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ABC Cultural

El secreto alucinógeno de las cuevas de Altamira

Un estudio de la Universidad de Tel Aviv sugiere que los hombres que pintaron las cavernas en el Paleolítico Superior sufrían hipoxia, lo que alteraba su conciencia y su creatividad

Uno de los bisontes de Altamira ABC
Bruno Pardo Porto

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Afirmaba Julio Camba que cuando uno se postra frente a un peral lo que ve no es más que «un peral deformado por la cultura», es decir, «un monstruo de peral». No la realidad en sí, sino la idea que tenemos de la realidad, que ... no es lo mismo. Por eso el gallego envidiaba a los hombres prehistóricos y la mirada limpia con la que se lanzaron a pintar bisontes, jabalíes y demás fauna del momento, toda comestible. Esa inocencia artística, por fuerza irrepetible, fue una obsesión durante las vanguardias del siglo XX, que buscaron por todos los medios librarse de los condicionantes previos a la hora de representar el mundo. Picasso, un apasionado confeso de lo primitivo, lo resumió así: «Después de Altamira, todo es decadencia».

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