Álvaro Pombo: «Mi vocación no surge del placer de escribir, sino de haber escrito»
El escritor abrió el curso en la RAE, donde se presentó el Diccionario Histórico
Muñoz Machado reivindica la dignidad de la Academia: «Fue la única institución española que no abandonó Hispanoamérica tras las independencias»
La más baja ocasión que vieron los siglos
Madrid
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Iniciar sesiónÁlvaro Pombo está en forma, y lo hace para seguir hablando y escribiendo a sus 86 años. Está mejor que en abril, cuando tuvo que delegar la lectura del discurso de aceptación del premio Cervantes. Está divertido y peleón, en su salsa, expresando ... su mundo interior. Mucho más que su reciente salida a la palestra que sentenció la polémica del Congreso de la Lengua de Arequipa entre el Instituto Cervantes y la Real Academia Española, el académico fue ayer el encargado de pronunciar la lección inaugural de la apertura del curso académico en la RAE, con una lectura titulada: «¿Ha dejado de ser emocionante leer y escribir?»
La respuesta a esta pregunta le llevó a Kafka, a Houellebecq y, sobre todo a su amado Henry James, en una brillante y divertida alocución en el abarrotado salón de actos de la RAE, en el que también se presentó el Diccionario Histórico que cuenta, cómo no, la aventura de las palabras, de boca en boca, de obra literaria en obra literaria, a través de los siglos.
La dignidad de tres siglos
Poco antes, el director de la Docta Casa, Santiago Muñoz Machado lanzó un mensaje de hondo calado sobre los 300 años de trabajo académico y su huella en América. En la mente de todos, los agitados días que ha vivido la RAE por el Ataque efectuado desde el Instituto Cervantes -órgano del Ministerio de Exteriores- en el CILE de Arequipa.
Machado recordó las pocas interferencias que ha tenido la Academia: las depuraciones de Fernando VII, algunos reajustes en la primera república, y sobre todo el parón de la guerra y la resistencia frente al empeño de Franco de rellenar los huecos dejados por académicos exiliados, a lo que se negó la RAE. Desde el presente, invocó el papel que concede la Constitución española de 1978: «Nos consagró como una institución de la sociedad civil no gubernamental sometida al patronato de su majestad el rey. Y nuestros estatutos nos confían el cuidado de la unidad de la lengua española y la salvaguarda de la literatura en español de todos los tiempos. No lo hacemos en solitario».
«La Real Academia Española ha sido en consecuencia la única institución española que no abandonó Hispanoamérica después de las independencias»
Santiago Muñoz Machado
Director de la RAE
Recorrió la forma en la que después de las Independencias hubo que sortear el peligro de ruptura cultural, además de política, con las nuevas repúblicas de Hispanoamérica. «Algunos intelectuales y políticos importantes reclamaron que a la independencia política de España siguiera una independencia cultural plena que incluyera dar rienda suelta a la formación de dialectos propios derivados del español, pero apartados de la influencia de la Real Academia Española». Dijo que ese programa se malogró, en buena parte, por el prestigio y la autoridad de la RAE«, apoyada por algunos líderes intelectuales americanos con el gran Andrés Bello a la cabeza.
«La Real Academia Española ha sido en consecuencia la única institución española que no abandonó Hispanoamérica después de las independencias», sentenció. Y en una evolución afortunada, desde mediados del XIX la RAE incorporó académicos correspondientes hispanoamericanos y al finalizar el siglo «se constituyeron Academias de la Lengua Española en todas las nuevas repúblicas. Colombia, Ecuador y México fueron las primeras», recordó.
En un guiño al ataque personal de Luis García Montero, Muñoz Machado recordó que fue con un «insigne jurista al frente de la academia, Antonio Maura, cuando el diccionario dejó de llamarse de la lengua castellana para pasar a denominarse diccionario de la lengua española. Y hace muchos años que la Real Academia Española lidera el movimiento multilateral en materia cultural mejor pertrechado para la defensa de la cultura de origen español», comentó.
«Si el desbarajuste se produjera en España, los países hermanos valorarían el ataque a la cooperación como un retorno al imperialismo»
Santiago Muñoz Machado
Director de la Rae
Una «operativa confederada entre las Academias», tal y como la definió, ha sido muy provechosa para que todos los países «trabajen conjuntamente en la formulación de sus normas, protejan la diversidad y variantes de cada país al tiempo que respetan las lenguas indígenas u originarias allí donde se han mantenido». Pero también revisó problemas vividos en varios países donde el apoyo gubernamental falló. Pero siguieron trabajando de manera solidaria «y a nadie se le ha ocurrido hasta hoy fijar la gramática por decreto o someter el diccionario al capricho gubernamental», ironizó en otro guiño a las tensiones del presente.
«El uso de la lengua lo decide el pueblo», dijo con contundencia. «Si el desbarajuste se produjera en España, los países hermanos valorarían el ataque a la cooperación como un retorno al imperialismo».
Pombo: «A medida que envejezco...»
Después del discurso, fue el turno de Pombo con la pregunta de su lección magistral, ya citada: ¿Ha dejado de ser emocionante leer y escribir? El escritor respondió: «Decía Baltasar Gracián que la rutina es la carcoma de las cosas. Leer y escribir es, sin duda, una rutina también. Una rutina de lectores y escritores. ¿Y hacer el amor no es una rutina? ¿Y los viajes? Y los veraneos en Santander, ¿qué son sino rutinas enteras?»g
El CILE en el que se jodió el Perú
Bruno Pardo PortoLa guerra entre el Cervantes y la RAE ha lastrado el Congreso Internacional de la Lengua de Arequipa, donde se habló más de conspiraciones que del español
Pombo confesó que «a medida que envejezco me entran muchas invenciones y no me salen las cuentas». Y siguió: «Yo tengo, en este momento, todo lo contrario de lo que Descartes denominaba 'ideas claras y distintas'. Mi mundo conceptual se achica o se revuelve a medida que mi mundo imaginario se intensifica desatadamente». Pombo desatado en su mundo interior fue cruzando anécdotas, recuerdos y referencias entre géneros, los 'Protocolos' de su poesía o su inmersión en el pasado familiar de su última novela.
«Las novelas son camuflajes. Sería verdad entonces que los novelistas, por usar la expresión de Mariano José de Larra, somos 'pobrecitos habladores'»
Álvaro Pombo
Escritor y académico
Habló de Kafka: «Lo único que hago es escribir o todo lo que hago se encamina a encontrarme bien para escribir. ¿Es esto un solipsismo? Probablemente sí. Pero yo creo, sinceramente, que la mayoría de mis colegas escritores vienen a hacer, a fin de cuentas, eso mismo: ejercitarse físicamente para poder escribir intelectualmente».
Premio Cervantes
La palabra que Pombo inventó ayer en su discurso del Cervantes: tarumbancia
Pedro Álvarez de Miranda¿Y de dónde le viene esa gimnasia? «Como alumno de Bachillerato de los Escolapios y de los Jesuitas: siempre me echaban de clase por hablar. Hablar era en aquellos tiempos lo más parecido a contar cosas. A representar mediante frases discontinuas la emocionante sensación de vivir».
Toda una lección por parte de un autor que piensa que «las novelas son camuflajes. Un ensayista se compromete con la verdad de sus aseveraciones y se enfrenta con la crítica del lector, que puede estar en desacuerdo. ¿Se podría decir entonces que un novelista no responde de lo que hace? Sería verdad entonces que los novelistas, por usar la expresión de Mariano José de Larra, somos 'pobrecitos habladores'».
«En los tiempos de Bachillerato no parecía yo dar las trazas de estar hoy aquí como miembro de la RAE inaugurando el curso y hablándoles a ustedes'»
Álvaro Pombo
Escritor y académico
Pasó después a comentar la obra de «quien es, en mi opinión, el más completo y complicado novelista occidental: Henry James». Se centró en su novela 'Notebook', pero después de ese viaje libresco y analítico lo llevó de nuevo a un terreno biográfico: «Si bien es cierto que yo escribo porque no sé hacer ninguna otra cosa, también, al cabo de los años, ha resultado ser mi vocación, una vocación que surge no tanto del placer de estar escribiendo sino de saber que me producirá satisfacción haber escrito», parafraseando a Eugenio D'Ors.
«El gran silencio que rompí»
Pero volvió al silencio que se rompe con la voz y la palabra, un gran silencio que vivió en los colegios y que «rompí yo cuchicheando, no recuerdo qué gansada, en el oído de mi compañero Nacho. Debió resonar en toda la estancia porque la reacción del padre prefecto fue instantánea: ¡Pombo! ¡De rodillas con los brazos en cruz!». Y concluyó: «Parecían dos brazos de plomo. Ese fue en aquel entonces el precio que pagué por romper el silencio y no sé si tendría que volverlo a pagar ahora mismo por romper el silencio y hablarles a ustedes». Y bromeó: «En los tiempos de Bachillerato no parecía yo dar las trazas de estar hoy aquí como miembro de la RAE inaugurando el curso y hablándoles a ustedes acerca del hablar, mi primera introducción a la literatura oral y más adelante a la Literatura y a la Filosofía en general».
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