El incierto futuro del único mural original de Keith Haring que hay en Barcelona
La obra que el artista pintó en 1989 se encuentra en un edificio que será derruido para construir un geriátrico
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Iniciar sesiónEn febrero de 1989, el artista y activista Keith Haring aterrizó en Barcelona y en apenas cinco horas dejó su impronta en la ciudad pintando en una pared destartalada del Raval un gran mural contra el Sida. Una visita que quedó perfectamente documentada en reportajes y documentales ... y que dejó un segundo mural algo menos conocido pero tanto o más valioso. De hecho, se trata de la única obra original de Haring que queda en Barcelona, ya que el Ayuntamiento derribó en 1992 el muro en el que se había pintado el primer mural ( previo calco, eso sí, a tamaño real, para recuperarlo más tarde ).
Entusiasta de la música house, Haring aprovechó su paso por la capital catalana para dejarse caer por el Ars Studio, local de la zona alta en el que hizo buenas migas con el disc-jockey César de Melero. Él fue, de hecho, quién tuvo la feliz idea de grabar en vídeo a Haring dando forma, brochazo a brochazo, al icónico mural 'Todos juntos podemos parar el sida'. Es ahí donde vemos al neoyorquino, sudadera gigantesca y flamantes Air Max último modelo, realizar los 30 metros de mural de memoria y sin derramar ni una gota de pintura roja. A su lado, un radiocasete con un buen surtido de acid house ejerce de bisagra entre el día y las noches; entre la deprimida plaza Salvador Seguí y el hedonismo del Ars Studio.
De la discoteca a los billares
De vuelta al club de la calle Atenas, Haring aprovechó su última noche en la ciudad para pintar en una de las paredes del local un pequeño graffiti de homenaje al acid house. Apareció ahí con un bote de pintura roja, se coló en la cabina en la que pinchaba De Melero y, entre trago y trago de Coca-Cola, dibujó una figura con cabeza de flor y cuerpo vibrando por la música. Un mural casi improvisado que ha sobrevivido en la misma ubicación durante más de tres décadas y cuyo futuro es ahora incierto. ¿La razón? El edificio en el que se ubicaba la discoteca, reconvertida desde 1995 en el Club Billares, está a punto de ser derruido para construir un geriátrico en su lugar, tal y como adelantó el digital 'Tot Barcelona'.
A la hora de aprobar el plan urbanístico especial que permitirá el derribo del edificio,el Ayuntamiento de Barcelona ya especificó que el mural debe conservarse, aunque sin concretar cómo. En este sentido, el Consistorio ha reclamado a la Dirección General de Protección del Patrimonio de la Generalitat que incluya el mural en el catálogo de bienes de interés cultural para que, en última instancia, sea el Departamento de Cultura quien decida sobre el tema.
Por su parte, el propietario de los billares e inquilino del inmueble ya acordó con los propietarios el edificio que podía llevarse todas las obras de arte que hay en las paredes, incluido el mural de Haring, y asegura que ya se ha puesto en contacto con la Fundación Keith Haring para estudiar una posible retirada de la obra. Con todo, y a la espera de que llegue la orden de derribo, la obra, valorada en unos 80.000 euros, permanece en su emplazamiento original mientras se dirime su futuro.
Cinco horas en el Raval
La piqueta, de hecho, ya acabó con el mural que Haring pintó en el Raval de Barcelona y del que se conserva un calco realizado por el Macba. En aquel caso, sin embargo, el propio Haring ya era consciente de la naturaleza efímera de su obra, un gran mural de 30 metros contra el sida que realizó en un edificio ruinoso y sentenciado a muerte por el Plan Especial de Reforma Interior del barrio del Raval.
«He tardado cinco horas en pintarlo, como había previsto. La pared tenía una inclinación extraña en la que era difícil pintar, pero una de las cosas que más me gustan de este trabajo es la adaptabilidad (física) que requiere. He encontrado una postura que me permitía pintar de una forma homogénea y equilibrada. Algunas de las mejores fotos de este mural reflejan el lenguaje del cuerpo y las posturas que adopto para pintar», recordó el neoyorquino en sus diarios.
La pared escogida, además de una inclinación extraña, tenía el dudoso honor de ser uno de los puntos calientes de la la ruta de la droga de la Barcelona de los ochenta: justo ahí, la plaza Salvador Seguí, entre la calle Robadors y la de Sant Pau, era donde cada mañana se encontraban más jeringuillas. En el mural, se ve una jeringuilla asfixiada por una serpiente de grandes dimensiones con un nombre escrito debajo: sida. Apenas un año después, en febrero de 1990, Haring falleció víctima del VIH con apenas 31 años.
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