Cinco pioneras del arte que han hecho historia
Al hilo de la exposición que el Kunsthistorisches Museum de Viena le dedica a la maestra flamenca del Barroco Michaelina Wautier, repasamos las vidas de otras cinco excelentes pintoras que se hicieron un hueco en un mundo de hombres y hoy cotizan al alza
¿Qué pintan las mujeres en el Prado?
Enviada especial a Viena
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Iniciar sesiónNo lo tenían nada fácil las mujeres que querían dedicarse en el siglo XVII a la pintura, un mundo reservado en exclusiva a los hombres. Les estaban vetadas las academias donde se aprendía el dibujo anatómico, porque los modelos posaban desnudos. De ahí que ... tuvieran que limitarse al bodegón y el retrato. Además, los aprendices solían vivir unos años en casa del maestro y no se hubiera visto con buenos ojos que lo hicieran las jóvenes pintoras.
En los 80, las Guerrilla Girls se preguntaban, bajo sus disfraces de gorilas: «¿Tienen las mujeres que estar desnudas para entrar en el Met Museum?» Solo un 5% de las artistas eran mujeres, mientras que el 85% de los desnudos expuestos eran femeninos. Desde entonces las cosas han cambiado, aunque para algunos no tanto ni tan rápido como debieran. Los grandes museos históricos desempolvan en sus almacenes los trabajos de las grandes pioneras del arte. El Prado comenzó esta rehabilitación hace unos años con Clara Peeters y le siguió un cara a cara entre Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. La National Gallery de Londres le dedicó una gran retrospectiva a Artemisia Gentileschi (la pandemia obligó a aplazarla). Gran retratista de María Antonieta, algunos de los retratos que le hizo Louise-Elisabeth Vigée-Lebrun cuelgan en la muestra que el Victoria & Albert Museum de Londres le dedica a la reina de Francia.
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Artemisia Gentileschi (Roma, 1593-Nápoles, 1652-53)
La National Gallery de Londres adquirió en 2018, por 3,6 millones de libras, un 'Autorretrato como Santa Catalina de Alejandría', de Artemisia Gentileschi, primera pintura de la gran artista del Barroco italiano que pasaba a formar parte de una colección pública en el Reino Unido. La pinacoteca londinense iba a inaugurar en abril de 2020 una gran retrospectiva de esta artista, pero la pandemia provocó su aplazamiento.
Aparte de ser una espléndida pintora (hija y discípula de Orazio Gentileschi, buen amigo de Caravaggio), es célebre por su biografía. Ya desde la cuna, su vida parecía abocada a la desgracia. Recibió el nombre de Artemisia. Hija de Zeus y Leto, hermana gemela de Apolo, en la mitología griega Artemisa es la diosa de la naturaleza y la caza . Una diosa virtuosa y sanguinaria, a la que quiso violar el gigante Oto. También es el nombre de una reina guerrera. La joven Artemisia Gentileschi fue violada a los 17 años en su casa por Agostino Tassi, un pintor amigo de su padre y profesor de perspectiva de la propia Artemisia.
En las 'Actas del proceso por estupro', se relata con todo lujo de escabrosos detalles el calvario, la humillación y el escarnio público a los que se sometió en 1612 a Artemisia durante el proceso por estupro en el Tribunal de Roma, incluidas exploraciones ginecológicas por parte de unas parteras o la ratificación de su declaración bajo la tortura de los sibilos: le ataron unas cuerdas delgadas alrededor de los dedos y apretaban hasta cortarle la circulación.
Quienes han «leído» buena parte de su producción pictórica en clave biográfica identifican a Artemisia con las heroínas trágicas que pintó. Especialmente con 'Judit decapitando a Holofernes'. Retrata a la joven Judit, ayudada por su doncella, en el momento preciso en el que decapita a Holofernes (el acosador general asirio agoniza): la espada se hunde en mitad de su garganta, de la que brotan chorros de sangre. La cabeza pende de un hilo. La escena es brutal. Una auténtica carnicería. Hay quienes ven en ella a Artemisia vengando su honor manchado por Agostino Tassi. Aunque, para otros, dicha teoría es demasiado simplista.
Gran narradora de historias, retrató a otras mujeres fuertes, valerosas, heroínas mitológicas o del Nuevo Testamento, apasionadas pero vulnerables y atormentadas: Cleopatra, Lucrecia, Clío, Jael, Betsabé o María Magdalena. Famosa y célebre pintora, contó entre sus mecenas y protectores con lo más granado de la época.
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Lavinia Fontana (Bolonia, 1552-Roma, 1614)
Lavinia Fontana era hija de un pintor muy célebre de Bolonia, Próspero Fontana, quien la inicia en el dibujo y la pintura en casa. Primera pintora profesional de la Historia, estrechó relaciones con nobles, eclesiásticos y coleccionistas. Se casó una vez, con Giovanni Paolo Zappi. Fue una auténtica 'superwoman' de la época: concilió su trabajo (dirigía un taller de pintura, viajaba a Roma y Florencia) con ser ama de casa y madre de once hijos. Sólo tres le sobrevivieron. Está enterrada en la iglesia de Santa Maria sopra Minerva de Roma.
Fue la primera pintora que contó con un taller propio y la primera que se atrevió a pintar escenas mitológicas, a las que da una vuelta de tuerca: incorpora desnudos, digamos comprometidos, de carácter erótico, en algunos casos encargados por cardenales y personas cercanas al Papa. Es el caso de 'Marte y Venus', de la Fundación Casa de Alba.
Cuando se hizo profesional, aceptó todos los encargos. Se atreve con cuadros de altar de grandes dimensiones, retratos de todas las posibilidades: de grupo, de damas, de niños. Es la gran retratista de Bolonia en ese momento. En un documento del Archivo Secreto Vaticano, tras la muerte de Lavinia Fontana, se escribió este texto: «El lunes pasó a mejor vida Lavinia Fontana, boloñesa, pintora singular entre las mujeres de nuestros días, que estaba a la par de los principales hombres de la profesión».
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Sofonisba Anguissola (Cremona, h.1535-Palermo, 1625)
Sofonisba Anguissola pertenecía a una familia de rancio abolengo: los Anguissola-Ponzoni. Su padre, Amilcare, logró que sus hijos (seis niñas y un niño) se educaran en un entorno humanista, como promovió Baltasar Castiglione en 'El cortesano'. Toda dama que se precie debía tener conocimientos de idiomas, literatura, música, danza, arte... Viajó a España como dama de compañía de Isabel de Valois. Se casó dos veces: primero, con Fabrizio de Moncada, el marido que le impuso Felipe II; después, con el que ella misma eligió: Orazio Lomellini. No tuvo hijos.
Su padre llevó a cabo una intensa campaña propagandística para conseguir que sus hijas alcanzaran el puesto que su clase social merecía. Así, envió al mismísimo Miguel Ángel Buonarroti un dibujo de Sofonisba en el que una niña que ríe trata de enseñar a leer a una criada. A Miguel Ángel le gustó mucho. Pero le puso a prueba. ¿Por qué no mostrar el sentimiento contrario: la pena, el llanto? Dicho y hecho. Sofonisba siguió los consejos del maestro y dibujó a un niño que llora desconsolado porque le ha mordido un cangrejo. Vasari incluye a Sofonisba Anguissola en su 'Vidas de artistas'. Dice que «por sí misma ha hecho cosas extraordinarias y bellísimas en pintura».
La Corte de Felipe II llamó a Sofonisba como dama de compañía de la Reina Isabel de Valois. Estuvo catorce años en nuestro país. Tempranamente, se descubre que es una retratista portentosa, que busca la introspección de los modelos. Se dice que tenía un agudísimo bisturí psicológico. Hace retratos de una gran intensidad emocional. Una retratista formidable que se podía codear con los mejores de la Italia de ese momento. Es una de las artistas que más veces se autorretrató.
La Corte española cercenó su faceta como pintora, que se frenó en seco. Hizo grandes retratos de los miembros de la Familia Real, pero no los firmó porque no le correspondía, pues ella no estaba allí como retratista. Tampoco cobraba dinero por ellos. Le «gratificaban» con ricas telas y joyas. Van Dyck viajó en 1624 a Sicilia para conocer a la nonagenaria artista, a la que retrata. Seguía siendo una celebridad, aunque ya no pintaba, pues se había quedado ciega. Sus pinturas no superan hoy el medio centenar.
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Clara Peeters (¿Amberes? h. 1594-h. 1659)
Una de las pocas mujeres que pudieron dedicarse profesionalmente a la pintura en el siglo XVII, coetánea de Rubens, Van Dyck, Brueghel el Viejo y Snyders, fue Clara Peeters, que tiene el honor de ser la primera mujer pintora a la que el Prado dedicó una monográfica en sus casi 200 años de historia, adelantándose a Artemisia Gentileschi y Sofonisba Anguissola, las más reconocidas.
Una enigmática mujer, de cuya biografía apenas sabemos nada, pese al exhaustivo estudio llevado a cabo por Alejandro Vergara, jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Prado y comisario de aquella exposición. En él nos cuenta que nació entre 1588 y 1590, posiblemente en Amberes, donde desarrolló su exitosa carrera; que pintó para gente de alta alcurnia (entre sus clientes, el todopoderoso marqués de Leganés) y muy posiblemente contó con marchantes que exportaban sus trabajos. Los soportes de madera para seis de sus cuadros incluyen sellos que delatan su procedencia: Amberes. Su primer cuadro fechado es de 1607; el último, de 1621.
Pionera del bodegón, al que se dedicó en exclusiva, se le atribuye a esta pintora la primera naturaleza muerta con pescados. Pinta peces de agua dulce (carpas, lucios). También alcachofas: procedentes de África, eran exóticas y consideradas afrodisíacas. Y aves de caza, como Snyders. También pinta objetos relacionados con el lujo, como copas y tazas de plata dorada, cristal veneciano, saleros de plata (la sal era un bien escaso y muy preciado)… También conchas, que se valoraban por su belleza, sus extrañas formas, su brillo y textura y su origen exótico. Eran muy cotizadas.
En ocho de las pinturas de Clara Peeters aparecen autorretratos reflejados sutilmente en jarras y copas. En uno de ellos se autorretrata hasta siete veces paleta en mano. Tiene ganas de mostrarse, de enseñarse, y lo hace discretamente. Una forma de reafirmarse como pintora y como mujer y de mostrar su habilidad y maestría.
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Louise-Elisabeth Vigée-Lebrun (París, 1755-1842)
Hija del pintor Louis Vigée (murió cuando ella tenía 12 años), fue una de las artistas más célebres del siglo XVIII y miembro de las principales academias artísticas de la época. Casada con el marchante de arte Jean-Baptiste Lebrun, la pintora francesa se movió como pez en el agua en la Corte. En 1779 pintó del natural en Versalles un retrato de una idealizada María Antonieta con una rosa en la mano.
Fue la retratista favorita de París hasta que estalló la Revolución en 1789. Huyó con su hija primero a Italia y después viajó por las Cortes europeas: Viena, Dresde, San Petersburgo... Retrató al Príncipe de Gales, a Lord Byron... Publicó sus memorias poco antes de su muerte. El Prado atesora dos de sus obras: 'María Carolina, esposa de Fernando IV de Nápoles' y 'La princesa María Cristina Teresa de Borbón'.
A Louise-Elisabeth Vigée-Lebrun, que retrató a lo más granado de su época (María Antonieta, el Príncipe de Gales, Lord Byron...), le dedicaron hace unos años una gran exposición en el Grand Palais de París y en el Metropolitan de Nueva York. Gran retratista de María Antonieta, algunos de esos retratos cuelgan en la muestra que el Victoria & Albert Museum de Londres le dedica a la reina de Francia que perdió su hermosa cabeza en la guillotina.
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