austria', de Velázquez.

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Natividad Pulido

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Zurbarán tiene 35 años cuando pinta, en estado de gracia, esta obra «silenciosa, solemne y sublime, que apela a lo inefable». Desde 1626 había asumido importantes encargos de instituciones religiosas sevillanas, de gran tamaño y en series. A partir de la década de 1630, comienza a realizar pinturas autónomas y de pequeño o mediano formato para nuevos clientes. Es el caso de este bodegón que visita el Prado. Sobre una mesa, un plato de metal con varias cidras, una cesta con naranjas, con sus hojas y flores de azahar, y un plato metálico con una taza y una rosa. Estas últimas se repiten en otras composiciones del artista.

Perteneció a la colección de Alessandro Contini hasta que en 1972 fue adquirido en una subasta en París por el magnate y coleccionista Norton Simon. Valorado en 1,2 millones de libras, fue el regalo de bodas para su esposa, la actriz de Hollywood Jennifer Jones, ganadora de un Oscar por su papel en 'La canción de Bernadette'. Historiadores de prestigio como Roberto Longhi y August Mayer, autor de la primera publicación sobre el cuadro en 'The Burlington Magazine', contribuyeron a su fama. Entre sus virtudes, el uso maestro de la escala, su extraordinaria precisión descriptiva, los valores compositivos... Su análisis técnico desveló que fue una obra muy elaborada: la composición original presentaba un plato de frutas escarchadas, que quedó descartado finalmente.

El cuadro cuelga en la sala 10A del edificio Villanueva, dedicada a Zurbarán. Instalado a modo de panel central de un imaginario tríptico de altar, a un lado está 'Bodegón con cacharros'; al otro, 'Agnus Dei', otras dos obras maestras del pintor. En la pared de enfrente, dos Zurbaranes de 1659: 'San Francisco de Asís', donado por Plácido Arango, y 'San Francisco de Paula', adquirido en 2022 y restaurado el año pasado. Ahora se muestra por vez primera al público.

'Bodegón con cidras, naranjas y rosa' es mucho más que una humilde naturaleza muerta. Es una obra mítica que invita a la contemplación y son muchos los que le atribuyen un carácter espiritual, místico e incluso religioso. Hay quienes lo ven como un retablo que representaría a la Santísima Trinidad. La taza blanca sería una evocación de la pureza de la Virgen, mientras que la rosa sin espinas aludiría a la Inmaculada Concepción. A esa idea de ver este bodegón como una pintura religiosa contribuyeron, según Javier Portús, jefe del Departamento de Pintura Española del Prado, varios hechos.

Su descubrimiento en la década de 1920 hizo que algunos historiadores se preguntaran si existió en España una tradición del bodegón, algo que no se creía hasta entonces: «No había conciencia de que en España había una tradición de la naturaleza muerta, género que ocupa un lugar muy importante en la pintura española». Además, Zurbarán se veía como el pintor místico por excelencia en el siglo XIX. Y todos los elementos del cuadro son susceptibles de interpretarse en clave religiosa. Es una especie de mesa de altar, pintada en un plano muy cercano, a una escala algo mayor que el natural. Los objetos invaden buena parte de la superficie pictórica. Se disponen en tres planos sobre un fondo oscuro. Una luz nítida desde la izquierda saca estos elementos de la mesa de la penumbra y define volúmenes y texturas: la densidad de las cidras frente a la levedad de la taza. Para referirse a esta obra maestra se han utilizado términos como presencia, equilibrio, misterio, sosiego... lo inefable. Algunos, con claras connotaciones religiosas.

Recuerda Falomir que hace dos décadas hizo por primera vez la labor de correo de una obra del Prado, enviada a Los Ángeles. «Era peregrinación obligada visitar Pasadena para ver este bodegón de Zurbarán, epítome de pintor de naturalezas muertas». El Norton Simon Museum tenía prohibido prestar obras en sus estatutos fundacionales. Pero ello cambió hace unos años y ya ha cedido fondos a la Frick Collection de Nueva York, el Museo d'Orsay de París y la National Gallery de Londres, entre otros museos. 'Bodegón con cidras, naranjas y rosa', de Zurbarán, solo se ha exhibido una vez en España. Fue en una exposición del maestro en Granada en 1953, hace 71 años. Para Portús, «es una de las obras que todo coleccionista tiene en su museo imaginario».