La ‘Mona Lisa’ del Prado sigue sin desvelar sus misterios
El museo, que saca a la luz las últimas investigaciones sobre el taller de Leonardo, apuesta por Salai o Melzi como sus posibles autores
La pinacoteca confirma que la copia fue autorizada y supervisada por Da Vinci, pero sigue sin ver en ella la mano del maestro
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Iniciar sesiónTras su restauración (al eliminarse el fondo negro, añadido en el siglo XVIII, salió a la luz un hermoso paisaje), saltó en 2012 la noticia de que la copia de la ‘Gioconda’ que atesora el Prado en su colección es la más temprana ... e importante de las que se conocen y que fue coetánea del cuadro más célebre del mundo. Es decir, que un discípulo de Leonardo debió pintar esa copia en su taller a la vez que el artista ejecutaba su obra maestra, al menos durante un tiempo, en un estado anterior a la ‘Gioconda’ que conocemos. Así lo constatan muchos de los arrepentimientos presentes en la obra del Louvre, que se repiten en la copia del Prado, y que solo podría conocer alguien que la estuviera pintando junto a Da Vinci. Esas coincidencias se aprecian, por ejemplo, en el contorno de la cabeza, en pequeños ajustes en la barbilla y en el cuello, en los dedos, en el velo... Pero hay cambios posteriores que hizo Leonardo y no están en la copia porque ya el discípulo no estaba junto a él. Da Vinci comenzó a pintar la ‘Gioconda’ hacia 1503 y no la abandonó hasta su muerte en 1519 . De hecho, quedó inconclusa. Se cree que la copia de la Mona Lisa del Prado pudo hacerse para la familia de la retratada (Lisa Gherardini del Giocondo), pues Da Vinci se quedó con la original hasta su muerte.
Han pasado casi diez años desde que el Prado anunciara la buena nueva, primero en un simposio en la National Gallery de Londres y, más tarde, en el propio Prado en una multitudinaria rueda de prensa. Ahora ha querido dedicarle una pequeña exposición de carácter científico , enmarcada en la producción del taller vinciano y en la que da a conocer los nuevos hallazgos en torno al cuadro gracias a las más recientes investigaciones. Entre ellas, las aportaciones de un congreso en Roma y la exposición en el Louvre del Año Leonardo en 2019; estudios de otros artistas como Fra Angelico, Rafael o Andrea del Sarto, así como destacados avances en los dispositivos de análisis de obras de arte. Es el caso de un MicroScaniX, que ha permitido realizar un mapeado por fluorescencia de Rayos X . Prestado por el Laboratorio de Arqueología Molecular de la Universidad de la Sorbona, es capaz de desvelar dibujos subyacentes realizados en sanguina, hasta ahora imperceptibles con reflectografías infrarrojas o radiografías. Ello abre una línea de investigación muy amplia. El Prado ha contado con la colaboración no solo de la Sorbona, sino también del Louvre y la National Gallery de Londres.
Eso sí, quien busque un original de Leonardo en la exposición no lo hallará : tan solo se muestran copias de discípulos de su taller, reproducciones de obras del maestro, y estudios técnicos, como reflectografías infrarrojas o macrofotografías. Por un lado, seguimos sin saber cuándo y cómo llegó esta obra a las colecciones reales (no hay constancia anterior al inventario del Real Alcázar en 1666). Tampoco sabemos quién la pintó . El Prado descarta completamente la hipótesis de que sea obra de algún discípulo español de Leonardo (Fernando Llanos o Yáñez de la Almedina), como apuntaban algunos historiadores italianos. «Los discípulos españoles están descartados. Posiblemente, sea obra de Salai o de Melzi . Sin duda, su autor es un discípulo de su círculo más próximo, alguien que pasa mucho tiempo con él y al que Leonardo deja hacer copias de sus obras más preciadas, pues confía en él. Se está estrechando el círculo, pero no se ha identificado . La investigación sigue abierta. No le hemos puesto un nombre, pero no creo que sea el objetivo. Para mí, lo más importante es saber cómo está hecha y cómo encaja dentro del engranaje que crea Leonardo en su taller», advierte Ana González Mozo , miembro del Gabinete de Documentación Técnica del Prado y comisaria de la muestra. Giovan Francesco Melzi (1491/93-1567) y Salai (1480-1524) son los discípulos más queridos y cercanos a Leonardo. Pero hay otros más: Boltraffio, Marco d’Oggiono...
Varios hechos podrían decantar la balanza hacia Salai. Por un lado, se cree que la copia de la Mona Lisa del Prado, junto a otras dos copias del mismo autor, pueden ser las que aparecen en el inventario que se hace a la muerte de Salai. Esas otras dos copias son el ‘Salvator Mundi (versión Ganay)’ , de una colección particular, presente en la exposición, y una ‘Santa Ana’ del Museo Hammer de Los Ángeles , de la que tan solo se incluye una reflectografía. Parece que hay consenso acerca de que las tres copias son obra del mismo artista. La pinacoteca californiana tiene su ‘Santa Ana’, atribuida a Salai.
Hubo una época en la que Leonardo se sentía incapaz de pintar y recurrió a sus discípulos , que no son «monos de repetición». Ellos partían de pinturas, dibujos, cartones e incluso de ideas del propio Da Vinci. González Mozo comenta que «Leonardo tiene varias obsesiones. Centra su enseñanza en el dibujo. Casi todos los discípulos de su taller son pintores ya formados. Les enseña a mirar, a reproducir el volumen . Pero no les obliga a hacerlo de una manera determinada, sino que deja que cada uno lo resuelva de un modo distinto. Les da mucha libertad de acción ». Hay composiciones, como ‘Leda y el cisne’, en las que no hay ningún original pintado por Leonardo. Lo llevan a cabo sus discípulos, usando cartones, en algunos casos de otras obras del maestro, como una ‘Santa Ana’.
Gracias a una carta de Fray Pietro de Novellara a Isabella d’Este , sabemos que aquel visitó el taller de Leonardo en 1501 y vio a dos de sus discípulos pintando copias de obras del maestro, que este retocaba después. ¿Podría ser una de esas obras la 'Mona Lisa' del Prado? El museo se muestra muy tajante. « No vimos entonces ni vemos ahora la mano de Leonardo en el cuadro », comenta Miguel Falomir , director de la pinacoteca. «No hemos podido detectar la mano de Leonardo», apostilla Ana González Mozo. En cualquier caso, resulta difícil que lo fuera, pues la copia está fechada entre 1507-8 y 1513-16.
Entonces, ¿qué novedades se han descubierto desde 2012 en torno a esta obra? «Lo que hemos hecho es enmarcarla dentro de unas prácticas del taller de Leonardo. Hemos avanzado mucho en su conocimiento material, en cómo está construida, qué refleja de las prácticas del taller de Leonardo, cómo responde a unas enseñanzas del maestro y el haber localizado otras dos pinturas del mismo autor y que posiblemente sean las que aparecen en el inventario que se hace a la muerte de Salai en 1524. Son tres cuadros que están pintados igual, tienen la misma técnica y el mismo dibujo subyacente. Su autor tiene un gesto muy personal», explica Ana González Mozo.
La exposición , que puede verse en la sala D del edificio Jerónimos hasta el 23 de enero , cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Madrid, que desde este mismo año se suma a los patronos que aportan ayudas económicas al museo. «Era una anomalía que lo hiciera la Comunidad de Madrid y no el Ayuntamiento», advierte Javier Solana , presidente del Patronato del Prado. A lo que Andrea Levy , delegada de Cultura del consistorio madrileño, añadió:«Deuda saldada».
Se ha llevado a cabo una selección de las obras salidas del taller de Leonardo . Cada una ejemplifica un tipo de copia o de obra de las que se hacían en su taller. «Son muchos tipos de obras y no todas responden ni al mismo fin ni al mismo proceso de ejecución», advierte la comisaria. Entre las piezas expuestas, se suman a la copia de la Mona Lisa del Prado obras como ‘La Virgen del huso’, de Fernando Llanos, y ‘San Juan Bautista con el Cordero’, de Andrea del Sarto, ambas también del Prado; ‘Salvator Mundi (versión Ganay)’, de una colección particular; ‘El Niño abrazado a un cordero’, de un pintor lombardo que pudo estar en el taller de Da Vinci (Fundación Casa de Alba); ‘El Salvador adolescente’, atribuido a Boltraffio (otro de los discípulos de Leonardo), del Museo Lázaro Galdiano; y ‘Leda’, obra realizada a partir de Leonardo, cedida por la Galería Borghese de Roma.
Tanto en la Mona Lisa del Prado como en el ‘Salvator Mundi (Versión Ganay)’ aparecen en la cartela:« Taller de Leonardo da Vinci, autorizado y supervisado por él ». Se suman, además, reproducciones de ‘La Virgen del huso (Madonna Buccleuch)’, de las National Galleries of Scotland de Edimburgo; ‘La Virgen con el Niño y San Juan Bautista y cabezas de perfil’, de la Colección Real británica; ‘Santa Ana, la Virgen y el Niño’, de la National Gallery de Londres; ‘Cabeza de la Virgen vista de tres cuartos’, del Metropolitan de Nueva York; y ‘Leda y el cisne’, de Róterdam, así como un puñado de reflectografías infrarrojas.
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