Henri Cartier-Bresson: el ojo del siglo XX devuelve la mirada en Barcelona
El centro KBr de la Fundación Mapfre estrena una completa retrospectiva al fotógrafo francés, figura clave y testigo de excepción de los grandes yconflictos del siglo pasado
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Barcelona
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Iniciar sesiónObservar, observar, observar y, sólo entonces, disparar. Leica compacta de 35 mm, mirada «ágil y expeditiva» e historia de la fotografía en un 'click'. Magnum, el instante decisivo y 'el ojo del siglo'. Casi nada. El fotógrafo más conocido de la segunda mitad del siglo ... XX y 240 copias originales de plata en gelatina para atravesar una vez más la leyenda. «¿Qué puede haber hoy en día en una exposición que sea nuevo y diferente», se pregunta el comisario Ulrich Pohlmann.
La respuesta hay que buscarla entre las exclamaciones de 'Watch! Watch! Watch!', entusiasta y completa retrospectiva que alterna el microscopio y el gran angular, el plano corto y la visión panorámica, para documentar y fijar todas las caras de Henri Cartier-Bresson (1908-2004) justo cuando se cumplen veinte años de su muerte. Surrealista primerizo, activista utópico, fotorreportero humanista, viajero infatigable y cronista callejero, el francés se multiplica hasta el infinito en el centro KBr de la Fundación Mapfre para, en palabras de Pohlmann, iluminar el siglo XXI con su«ambición, su intuición y su deseo de ver el mundo». El ojo del siglo, devolviendo la mirada a pie de playa.
La exposición, organizada por Fundación MAPFRE y el Bucerius Kunst Forum en colaboración con la Fondation Henri Cartier-Bresson, se estrenó en Hamburgo y se podrá ver en Barcelona hasta el 26 de enero, cuando viajará a Viena.
El mundo en sus ojos
«Soy un hombre visual y entiendo el mundo a través de mis ojos», defendía el propio Cartier-Bresson, fotógrafo de fotógrafos y artista artesano al que, más que retratar, lo que le gustaba era mirar el mundo. Percibirlo. De ahí el título de una exposición que viaja de la España de la Guerra Civil a los Estados Unidos de la segregación racial y de la coronación de Jorge VI al funeral de Charles de Gaulle siguiendo el azaroso camino de baldosas amarillos que fue la vida y obra del francés, confundador junto a Rober Capa, George Rodger y David Seymour de la legendaria agencia Magnum.
Por el camino, de todo: seminaristas manchegos, obreros de Bremen, Malcolm X, críos jugando a vaqueros en la calles de Roma, la Cuba de Castro... Cartier-Bresson dispara y la historia se pega el negativo. A un lado, los supervivientes de Dessau desinfectados con DDT. Al otro, la América en blanco y negro de la segregación racial.
Con todo, una de las grandes aportaciones de 'Watch! Watch! Watch! ' no es estrictamente fotográfica, ya que viene a rescatar una de las películas que el francés realizó para la televisión alemana en 1962, un año después de la construcción del Muro de Berlín. «No es una película al uso, sino más bien un foto-filme», matiza Pohlmann. En pantalla, pilas de escombros, paseantes en la avenida Kurfürstendamm y «el drama humano que se vivía en la frontera entre las dos Alemanias». «Era un activista fotógrafo y tenía muy claro que no quería que se instrumentalizase su ideología política», recuerda el comisario.
¿Su mantra? «No tengo mensaje ni misión, sino punto de vista».
Don de la oportunidad
Además de eso, Cartier-Bresson también tenía un proverbial don de la oportunidad que le hacía estar el lugar adecuado en el momento justo. Testigo privilegiado de casi todos los conflictos que sacudieron la segunda mitad del siglo XX y cronista visual de los grandes procesos de cambio, documentó la liberación de París, fue el primer fotógrafo occidental en visitar la URSS tras la muerte de Stalin, llegó a China justo a tiempo para retratar los últimos días del Kuomintang y el auge del Partido Comunista, y estuvo con Gandhi horas antes de su asesinato.
«Después de 1945 se desliga de sus ideas marxistas y se convierte en un pacifista humanista. Trabaja en los puntos calientes y documenta la Guerra Fría», resume Pohlmann. Para entonces, su cotización ya se había disparado. «La revista 'Life' llegó a pagar 40.000 dólares de la época para poder publicar sus fotografías», recuerda el comisario.
En Barcelona, esta nueva mirada al legado de Cartier-Bresson se articula a través de una decena de secciones que cubren sus primeros pasos en los círculos surrealistas; los reportajes políticos y bélicos; el fotoperiodismo de Magnum; los días de tránsito del comunismo al humanismo; la América de los años cincuenta; el trabajo industrial; los rituales del poder; la fotografía callejera; el retrato; y los viajes.
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Es ahí donde conviven las siestas napolitanas, la manifestaciones feministas en Nueva York , el Boulevard Saint Michel durante mayo del 68, el proceso de Burgos... Un resumen perfecto para un fotógrafo que estuvo preso en el campo de prisioneros V-A de Ludwigsburg, pasó por la resistencia francesa y concibió la fotografía no sólo como una manera de mirar, sino también de estar en el mundo.
Como muestra, esas instantáneas de Matisse, Faulkner, Capote, Sartre, Chanel o Colette que cierran la exposición y que van más allá del simple retrato. «Son imágenes íntimas que nos permiten captar la vida interior de los modelos», leemos.
Una vez más, todo es cuestión de mirada.
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