Rosales-Armiñán-Santonja: memoria de dos siglos de España a través de cinco generaciones
La sala Durán de Madrid saca a subasta el próximo miércoles unas 400 obras del legado familiar, que Eduardo y Carmen de Armiñán evocan para ABC
Cien años de José María Forqué, el cineasta que retrató nuestro siglo
Carmen y Eduardo de Armiñán, en la sala Durán junto a algunos retratos de sus familiares (a la izquierda, el de Carmen Santonja pintado por Lucio Muñoz y a la derecha el de Jaime de Armiñán pintado por Elena Santonja)
A sus 96 años, el cineasta Jaime de Armiñán se halla donde habita el olvido, pero sus hijos (Álvaro, Eduardo y Carmen), en nombre del padre, se afanan por mantener a flote esa memoria que naufraga. En realidad, es la memoria de cinco ... generaciones de una familia –Rosales-Armiñán-Santonja– que ha sido protagonista en la vida cultural española de los últimos dos siglos. Un árbol genealógico abrumador en el que no falta de nada, como en botica: hay pintores, actores, directores de cine, dramaturgos, guionistas, escritores, músicos, periodistas, empresarios, políticos, militares... En 1984, la Biblioteca Nacional ya dedicó una exposición a Rosales y sus descendientes.
El próximo miércoles salen a subasta en la sala Durán de Madrid (Goya, 19) cuatro centenares de piezas del legado familiar. Se vendieron el chalet de Canillejas y el piso de Hermosilla, hasta los topes de recuerdos. Se quedaron los objetos de mayor valor sentimental. Ahora dejan que el resto de piezas vivan otras vidas. No quieren que acumulen polvo en los trasteros. Prefieren que las tengan quienes puedan disfrutarlas.
Carmen y Eduardo de Armiñán acuden a la cita en la sala Durán (Álvaro no ha podido unirse por compromisos profesionales). Es para ellos un viaje sentimental. Cada pintura, cada dibujo, cada pieza ante la que nos detenemos evoca una historia, una anécdota. Sonríen, se nublan los ojos... Un cóctel de emociones. A veces asaltan las dudas: «¿Quién diseñó la vajilla de boda de nuestros padres? No pudo ser mamá, no pintaba así». «¿Este cuadro es de mamá o de la tía Carmen?» Además de pinturas y dibujos realizados por sus antepasados, también hay obras regaladas por amigos de la familia: Cecilio Pla, Lucas Villaamil, López Mezquita, Hipólito Hidalgo de Caviedes, Enrique Herreros... Y libros dedicados por más amigos: Benavente, Luis Rosales, Jardiel Poncela, José Luis Borau, Rosa Chacel, Pilar Miró...
Entre los lotes, cuatro dibujos de Eduardo Rosales (1836-1873), el gran pintor del XIX y patriarca de esta saga. Su tataranieta Carmen, historiadora del Arte, publicó en 2015 la tesis doctoral sobre él. «Era un señor muy guapo, se parecía a un actor de Hollywood», dice mostrando una fotografía. Es autor de obras como 'Isabel la Católica dictando su testamento', una de las joyas del Prado y obra cumbre del género en España. En junio, el museo le rendirá homenaje por el 150 aniversario de su muerte con una exposición que reunirá una docena de sus obras menos conocidas.
También nos habla Carmen de su bisabuela Carlota (1872-1958), hija de Eduardo Rosales y excelente pintora, aunque olvidada como tantas otras artistas de entonces. Explica Carmen que fue la primera mujer pensionada en la Academia de España en Roma, donde entró gracias a Vicente Palmaroli, que la apadrinó. Institución de la que su padre fue nombrado director, pero no llegó a ocupar el puesto, pues murió a los 37 años. Carlota tenía un año. En la Academia conoció a quien sería su esposo, Miguel Santonja, músico y compositor. El Prado ha adquirido a la familia un retrato de Carlota pintado por Palmaroli y un retrato que la artista hizo de su madre.
Menos conocido que ellos, Eduardo Santonja Rosales (1899-1966), que sus nietos Carmen y Eduardo recuerdan como «un señor maravilloso, muy honesto; todo el mundo lo quería con locura. Y era un pintor excelente». «Mira qué bueno es este cuadro», nos advierte su nieto. Artista polifacético, fue pintor, dibujante, cartelista, diseñador de muebles y proyectos de decoración, escenógrafo... Hizo ilustraciones para revistas como Blanco y Negro. Pese a heredar el talento artístico de su abuelo y de su madre, no tuvo suerte y apenas se conoce su trabajo. «Hay libros maravillosos ilustrados por él. Conservo una carpeta llena de ilustraciones», comenta Eduardo.
Por su estudio de López de Hoyos, que heredaría su hija Carmen, pasarían años después Antonio López, Lucio Muñoz, Enrique Gran, Luis Feito, Manuel Alcorlo..., compañeros de su otra hija, Elena. Ambas, fruto de su matrimonio con Elena Esquivias, son muy célebres... y modernas. Carmen Santonja (1934-2000) creó, junto con su amiga y también pintora Gloria van Aerssen («hija de un señor holandés que se ligó a una señora andaluza»), Vainica Doble, un dúo musical de culto. Cuentan que se conocieron en una parada de autobús mientras Carmen tarareaba 'Tannhäuser'. «La tía Carmen tenía talento, pero era un genio silencioso, no como nuestra madre. Paco Rabal decía que era un terremoto».
Elena Santonja (1932-2016), pintora y ceramista, se formó en la Escuela de Bellas Artes de Madrid. Se hizo muy popular como presentadora del programa 'Con las manos en la masa', primero dedicado a la cocina en Televisión Española, mucho antes de la llegada de 'Masterchef'. Por el programa pasaron amigos como Torrente Ballester, Carlos Berlanga, Sara Montiel, Joaquín Sabina, Alaska, Fernando Fernán Gómez, Mónica Randall... «Era muy culta. Además de cocinar, hablaban de todo en el programa». ¿De dónde le veía la pasión por la cocina? «De su madre. Menuda señora la abuela Elena, guapa, elegante... Era pianista».
Recuerdan que su madre «fomentó la dieta mediterránea. Parece que la hemos descubierto ahora. Comíamos sardinas crudas en los 70, cuando nadie las comía. En una época le dio por lo macrobiótico. Nos torturó durante seis meses». ¿Cuál era su plato estrella? «Le tenía mucho respeto a la paella, debía quedar perfecta. La vi tirar dos. '¡No está bien hecha! ¡Fuera!, gritaba cabreada». «Nuestra madre era la mejor anfitriona y el alma de las fiestas. Salíamos de juerga con ella, era el centro de la pandilla. Fue pionera en todo y una gran feminista, pero no de boquilla, sino de acción. Conducía un 'Cuatro Latas' hasta Pedraza. Iba en vaqueros, se metía en la taberna, donde no entraban las mujeres del pueblo. Era modernísima».
Presentó en TVE el programa 'Entre nosotras', dedicado a las mujeres. «Mi padre trabajaba como negro de ella escribiendo los guiones. Fue mi madre quien lo metió en televisión». Hablan de Jaime de Armiñán (1927), con quien se casó en 1956. Reconocido director y guionista cinematográfico, Goya de Honor en 2014, nominado dos veces al Oscar (en 1973 por 'Mi querida señorita' y en 1981 por 'El nido'), estudió Derecho, pero tenía una vocación artística. Comenzó en el mundo del teatro y después pasó a la televisión antes de centrarse en el cine.
Era hijo de la actriz Carmita Oliver Cobeña y de Luis de Armiñán, periodista, escritor, gobernador civil en la República... Premio Luca de Tena, fue corresponsal de ABC en París tras terminar la II Guerra Mundial. Muchos años después, Jaime sería colaborador de ABC, adonde llegó de la mano de Oti Rodríguez Marchante, crítico de cine del diario, recuerdan sus nietos, quienes relatan la historia de Carmita y Luis, digna de una película: «Ella era la promesa del teatro en España. Se enamoró de Luis de Armiñán, de familia de militares y políticos (su padre, muy amigo de Canalejas, llegó a ser ministro y su abuelo, teniente general y gobernador de Cuba). Era una familia clásica de derechas. Aceptaron que se casara con ella si dejaba el teatro. Muy enamorada de él, abandonó su carrera a los 20 años. Cuando él se quedó ciego, ella le leía todos los días. Era la pareja perfecta. O no tanto. Pero cuando él murió, nuestra abuela empezó a fumar, a beber whisky y a decir tacos... Le recriminaba que no se hubiera enfrentado a su familia para que hubiera seguido con el teatro».
La abuela de Jaime de Armiñán también era actriz, Carmen Cobeña, genio y figura. Cuenta Eduardo que cuando existían cartillas de racionamiento en la posguerra, se abría paso en las colas exclamando '¡Que soy una gloria nacional!': «Tenía mucho carácter. Obligaba a casarse a los jóvenes de la compañía que se hacían novios. O se casaban o los echaba». Recuerda que su padre hizo una serie de TV, titulada 'La gloria nacional', protagonizada por Paco Rabal, un homenaje a ella. Estaba casada con el escultor y dramaturgo Federico Oliver Crespo, amigo de Valle-Inclán, Galdós, Benavente... Fue el primer presidente de la Sociedad General de Autores de España y presidió el Ateneo. Carmen fue primera actriz del Teatro Español de Madrid, donde su marido era director artístico.
Los Armiñán-Santonja tuvieron un nutrido círculo de amistades en el que había intelectuales, pintores, arquitectos, músicos, actores: José Luis Borau, Massiel, Mónica Randall, Chus Lampreave, Juan Ignacio Cárdenas (Chinorris), Ramiro Tapia, Antonio Ferrandis, Fernando Fernán Gómez, Emma Cohen, Juan Diego, Carmen Maura... Eran célebres las fiestas en la casa de Canillejas y en el estudio de López de Hoyos, los viajes a Pedraza, donde tenían una casa que se quemó. Hasta sus vecinos eran famosos. Durante un tiempo vivieron en un piso en la calle Velayos, en Puerta de Hierro. En la planta de arriba, relata Eduardo, vivió Orson Welles durante el rodaje de 'Campanadas a medianoche': «Papá le llamaba don Orson. Era un hombre muy grande. Yo empezaba a llorar cuando me lo encontraba en el ascensor. Sus calzoncillos eran tan grandes que, cuando los colgaban en el tendedero, casi llegaban a nuestra terraza». Tom Ewell tenía a Marilyn, una tentación, viviendo arriba; los Armiñán-Santonja, a Welles. Tampoco está mal. «Hemingway no tenía ni puta idea de toros. El que sabía era Orson Welles», solía decir Jaime de Armiñán.
Eduardo se dedica al cine, como su hermano Álvaro. Cuenta mil y una anécdotas de los rodajes, de la afición por los toros, de la amistad familiar con los Bienvenida... Luis de Armiñán escribió un libro sobre el Papa Negro (Manuel Mejías Rapela, patriarca de la dinastía). Fue este quien enseñó a torear a Jaime de Armiñán, íntimo amigo de Antonio Bienvenida. Hay fotos de todos ellos en los álbumes familiares, que muy generosamente Eduardo y Carmen han puesto a disposición de ABC. «En 1952, Antonio Bienvenida y el abuelo Luis emprendieron una campaña en ABC para que dejaran de afeitarse los toros», dice Eduardo. Recuerda el día que llevaron al Papa Negro al fútbol para ver a Di Stéfano: «No le interesaba el fútbol, solo los toros. Estuvo callado todo el partido. Cuando acabó, le preguntaron qué le había parecido. Él dijo: ¡Qué buen torero se ha perdido con ese Di Stéfano!». Jaime de Armiñán, Teo Escamilla, director de fotografía, y Chinorris Cárdenas tenían abonos de Las Ventas.
Y hablando de toros, en la conversación sale, cómo no, 'Juncal', mítica serie de TVE creada por su padre a partir de uno de sus 'Cuentos imposibles'. Comenta Eduardo que fue Sancho Gracia quien le propuso que hiciera algo sobre toros protagonizado por Paco Rabal, que estaba sin trabajo. Así nació 'Juncal' y una gran amistad con Paco Rabal. «Es como nuestro tío. Se iba de juerga y llegaba a las siete de la mañana. Pero se ponía a rodar y era maravilloso». Otro gran amigo de la familia era José María Forqué. «Fue quien metió a mi padre en el cine. Era mi padrino –dice Eduardo–. Nos gustaba ir a su casa, porque tenía un futbolín». Recuerdan con muchísimo cariño a Verónica: «¡Qué gran pena su muerte!». Sobre el rodaje de 'Juncal', explica Eduardo que no pudieron grabar en Ronda con Antonio Ordóñez («era muy esaborío»), ni en los Alburejos, de los Domecq: «Don Álvaro le dijo a mi padre que le encantaría, pero que cada toro bravo costaba un millón de pesetas. Finalmente, se hizo en una finca de la provincia de Sevilla».
La sexta generación de la familia mantendrá vivo el legado. Eduardo, nieto de Jaime de Armiñán, apunta maneras. Siente adoración por su abuelo, pero nunca pudo hablar con él. La memoria ya se había ido. Le gustaría contar su historia en un documental. Dicen que hace en torno a un año, Álvaro de Armiñán presentó un proyecto de documental para un 'Imprescindibles' en TVE sobre su padre. La respuesta fue: «No interesa». Ojalá este reportaje y la subasta de Durán les refresque la memoria a los directivos de la cadena sobre quién fue Jaime de Armiñán, historia de TVE y el último de una inolvidable generación que ha sido imprescindible en este país.